Málaga

Dionisio Mendiola llega a Málaga desde Oslo tras dos meses y medio en su velero

Dionisio Mendiola llega a Málaga desde Oslo tras dos meses y medio en su velero

Ingeniero naval y con 27 años, Dionisio Mendiola llegaba al puerto de El Candado este lunes tras un largo viaje en velero. Previsto para tan solo tres semanas, finalmente la travesía ha durado dos meses y medio a causa de un aparatoso accidente y de las condiciones temporales del Atlántico.

Mendiola ha vivido durante tres años en Oslo, donde trabajaba en la instalación de equipos y mantenimiento de barcos. Desde allí zarpó en su viaje de regreso a Málaga, con el que pondría fin a su etapa en Noruega. No sabía, sin embargo, que el viaje le fuese a sorprender con los infortunios con los que se ha topado.

Ya en la Bretaña francesa, al salir un 18 de septiembre de la isla Renote, ocurrió el accidente que lo retuvo durante semanas. "Los pescadores colocan cerca de la costa boyas que por la noche no se ven, y nosotros tuvimos la mala suerte de que nos enganchamos con la hélice. Estábamos muy cerca de la costa y pusimos las velas porque nos quedamos sin propulsión, pero la corriente y el viento nos llevó contra las rocas. Nos quedamos encajonados, bajó la marea y no hubo manera de salir", narraba Mendiola.

El Silver Fox, barco de 13 metros, comenzaba a tomar agua cuando llegó la ayuda de la Sociedad Nacional de Salvamento Marítimo francesa (SNMS). El velero fue remolcado hasta el puerto de Ploumanac'h, y allí es donde Mendiola decidió que sería él mismo quien arreglase el barco, contando además con la solidaridad de la gente del mar, de los voluntarios de la SNMS e incluso del ayuntamiento del municipio, que proveyó un techo al navegante.

Lavado y secado de ropa, préstamo de herramientas y la provisión de una bicicleta para desplazarse fueron algunos de los grandes favores que generosamente le brindaron al malagueño en tierra francesa mientras arreglaba su embarcación. Gracias a sus conocimientos navales, en menos de un mes el barco estaba listo para zarpar de nuevo.

"La llegada del invierno" se notaba ya en el Atlántico

Sin embargo, "la llegada del invierno" se notaba ya en el Atlántico. En el tramo entre la Bretaña y A Coruña, afirmaba que se encontraban "borrasca tras borrasca", así como un fuerte viento de frente que hacía muy lento el avance. Otras de las anéctodas han sido, cuenta Dionisio Mendiola, "atravesar por canales con mucha corriente por los que no podían casi ni avanzar, pasar bajo puentes muy ajustados y entradas a puertos con oleajes peligrosos".

Durante algunos tramos del viaje ha podido contar con una tripulación de amigos que le han acompañado desde diferentes puertos. Por suerte, cuando ocurrió el accidente se encontraba acompañado, aunque desde su salida desde Lisboa hasta Málaga ha navegado solo.

Gracias a su pequeña tripulación, nunca más de cinco personas, podían repartirse las tareas. "Siempre tiene que haber alguien haciendo las guardias, vigilando el barco y el rumbo o que no haya objetos de colisión alrededor", explicaba. "También nos ayudábamos a cocinar, a las tareas de navegar: poner y quitar velas; y para dormir también hacíamos grupos".

No obstante, mientras navegaba solo todo era más complicado. "No hay margen de error, no tienes a nadie que te pueda ayudar, entonces hay que minimizar los riesgos lo máximo posible", comentaba Mendiola. Además, añade que "dormir es la cuestión más complicada de todas". Para poder estar atento, añadía, seguía una de las técnicas que siguen los navegantes solitarios, que es poner una alarma cada 15 minutos. De este modo, conseguía descansar entre cada cuarto de hora sin que el velero quedase desatendido.

Su formación en vela es la que le ha aportado la fuerza

Admite además, que su formación en vela es la que le ha aportado la fuerza y superación para sobreponerse a este viaje. Desde pequeño ha aprendido lo que es navegar, y gracias a haber crecido practicando este deporte ha podido aprovechar las cualidades que le ha aportado.

Su familia lo esperaba en El Candado, donde por fin se escuchó la campana del velero que avisaba de su inminente atraque en el puerto. Felices tras la esperada llegada, aplaudían cuando finalmente pisaba tierra malagueña. Aunque no tiene un plan en concreto, sus tres años en Noruega han dejado claras sus intenciones: "Me he dado cuenta de que Málaga es uno de los mejores sitios para vivir, y me gustaría dedicarme a algo relacionado con el mundo de la naútica".

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