Erik el Belga: “A mí no me ha robado nadie un cuadro en mi vida”

Extracto de la última entrevista que concedió al periodista Carlos Moncada

El mayor ladrón de obras de arte del siglo XX repasaba su vida, reconocía que debía más de 1.500 piezas y que se sentía de El Palo, y mucho

Muere en Málaga Erik el Belga, el mayor ladrón de obras de arte del siglo XX

René Alphonse van den Berghe con Carlos Moncada. / M. H.
Carlos Moncada

Málaga, 28 de junio 2020 - 07:23

Málaga Hoy reproduce un extracto de la última entrevista que René Alphonse van den Berghe, más conocido como Erik el Belga, concedió al periodista Carlos Moncada para su libro Malagueños Singulares. El mayor ladrón de obras de arte del siglo XX murió la semana pasada en MálagaMálaga.

–Le acabo de dar al REC de la grabadora, pero siéntete libre.

–Vale, bien.

–Quiero saber qué hay detrás de ti, qué esconde tu alma entre tanta sombra.

–He nacido así, en días de guerra. Era traficante de armas. Con 12 años veía toneladas de armas en el bosque, he disparado miles de balas.

–¿Has matado a alguien?

–Joder, qué te parece. ¡Pues claro, hombre!

–¿Te arrepientes?

–Me arrepiento, de qué. Era el momento.

–¿Y ahora todo es distinto?

–Nadie cambia tanto en la vida, pero ya estoy mayor, retirado y feliz. Qué más puedo pedir. Salgo de casa y estoy en la playa en minutos, en una ciudad tranquila y amable. Todo perfecto.

–¿Se llevan bien tus compañeras de viaje, la dependencia vital a la insulina y la tan descarada autosuficiencia? ¿Se hicieron amigas?

–Sí. Bastante bien. Me pincho seis veces y tomo 14 medicamentos cada día.

–Y, ¿con el alcohol?

–Bebo, pero no mucho ya. No importa cuánto bebas, si no con quién lo bebes. Por un poco de efecto voy a vivir menos, por eso, para qué voy a beber.

–¿Por qué elegiste Málaga como lugar de residencia?

–Porque me enamoré de mi mujer, que era de Málaga. Yo vivía en Madrid.

–¿De qué mujer? Si pones tu nombre en Google, no veas todo lo que aparece sobre ti.

–Siempre me he casado, por circunstancias, con mujeres ricas. El arte siempre te acerca a chicas ricas.

–¿Había amor?

–Sí, siempre. Sin el amor... Me daría algo. Nunca he discutido con ninguna mujer. Antes, cojo la maleta tranquilamente y me voy, pero me iría siempre con otra, claro.

–¿Cuál ha sido tu relación más duradera?

–Con la malagueña. Llevo 30 años.

–Y antes, ¿eras como Indiana Jones?

–Había salido de la cárcel con libertad provisional, me encontré entonces a mi abogada y me casé con ella. Decidimos vivir en Málaga y aquí tuve mi único hijo varón. Antes había tenido cinco hijas con cinco mujeres distintas, una con cada matrimonio.

–¿Cuántas horas dedicas cada día a pintar o dibujar?

–Más de ocho horas.

–¿Es tu pasión?

–Sí. Pinto de noche, cuando estoy solo. Necesito mi silencio para crear algo con alma, como hice con El Cautivo, expuesto en un restaurante que me lo compró.

–De media, ¿qué precio tiene un cuadro pintado por ti?

–No me preocupa mucho. Vendo según el perfil de cada cliente. Todo depende, nunca pinto para alguien que no me gusta.

–¿Eres un religioso pecador arrepentido? Tú, ¿cómo te ves?

–Soy cristiano desde siempre. Desde niño iba a misa en Navidad para conocer su historia, la del Viernes Santo, la del Niño Jesús... Aunque ya no pienso de la misma forma que antes, lo considero muy agradable, bonito.

–Tu refugio ha sido delinquir...

