Málaga

Cassá gana la partida

  • El PP satisface al edil tránsfuga al recuperarlo como portavoz de gobierno en la Diputación

  • Su nuevo rol y la labor municipal le permitirán cobrar unos 90.000 euros al año

Juan Cassá pasa sonriente junto al alcalde, Francisco de la Torre, en una imagen de archivo.

Juan Cassá pasa sonriente junto al alcalde, Francisco de la Torre, en una imagen de archivo. / Javier Albiñana

Aplicando la terminología política, Juan Cassá es un tránsfuga. Desde el momento en que decidió abandonar el partido al que perteneció durante siete años, Ciudadanos, y por el que fue elegido en dos ocasiones como concejal de Ayuntamiento de Málaga y una como diputado provincial, adquirió una etiqueta que, en condiciones normales, funcionaría como una especie de repelente. Salvo que, como ha ocurrido en su caso, su voto sea tan valioso como para poner en duda la estabilidad del sexto ayuntamiento de España y la continuidad de Francisco de la Torre y sus veinte años al frente de la Alcaldía de Málaga.

Cassá, por tanto, vale su peso en oro. Y ha quedado demostrado en las semanas transcurridas desde su marcha de la formación naranja. Su paso al grupo no adscrito, negándose a entregar el acta, rompía la delicada mayoría de la que disponía De la Torre en la Casona del Parque, abriendo, a su vez, la puerta a la especulación sobre una potencial moción de censura impulsada por el PSOE.

Los socialistas callaban. Ni confirmaban ni desmentían movimientos en este sentido. Pero con el paso de los días, quienes sí empezaron a maniobrar fueron los populares, sabedores de la necesidad de cerrar cualquier vía que pusiese en peligro el gobierno municipal. Primero fue el regidor el que abiertamente ofreció a Cassá entrar en su equipo de gobierno.

Francisco Salado, presidente de la Diputación, dialoga con Juan Cassá. Francisco Salado, presidente de la Diputación, dialoga con Juan Cassá.

Francisco Salado, presidente de la Diputación, dialoga con Juan Cassá. / Javier Albiñana

Poco le importó la crispación que ello iba a generar en sus socios de Cs y el que Cassá sea una figura poco apreciada entre los ediles del PP. El fin justificaba los medios. Una máxima política llevada al extremo. De la Torre se entregó a los brazos de Cassá, quizás sabiendo que finalmente no tendría que ser él el que compartiese su alcoba. Cuando el foco de la atención se situaba sobre la Casona del Parque, a la espera de una respuesta, surgió la figura de Francisco Salado. O, más bien, de Elías Bendodo.

Cuentan fuentes consultadas por este periódico que fue el presidente del PP malagueño y consejero de Presidencia quien, de la mano de su compañero de Ejecutivo andaluz, Juan Marín (responsable de Cs en Andalucía), acabó por encontrar una salida alternativa con la que contentar a Cassá y garantizar la continuidad De la Torre.

El resultado es ya conocido. Cassá será portavoz del gobierno de la Diputación, del que hay que recordar también forma parte Cs. A cambio del puesto, gratificado con casi 72.000 euros brutos anuales (que podrá completar hasta llegar a casi 90.000 con la asistencia a comisiones informativas y al Pleno en el Ayuntamiento), parece desactivado el riesgo de moción de censura en lo que resta de mandato. Eso si el político nacido en Avilés no cambia de nuevo de pensamiento.

En Ciudadanos, de momento, guardan silencio, tratando de digerir una situación cuando menos delicada y sabedores de que son víctimas del mismo actor al que, en su día, auparon y convirtieron en referente. Cuentan quienes, como Cassá, participaron en los inicios de la formación naranja que su llegada a la carrera municipal en Málaga fue casi "por reparto".

"Era un momento en que nadie pensaba que se iba a sacar nada; se preguntaba a dónde quería ir cada uno, y Cassá dijo que quería ir a las municipales. Resulta que entra y sacó tres, algo que jamás se podía imaginar, y a partir de ahí se construye un monstruo, con esa forma de hacer política, muy basada en crear una red clientela, en hacer promesas", relata una persona cercana a Ciudadanos.

Un testimonio que delimita el marco de quien llegó a la capital haciendo ruido, asegurando aquello de que aspiraba a ser el alcalde de Málaga. Durante años fue arropado por importantes dirigentes de la organización. Pero la confianza empezó a resquebrajarse, aseguran, a mitad del pasado mandato municipal. "Hubo intentos serios de buscar una alternativa a Cassá como candidato", confirman las fuentes consultadas. "Éramos muchos los que decíamos que no podía ser el candidato; consta que se tocaron a personas y se plantearon posibilidades", apostilla.

Para convencer a Cassá en la negociación con el alcalde, se decidió "darle todo lo que quería: cobrar el máximo, y para eso quería estar en la Diputación; trabajar lo menos posible"

Sin embargo, Cassá volvió a ser candidato en los comicios locales de hace ahora poco más de un año. La cita con las urnas supuso un fracaso evidente para su candidatura. De los tres concejales pasó a dos, rompiendo con la previsión que apuntaba incluso la posibilidad de duplicar su representación. "Esa debacle desenmascara al verdadero Cassá; un Cassá que juega a miembro de partido y a lealtad, pero ese día decide que ya solo va a mirar por sí mismo y empieza a jugar un chantaje y a presionar con todo", añaden.

Detalles que fueron claves en el proceso de negociación del pacto de gobierno finalmente firmado con el alcalde, Francisco de la Torre. Quienes participaron en el proceso, recuerdan su actitud, "que dificultaba desde el minuto uno un posible acuerdo". Hablan de su "odio visceral al alcalde y a Teresa Porras, dispuesto a reventar todo y haciendo ostentación de relaciones con el PSOE".

¿Qué hizo entonces que Cassá asumiese la tesis oficial y apoyase con su voto a De la Torre? Las fuentes admite que se "utilizó todo lo que se pudo para solventar la situación" y se decidió "darle todo lo que él quería, que era cobrar el máximo, y para eso quería estar en la Diputación; trabajar lo menos posible, no quería áreas…"

Y recuerdan un episodio "demoledor para entender su perfil". Una de las cuestiones que puso sobre la mesa Cassá fue la de reducir las comisiones municipales de cuatro a dos, exigiendo que fuese Noelia Losada la que acudiese a las mismas. Su negativa varió cuando supo que la asistencia a los órganos iba a ser recompensado con 250 euros. "Un perfil típico de alguien que viene a aprovecharse de la política, sin escrúpulos", sentencian. Sea como fuere, Cassá gana la partida. Queda por saber si será el último envite en el que maneje los hilos.

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