Málaga

Cierra el bar del puerto de Málaga tras más de un cuarto de siglo de servicio

  • El propietario ha decidido no renovar la concesión del espacio con la Autoridad Portuaria por la crisis

La terraza de la cafetería restaurante El Puerto.

La terraza de la cafetería restaurante El Puerto. / Juan Carlos Cilveti

El puerto de Málaga ha perdido una de sus señas de identidad. El pasado viernes, a las cuatro de la tarde, tras 25 años y ocho meses de continua actividad, el bar de Joaquín cerraba sus puertas para no abrirlas más. Afectado como otros muchos por la crisis provocada por el Covid-19 y dando así por finalizada toda una vida dedicada a la restauración, Joaquín Ruiz Fernández, de común acuerdo con sus hijas, especialmente con Olga y Yolanda, implicadas en este negocio desde pequeñas, decidía no renovar una concesión firmada por primera vez con el Puerto en marzo de 1995.

Ante esta circunstancia, y ya sin un restaurante cafetería que pueda congregar a pasajeros, portuarios, marinos o a los muchos de los malagueños que hacían uso de él, el puerto se queda de momento huérfano de uno de sus puntos neurálgicos; un centro de encuentro que durante décadas ha congregado a la comunidad portuaria.

El propietario, Joaquín Ruiz Ramírez. El propietario, Joaquín Ruiz Ramírez.

El propietario, Joaquín Ruiz Ramírez. / Juan Carlos Civelti

Tras establecerse en 1985 una cantina en este mismo lugar (aquel negocio lo regentó una señora viuda junto a sus hijos y familiares), diez años más tarde Joaquín se hacía cargo del local. Con la experiencia de ser el propietario del restaurante Arcos en la Alameda Principal y de conocer bastante bien el negocio portuario (justo al lado de este establecimiento se encontraban las oficinas de la agencia consignataria Condeminas Málaga, amén de los negociados de la Naviera Condal, la Compañía Frutero Valenciana de Navegación, la Compañía Española Transcontinental, además de una de las primeras agencias de viajes que existió en la ciudad), Joaquín, tras una significativa reforma, inauguraba la cafetería restaurante El Puerto, iniciando una andadura que se ha prolongado más de dos décadas.

Agrupando desde entonces a todos los colectivos que han dado vida al puerto, este bar ha sido un fiel testigo del muy significativo cambio que en los últimos años ha tenido la actividad portuaria.

Con infinidad de anécdotas, Joaquín refiere cómo en los primeros años su establecimiento llegó a tener hasta diez empleados en un maratoniano horario que se prolongaba desde las seis de la mañana a la una de la madrugada. Servidas las rayas de los más diversos licores y los carajillos matinales destinados a pescadores y estibadores, el café de media mañana de los portuarios se continuaba con las comidas a trabajadores o pasajeros de barco; una actividad que por las tardes no cesaba ofreciendo las copas de los que terminaban su jornada laboral.

Interior de la cafetería restaurante el Puerto. Interior de la cafetería restaurante el Puerto.

Interior de la cafetería restaurante el Puerto. / Juan Carlos Cilveti

Evolucionando con los tiempos, el bar del puerto ha sabido dar todo lo que un lugar de estas características puede ofrecer a sus clientes. Los bocadillos portuarios, los menús caseros y la comida para llevar que muchísimos pasajeros del Melillero se han comido a bordo del barco (eran famosos sus platos de pescado frito y su paella de mariscos), han constituido parte de los principales atractivos de este local; un espacio en el que durante muchos años se han tratado todo tipo de asuntos y negocios portuarios.

“Con mi más profundo agradecimiento hacia todo el personal de la Autoridad Portuaria, reseñaba a este diario Joaquín Ruiz Fernández, y con el recuerdo de mis clientes, hoy cierro llevándome a casa un sentimiento de tristeza por poner el final a esta larga andadura”.

Con la memoria de lo acontecido en este local y con infinidad de recuerdos donde habría que destacar la planificación en 2004 de la página de Marítimas que Málaga Hoy publica los martes, el bar del puerto ya está cerrado. Una triste circunstancia para la comunidad portuaria, que se queda sin su lugar de encuentro; un establecimiento histórico que desaparece y que deja al puerto huérfano de uno de sus espacios más destacados.

Más información sobre marítimas en El blog de Juan Carlos Cilveti: La mar de historias.

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