–Sí, circular a 120 por hora y hacer locuras, para mí es un placer.

–Vives la vida con pasión consentida. ¿Eres un indignado de la política?

–Yo no, a mí no me han hecho nada.

–¿Crees en la Justicia?

–Depende del dinero que cada uno tenga para defenderse.

–Tienes mucho arte hasta para llegar a verte como héroe salvador. En Huesca, incluso perdonan y te consideran un artista. Te quieren y has sido hábilmente capaz de darle la vuelta al asunto.

–Yo soy normal y sincero, digo las cosas como son. He montado en los últimos 30 años muchos comités en defensa de patrimonios y se ha recaudado dinero.

–¿Cuánto has devuelto de tanto que te llevaste?

–Sé que debo más de 1.500 obras.

–Bueno, al lado de las 8.000 que te pudiste llevar, no es nada...

–Mira, es imposible de calcular. En una entrevista de La 2 se descubrió que en un mes había exportado ocho contenedores con obras de arte religioso. Y eso, ¿por qué? Porque lo había vendido la Iglesia.

–La Iglesia, ¿también tiene mucho por lo que callar?

–Sí. Sobre todo en estos momentos.

–Y ahora, con don Francisco, ¿qué?

–Bueno, espero que cambien las cosas.

–Personalmente a ti, la Iglesia te ha venido de puta madre, ¿no?

–Sí. Aquí en España, sí.

–Ha sido tu mejor cliente, creo.

–Claro.

–Por tanto, ¿tontos o ladrones?

–No, nada que ver con eso. Están más al día que los anticuarios de Londres. Bueno, conocí a un obispo que tenía un anticuario. El de Astorga, el de Calahorra... Y saben muy bien lo que hacen.

–Encargos de gente conocida y famosa, muchos, ¿no? ¿Sorprendido por alguna llamada concreta?

–Yo todo lo hago sobre encargo. No se pueden pasear obras preciosas y tan antiguas por ahí. Cada obra tiene un cliente que la espera. Es cobrar y se acabó. Según también el país de dónde la han encargado. Millonarios caprichosos. Si yo tenía una virgen románica, por ejemplo, debía ser más bella o rara que las cuatro que ya tenían. Era complicado. Había dinero, pero no podíamos encontrar sus obras.

–¿Defraudado con alguien o algo?

–Para nada. Aunque es difícil trabajar y tener socios en este país, donde hay mucha corrupción. Tras 36 meses de cárcel, quería hacer las cosas legales sin ningún delito.

–¿Resultó muy dura esa experiencia?

–Bueno, pues sí. En la Modelo.

–Tu allí estarías seguro como un Rey y tendrías de todo, ¿verdad?

–Todo lo que quería y más. Yo he visto 3.000 litros de sangre en el suelo y 600 personas cortándose los brazos con tal de salir al hospital para coserse.

–¿Fiestas con prostitutas?

–No. Nunca había. Homosexuales, sí, más de los que yo pensaba que había en España.

–Lo de compartir momentos de cárcel con gente de la banda terrorista ETA, ¿cómo se llevaba?

–Me daba igual. Muy bien. Era un ambiente fantástico. Esa gente no es molesta, es educada, está ahí por razones políticas. Es el único país de Europa donde aún quedan presos políticos.

–Ha vivido en muchos países.

–Para este tipo duro, al más puro estilo de personajes de las películas del Oeste, Málaga es el paraíso, me lo paso bien aquí, hago lo que quiero. Me voy ocho días a París, veinte días a Bélgica y viajo mucho por toda Europa.

–¿Has sido ligón?

–Seguramente, según circunstancias. Si tienes dinero o un buen coche, es fácil.

–Al final, acabarás volviéndote cura o del Opus Dei...

–Ojalá hubiese sido cura, estaría mucho más tranquilo. He pintado muchos cuadros para el Opus Dei.

–La pasta, ¿quién la tiene ahora? ¿Dónde está?

