Funambulismo

El Prisma

De seguir así las cosas, dentro de poco no habrá artículos ni noticias no aplaudidoras en los periódicos, sino espacios en blanco patrocinados para evitar informaciones incómodas

Funambulismo

17 de enero 2010 - 01:00

HA sido eliminar la publicidad TVE (una de las cosas, no demasiadas, pero sí algunas, que Zapatero ha hecho indudablemente bien) y empezar a aparecer noticias sobre El Corte Inglés en sus informativos. Y no precisamente loatorias. Una cadena pública se puede permitir arremeter, aunque en este caso sea a destiempo, contra los mayores anunciantes. No pasa nada. Si tras acumular un billón de pesetas de déficit no te han cerrado, ya no lo harán nunca. En cambio, en la empresa privada hay que medir mucho las palabras y sus consecuencias. Las frivolidades se pagan caro. También muchas veces publicar noticias veraces, señalar los errores, criticar los incumplimientos e incoherencias de los dirigentes, ya sean políticos o empresariales, ponerte del lado del más débil.

Si el periodismo cumple a pies juntillas su función básica de controlar al poder, sus cuentas están jodidas. Al menos en este país. Al menos en esta ciudad. La crisis no ha hecho sino acentuar la dependencia de todos los medios de la publicidad institucional. En lugar de arbitrar un sistema que reconozca y financie adecuadamente la misión constitucional que se supone debe cumplir el periodismo, se ha dejado todo al albur de las leyes del mercado. Y cuando el mercado opera libremente, es el mayor proxeneta conocido. Podríamos añadir una acepción a las leyes de Murphy: todo lo que se pueda prostituir, se prostituye. Es lo que está pasando.

Las instituciones y empresas públicas ya no tienen reparos en pagar caros anuncios para responder a las críticas de la oposición, en abonar tres euros por cada agenda, puzzle, pieza del cenachero o bichito disecado que se reparta con su logotipo en los quioscos. Pero no se hacen estas trampas para contribuir económicamente al mantenimiento del bien más preciado de cualquier democracia, su libertad de prensa. Tampoco para formar a la sociedad. No. Se racanea publicidad y se mide hasta el espacio de página que se dedica a sus responsables para promover sus carreras políticas a costa del dinero de los contribuyentes. Se intentan dulcificar la línea editorial, las informaciones y hasta los pies de foto, a cambio de dinero. Se manda a Jerusalén a los columnistas brillantes, siempre molestos, y casi todo se analiza en función de los beneficios o pérdidas que aportará, como corresponde a un mercado libre. De seguir así las cosas, dentro de poco no habrá artículos ni noticias no aplaudidoras, sino huecos comprados por tal o cual institución: "Este espacio en blanco ha sido patrocinado por el ayuntamiento de tal para evitar que se publiquen noticias incómodas que hieran la sensibilidad del lector y, sobre todo, del votante".

Así que si ven ustedes a un periodista por la calle, lo reconocerán de inmediato. Es el que va andando de puntillas e intenta no perder el equilibrio.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último

El extranjero | Crítica

Ozon no puede con Camus