El Ayuntamiento de Málaga recoge 700 toneladas de naranjas amargas que van directas al vertedero
El Consistorio esta en negociaciones con una startup neerlandesa que pretende usarlas para fines cosméticos
Hace años dejaron de ser cedidas a empresas para hacer mermeladas por no contar con las garantías sanitarias necesarias y suponer una competencia desleal para los agricultores
Entre diciembre y febrero se convierte en una estampa típica en las calles de Málaga ver a operarios recogiendo el fruto de los más de 7.000 naranjos que dan sombra a la ciudad. El peso de las naranjas amargas tan icónicas también de otras ciudades del entorno Mediterráneo hacen que, si no se recogen previamente, acaban manchando el suelo de con líquido pegajoso y ácido que, después es difícil de retirar. Es por ello que todos los años se recogen alrededor de 100 kilos de naranjas amargas por cada uno de los árboles de la ciudad, por lo que el cálculo lleva a unas 700 toneladas anuales.
El destino de las naranjas es el vertedero, ya que pese a que hace años se recogían por empresas que las facturaban para convertirlas en mermelada, que si bien no es muy consumida e estas latitudes, tiene un gran mercado en países como Francia o Reino Unido; esto dejó de hacerse. Explica Luis Medina-Montoya, director general de Medio Ambiente y Sostenibilidad en el Ayuntamiento de Málaga, que esto se debe a dos motivos. El primero de ellos es que estas naranjas “no ofrecen garantía sanitarias para al consumo ya que no crecen en un entorno controlado” y no se podía certificar que fueran seguras para el consumo humano por lo tanto. Además, esta práctica suponía un acto de “competencia desleal” para otras empresas agrícolas que llegasen al mercado toneladas de naranjas de las ciudades.
El coste de la gestión de este residuo, que asumen las contratas de Parques y Jardines como parte de sus labores, está por encima de los 30 euros por tonelada. Se dividen en unos 12 euros por su transporte y 23,14 euros la tonelada por la tasa de vertedero.
Ahora se negocia con una startup neerlandesa para que estas naranjas sean destinadas a producir artículos de cosmética o jabones a partir de la piel de las mismas, gestión que tratarán con las contratas una vez se pase el escollo de adjudicarse el contrato pendiente de Parques y Jardines.
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