–Todo va y viene. Hay fútbol y todos los bares se llenan. Una marisquería que hay en esta calle, siempre llena. Ni en la playa te puedes sentar, se hacen cuatro turnos. Lo que hay es mucha economía sumergida. La de los pobres también, pero, sobre todo, la de los ricos.

–Tú también eres un poco submarino...

–Yo soy más que un submarino.

–¿Te gusta escribir?

–Sí.

–¿Lo ves difícil?

–En mi caso, no. Escribo artículos sobre arte, para mí es fácil. Si sabes cosas que uno descubre, es sencillo, pero si tienes que inventar una escritura que le guste a todo el mundo, es más complicado, como lo que tú buscas.

–Yo te considero pintor, artista. Has hecho tus cositas.

–Hombre, claro. Puedo ser social-demócrata, socialista, comunista, anarquista o lo que quieras, pero si uno nunca tiene movimientos económicos interesantes no puede pasar nada, y yo he pasado del rollo ese toda mi vida. Siempre tendrás que estar pendiente del chisme, de la cosa, como digo yo.

–Y tú eres capaz de ser de derechas, de izquierdas, de centro... del que te pague, ¿no?

–Tengo un problema. Yo soy de izquierdas, pero todos los que me compran son de derechas. Por tanto, todas mis amistades son de derechas también.

–Y entonces, tú, ¿para dónde navegas?

–Yo voy por el buen camino hacia la santificación.

–No, si al final te van a beatificar y todo...

–Claro. Yo nunca he engañado a nadie en obras de arte.

–Falsificando, quizá un poquillo, ¿no?

–Bueno, estaba hecho para eso.

–O sea, que al final eres un artista y lo que pasa es que has hecho las cosas por otro camino, jeje.

–Bueno, hemos cobrado.

–El fin, tu objetivo, lo has conseguido. Muy poco tiempo de cárcel parece.

–Nunca en mi vida he sido condenado por robo. Fui condenado diez años en Bélgica por usurpación.

–La condena, entonces, ¿por qué motivo fue?

–Cárcel provisional por imitar. Reclamaban cinco países mi extradición, por lo que tuve que aguantar. Fui condenado por fugarme de la cárcel en Bélgica. Entré por usurpación de obras de arte que había comprado a gitanos y cosas así.

–O sea, negocios ilícitos con obras de arte robadas.

–Exactamente. Pero además, no se podía probar y decían... ¡tú eres un ladrón! Seis meses después no había pruebas. Dijeron que yo era el jefe de una banda. Pero, ¿de qué banda, si estoy solo?

–En el bar SA de Rodrigo en Pedregalejo, robaron. Y aseguran que fuiste tú.

–¿Me ves haciendo eso? Ni borracho. No he robado a un particular en mi vida, y menos en un bar.

–Para ti, eso es muy fácil. A ti te van cosas más difíciles...

–Sin duda. Esto lo veo infantil. Pero bueno, él se hizo famoso así para escribir tonterías en un periódico, se aprovechó de mi.

–Hay que disfrutar de cada momento, ¿verdad?

–Claro. A mí me gusta darle de comer a las palomas.

–¿Sí? ¡Pero, si son asquerosas!

Bueno, por eso están tan fuertes.

–Eres raro, ehhh.

–Un poco. Si hasta tengo una cobaya muy lista. Le hablo y viene, me da besos y todo.

–¿Cómo se llama?

–Mafioso. Lleva poco tiempo conmigo. Yo nací en un bosque y siento los animales desde pequeño.

–¿Eres una especie de Tarzán del arte?

–Sí. Tarzán de jeep, de moto, de todo...

–¿Qué costumbres te relajan?

–Me gusta pintar por la noche, cuando nadie me molesta. Si no, pierdo concentración y eficacia. Los retratos o lo que sea tienen que brotar con emoción a la primera y no después de más intentos.

–Hablas demasiado mal el castellano después de tanto tiempo aquí. ¿Por qué?

