Málaga

El IHSM La Mayora, en la élite de la investigación hortofrutícola

Dos investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora en las instalaciones del Campus de Teatinos.

Dos investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora en las instalaciones del Campus de Teatinos. / Javier Albiñana

Termina un gran año para el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora. La entidad, que es un instituto mixto conformado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Málaga desde hace una década, estrenó por fin nuevas instalaciones en la ampliación del Campus de Teatinos el pasado mes de marzo. Este crecimiento en infraestructuras provocó también un aumento en su capacidad investigadora y en su potencial de atracción. Durante 2022 ha captado a ocho investigadores principales que se incorporarán a lo largo de 2023 a su plantilla, una de las mayores del CSIC en su área. 

De esta forma se pasará de los 39 contratos senior actuales a 47, lo que implica un aumento del 20% en tan solo un año. A esto hay que añadir contratos predoctorales, ayudantes y otro tipo de figuras dentro del campo investigador, además de técnicos y personal de mantenimiento. En total, el IHSM La Mayora cierra 2022 con unos 250 trabajadores y prevé multiplicar sus recursos humanos en la medida en la que se incorporen los nuevos investigadores. 

"Para nosotros el edificio ha supuesto un gran cambio, ha sido como pasar de Primera División a la Champion", comenta Eduardo Rodríguez Bejarano, catedrático de Genética en la Universidad de Málaga y director desde el pasado mes de abril del IHSM La Mayora. "Se trata de un centro con una trayectoria muy larga, pero era un centro pequeñito, necesitaba un empuje y ese empuje, en parte, ha sido la puesta en marcha del edificio", agrega. 

"Ahora tenemos un edificio moderno, con una potencialidad importante, con los servicios que tendría un instituto de primera categoría y, además, contamos con la finca La Mayora en Algarrobo, que es un lujo, en España no estamos acostumbrados a tener esta fórmula que reúne edificio y estación experimental", añade el director. "Y esto lo hace muy particular junto con las especies en las que trabajamos", puntualiza.

Científicos en el laboratorio del IHSM La Mayora. Científicos en el laboratorio del IHSM La Mayora.

Científicos en el laboratorio del IHSM La Mayora. / Javier Albiñana

 

Rodríguez Bejarano señala que los científicos que visitan el instituto se quedan asombrados. "Lo que nos está pasando es que estamos siendo atractivos y muchos investigadores se quieren venir a trabajar con nosotros, porque combinas un lugar como Málaga, con un gran clima, calidad de vida y muy buenas comunicaciones y mucho dinamismo con un instituto de primera categoría, todo esto lo hace muy atractivo para investigadores también de otros países, estamos de moda en el ámbito científico", subraya el director. 

Los ocho investigadores que se irán incorporando a lo largo de 2023 traerán consigo sus proyectos y sus respectivos becarios, por lo que se prevé un aumento significativo del personal del centro. "Dentro de los institutos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del área de Agrarias, el IHSM La Mayora es de los que más investigadores ha incorporado y, según las expectativas, la tendencia va a seguir así", destaca el catedrático de Genética. 

Los subtropicales, el elemento diferenciador

Como destaca el director del instituto, no hay otros centros en Europa que trabajen con los cultivos subtropicales, por eso es el elemento diferenciador de este centro. Pero también tienen abiertas muchas líneas de investigación en hortícolas, principalmente el tomate y la fresa. "La fresa salió de La Mayora hacia Huelva hace años pero ahora ha vuelto con varios grupos potentes, con proyectos europeos", indica Rodríguez Bejarano. 

En cuanto a las líneas de investigación, son varias las que coexisten en las instalaciones malagueñas. Se trabaja en obtener mejoras en relación con enfermedades, en identificar la calidad del fruto y mejorarla, en hallar consecuencias del estrés hídrico y de temperatura originados por el cambio climático, entre otros campos de acción. 

"Las plantas están fijadas al suelo, no son como los animales, no pueden salir y esconderse bajo un toldo o pedir agua cuando tienen sed, las plantas reaccionan de otra manera ante la falta de agua o el aumento de la temperatura, que está haciendo un daño tremendo", afirma el director. Igualmente, destaca que está repercutiendo en la llegada o proliferación de insectos y la aparición de enfermedades emergentes. 

El nuevo edificio se inauguró el pasado mes de marzo. El nuevo edificio se inauguró el pasado mes de marzo.

El nuevo edificio se inauguró el pasado mes de marzo. / Javier Albiñana

"Hay también una línea de trabajo que tiene que ver con economía circular, con la utilización del material de desecho, que no se usaba antes, y reaprovecharlo para conseguir otros materiales", desgrana el catedrático de la UMA. Por ejemplo, con la piel del tomate se pueden hacer botones o plástico biológico y biodegradable. 

Además, hay grupos que trabajan en el microbioma, la colección de microorganismos que hay en un suelo y que interaccionan con las plantas, que hacen que reaccionen de una manera u otra. Según explica el director del instituto, la mezcla favorable a la planta puede producir que esta sea más resistente a una plaga, por ejemplo. 

Hacia una agricultura integral sostenible 

"Todo el trabajo gira en torno a una agricultura integral sostenible, con un menor uso de energía, un mejor uso del agua y menor uso de productos químicos, intentar que la agricultura reduzca su impacto sobre el medio ambiente", asegura Rodríguez Bejarano. 

"Tenemos que seguir trabajando en la misma línea, tratando de buscar soluciones al impacto del cambio climático. El agua es el problema fundamental junto a las enfermedades emergentes, hay que trabajar en el uso de recursos hídricos, es una investigación muy trasversal", sostiene el director del instituto. "Está claro que hay un déficit del agua, así que tenemos que utilizarla de otra manera, es muy importante utilizar lo que tenemos de manera sostenible, porque si no vamos a la ruina", añade. 

Por otra parte, las enfermedades emergentes están también íntimamente relacionadas con el cambio climático. El ecosistema muta y provoca que insectos que antes no vivían aquí ahora sí lo hagan. A esto hay que añadir la globalización, la llegada de frutas, verduras y flores ornamentales desde todos los puntos del planeta. Y con ellas, sus parásitos. 

En cuanto a los retos para 2023, afirma que el crecimiento vendrá marcado por la disponibilidad económica, por su capacidad para captar financiación e investigadores. "Este año ha sido bueno, esperemos que el que viene siga al menos en la misma línea", con el reto, agrega, de captar más fondos europeos. "Una de las líneas que podemos mejorar es en la captación de proyectos europeos", concluye. 

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