Calle Larios

La 'city' financiera y todo lo demás

  • Sorpresa: si hasta hace dos días la gente quería venir a Málaga a tomar el sol y bañarse en la playa, ahora quieren venir a trabajar

  • El problema es cómo ubicarlos a todos

  • Hacia arriba, claro

La ‘city’ proyectada por Ángel Asenjo en el Muelle Heredia: no me dirán que no está bonita.

La ‘city’ proyectada por Ángel Asenjo en el Muelle Heredia: no me dirán que no está bonita. / M. G.

A menudo se dice eso de que basta que te vayas de Málaga una semana para que a la vuelta lo encuentres todo cambiado, pero esta vez nuestro alcalde, Francisco de la Torre, ha decidido jugar en serio.Si ya teníamos en el horizonte el rascacielos del Puerto y las torres de Repsol, en pocos días nos han pintado dos torres de gran altura para oficinas y áreas comerciales en la superficie que hoy ocupa la estación de autobuses y una gran infraestructura para el mismo uso en el Muelle Heredia, con un techo edificable de hasta 50.000 metros (en una primera fase) y una inversión de cien millones de euros, similar al coste íntegro del Auditorio y la necesaria reordenación urbanística en el Muelle de San Andrés. El proyecto diseñado por el arquitecto Ángel Asenjo incluye hasta quince edificios de seis, doce y dieciocho plantas, además de un hotel de treinta plantas junto al río. Tenemos por delante, por tanto, la constitución de una verdadera city financiera, con oficinas para todas las empresas, especialmente tecnológicas, interesadas en instalarse en Málaga, que no son pocas.

No hay 'city' financiera sin su 'skyline': aquí, la propuesta para Málaga. No hay 'city' financiera sin su 'skyline': aquí, la propuesta para Málaga.

No hay 'city' financiera sin su 'skyline': aquí, la propuesta para Málaga. / M. G.

Hay en esta consideración un matiz de urgencia: afirma el alcalde que Málaga pierde a diario grandes oportunidades de inversión por no disponer de suficientes locales de oficinas ni de bastantes plazas hoteleras, orientadas ya más a un turismo de congresos (lo que no deja de ser trabajo, claro: las convenciones forman parte del negocio) que al consabido modelo de sol y playa. Así que la estrategia pasa por dar cabida a todas esas firmas que andan deseosas de instalarse aquí con sus trabajadores. Málaga es referida entre los empresarios más importantes como una localización prime: su buen clima y su oferta cultural la convierten en un destino apetecible a la hora de que las corporaciones extiendan su margen de acción. Y, bueno, no deja de ser paradójico que tanta gente quiera venir a donde no hace demasiados años querían venir muy pocos; y no a darse un chapuzón, ni a pedirse unos espetos, sino a currar de lo lindo. Porque la posibilidad de disponer de lo uno y de lo otro, del ocio y del negocio, en su más alto nivel, es lo más parecido a tener el oro y el moro, con perdón. Uno imagina a todos esos directivos, reunidos en torno a grandes mesas y con muchos papeles de por medio, señalando a Málaga en el mapa, queremos ir ahí, es el no va más, el puente financiero perfecto entre Europa y el norte de África, con oportunidades a tutiplén, y encima se come de escándalo. El problema es que las hechuras de Málaga son las que son, así que no hay más remedio que hacer crecer la ciudad en altura, porque además tales directivos no se conforman con una nave en el polígono, claro: quieren instalarse en el centro, en el meollo, tener cerquita la Semana Santa y el Teatro del Soho. Quién no querría.

Uno echa en falta una voluntad política similar en otros asuntos que también hacen ciudad

Recuerdo a cierto concejal que apostaba por el modelo tradicional de la city para el centro de Málaga: esto es, un entorno sin residentes y entregado exclusivamente a la actividad financiera con oficinas, hoteles y áreas comerciales. Y, bueno, parece que por ahí van los tiros. De momento, la idea del Ayuntamiento forma parte del margen utópico, aunque todo se andará. Las prisas del alcalde son razonables: si es cierto que Málaga pierde oportunidades e inversiones al no poder ofrecer los equipamientos pertinentes, es deseable que éstos lleguen cuanto antes. De modo que sí, bienvenida sea la city. Uno, sin embargo, echa de menos una voluntad política similar en asuntos que igual no salen en las portadas, pero que, desde cierto ángulo, no son menos importantes. Me refiero a la recuperación de barrios degradados, a la incorporación de zonas verdes (el parque proyectado en el suelo de Repsol junto a los rascacielos suena demasiado a gato por liebre, dadas las carencias que arrastra la ciudad en la materia), la creación y delimitación de espacios públicos preservados de la ambición hostelera y la entrada en juego de nuevas fórmulas urbanísticas para la convivencia en el centro de residentes, turistas y empleados de la city, lo que de hecho debería implicar al área portuaria del Muelle Heredia (y no basta con incluir zonas de esparcimiento peatonal en los proyectos coronados por grandes torres: una cosa es pasear como recién llegados y otra vivir). Y sería importante considerar que estas medidas, aunque menos impactantes, también hacen ciudad con mayúsculas. De hecho, es la recuperación de espacios para el uso público, sin menoscabo de la ampliación de las cities financieras, el principal reto que han asumido no pocas ciudades europeas, con modelos en los que Málaga podría inspirarse para buscar soluciones. Lo malo es que mientras sigamos viendo el beneficio local como un obstáculo, y no precisamente como una oportunidad para embellecer y proyectar la marca, el crecimiento de Málaga seguirá siendo desequilibrado. Pensar a lo grande también es pensar hacia adentro, hacia la posibilidad de crear una ciudad en la que cabemos todos. Estamos a tiempo.

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