–Pues la verdad es que sí.

–¿Han intentado engañarte alguna vez?

–Sí. Y he perdido dinero.

–Pero haciendo balance, ¿has ganado más?

–Yo he nacido para ganar dinero, es para lo que valgo.

–¿Supiste invertir bien? ¿Tienes el futuro cubierto y armado?

–Mantengo contactos, todos los contactos. Por circunstancias, tengo que estar armado porque he trabajado muchos años. Además, hay asociaciones a las que le puedo pedir cualquier favor. Asesoro a bancos, a fondos de inversiones, a gente que quiere algo especial y que desea que le busque obras que tengo que encontrar.

–¿Cómo está el arte en Málaga?

–En Málaga nunca ha estado bien.

–¿Ahora, tampoco?

–En museos y exposiciones no está mal. El problema es que aquí no hay anticuarios serios de los que te puedas fiar. En la subasta pública de España, además, escrito en letra pequeña, se refleja que no se responsabilizan de lo que se vende. Por ejemplo, si te venden un grabado de Goya falso, no se responsabilizan de nada. Sin embargo, fuera de España, esto no funciona así. Y un amigo mío de México había pagado seis millones de dólares por un Goya pintado 68 años después de su muerte, comprado en Madrid.

–En Málaga, entonces, ¿no hay industria artística?

–Aquí hay grandes colecciones, pero no existe industria. Tengo una ley científica. Si saco una tela con alguna pintura y la mando a París, por 1.500 euros me dicen la época exacta de esa pintura y todos sus detalles.

–¿Somos catetos?

–No especialmente. Pero llegué aquí, pinté El Grito de Munch y no lo conocía nadie. Si no lo roban, nunca sabrá nadie lo que dice ahí esa obra.

–Por tus palabras, interpreto pues que aquí funciona la cosa por corriente, que marcha todo a dedo o por enchufe, ¿no?

–Totalmente, todo. Habría que darle una medalla a los electricistas, jeje.

–La valía, entonces, ¿es lo de menos?

–La juventud en este país va bien, me encanta.

–Las redes sociales, ¿qué te parecen?

–Potencialmente, un arma importante para la libertad.

–¿Tienes Facebook o Twitter?

–Hombre, pues claro.

–Y, ¿qué publicas por estas vías de comunicación?

–Yo, nada, nunca. Lo hago con otro nombre.

–¿Pintor? ¿Tú qué eres? Erik el Belga, coma... ¿qué?

–Yo, nadie, nada. Mi secretaria es la que lleva todo eso.

–No me contestas, vagas respuestas. ¿Eres médico, abogado, marchante de arte?

–Eso.

–Es que pretendo encontrar un concepto que te defina, aunque a ti eso te la trae floja, ¿verdad?

–Pues sí.

–Erik El Belga, ¿y qué más?

–Utilizo Internet únicamente para personas interesadas y en contacto directo, si no, nunca se vende, sería como una postal y no se vendería nunca. Mis operaciones se hacen con el extranjero y a una persona concreta que está interesada por la obra.

–¿A favor del matrimonio homosexual?

–Claro.

–Y, ¿del aborto?

–También, aunque sea una putada.

–¿Has pensado alguna vez que este mundo no es para ti?

–¡Qué coño! Yo he nacido en este mundo y es mío. He vivido en once países.

–¿Qué opinas del problema de la inmigración? De esas personas que huyen de la pobreza para ver algo de luz dentro de su oscuro túnel.

–Que busquen otras fronteras, otro país. Aquí, no podemos. ¿Lo entiendes? Lo que tienen que hacer es montar una fábrica en la frontera y poner a trabajar a toda esta gente para que haga algo. El tío que la monte ahí, se forra.

–¿Tienes la residencia española?

–No, nunca he querido la nacionalidad española. Mi secretaria sí la tiene. Pero yo soy belga y de El Palo. Llevo gastando aquí el dinero que he ido ganando fuera desde hace más de treinta años. He sido muy rentable para España, de verdad, en serio te lo digo.

–Sí, claro. Al final, resulta que estamos en deuda contigo.

–Pues sí. He descubierto cosas que aquí estaban mal inventariadas, como el 16% que el Clero declara al Estado. España cobra muy poco de bibliotecas que no declaran.

–Te veo de ministro de Cultura...

–Claro. O de concejal. Hay mucho por hacer con lo mucho que tenemos. No hay más que ver el norte cómo está.

–¿Tanto manda la Iglesia todavía?

–Hombre, ¿no te das cuenta? Sin la Iglesia, Rajoy jamás habría pasado por el gobierno de la nación.

–Durante la dictadura franquista, mala época para el arte, ¿verdad?

–Igual que nadie va en contra del Vaticano. Para mí, Franco, sin problemas. Y la Iglesia, tampoco iba a ir en contra de él.

–¿Cuántos famosos te han comprado obras?

–Muchas personas importantes me han encargado vírgenes para su propia colección de cuadros auténticos y así tener imágenes distintas, únicas.

–¿Gente muy conocida?

–Sí, bastante, por supuesto. De este país y de otros, porque mi pintura gusta mucho. La hago más bien para distraerme. Pinto cualquier cosa.

–¿Por qué te entregaste en su día a la Justicia?

–Me entregué para terminar con todo esto. Me retiré a los 42 años y nunca me he considerado un delincuente. Fui torturado durante 5 ó 6 días. Quería cambiar mi posición hacia la Justicia.

–Esa tortura, ¿dónde ocurrió?

–En Barcelona, en la comisaría más temida por todos los delincuentes.

–¿Te has vuelto a encontrar con aquella persona que te hizo daño?

–Sí.

–¿Y?

–Bueno. Mi mujer, abogada, le dijo todo lo que debía decirle. Yo, no.

–¿Le has perdonado?

–Nunca, jamás lo haré. ¡Cómo se puede perdonar a este tipo de gente!

–Para salir de la cárcel, ¿quién te ayudo aparte de la abogada? Porque se dice que recibiste favores políticos...

–¡A ti qué te parece! La embajada belga puso las condiciones de mi libertad, pues debía muchas obras de arte y querían recuperarlas. Salí de la cárcel y yo cumplí. Fue todo perfecto.

–Ya hemos terminado. No sé si verte como Robin Hood o Tarzán... entre tantas sensaciones. En el fondo, tienes sensibilidad. Eres un disfrutón y reconoces lo que has hecho mal.

–Yo no cambio. Y siempre tengo razón.

–Bueno, pues no cambies entonces.

–No, me daría asco. A los tontos les veo venir con sólo oír tres palabras. Así que mejor callar. La gente vive a través de la vida de otros. Yo no voto por nadie. Primero, yo. Segundo, yo. Tercero, yo. Si no, nadie está contento. Y si no hay pasta, eres una polla muerta.

–Despiertas ternura pese a ser quien has sido, singular Erik.

–Hombre.

–Estás preparado para morir y tienes capacidad para amar, denoto.

–No hay que perder nunca la fuerza del cariño. Eso es lo más importante, bien de tu hermana, de tu mujer, de tu madre, de tu novia... yo qué sé. Las personas se separan, pero que nunca se pierda esa fuerza del cariño sin confundirla.

–¿Chatarrero del arte?

–Me da igual lo que piense la gente. Yo soy un chatarrero que ha cobrado. Y bastante dinero que no entraría aquí en esta mesa.

–Un gustazo seguro, lo que pasa es que después te lo gastas.

–El dinero está para gastarlo. Y la única manera de ahorrar dinero es ganar más dinero. No conozco otra manera de ganar. Yo ahora vendo cuadros y todo es legal, de forma directa. Intermediarios, en negro... así suben las cosas.

–Yo nunca te compraré un cuadro, mejor te lo voy a robar.

–Jeje. A mí nadie me ha robado un cuadro en mi vida.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último