Juan Antonio Perles | Decano Facultad de Filosofía y Letras

“En la universidad no podemos formar solo en el corto plazo y según el mercado laboral”

  • La universidad pública tiene que rendir cuentas a la sociedad que la financia, dice Perles, pero sería “empobrecedor” ceñirse a un contexto sin ahondar en la globalidad del conocimiento

Perles en las escaleras del decanato de la Facultad de Filosofía y Letras.

Perles en las escaleras del decanato de la Facultad de Filosofía y Letras. / Javier Albiñana (Málaga)

Después de ocupar durante una década el cargo de vicerrector de Estudiantes, Juan Antonio Perles lleva cuatro años como decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Bajo su cargo tiene más población que en algunos municipios. Entre alumnos, profesorado y personal de administración y servicio son unos 5.000. Lo que demuestra, dice, la buena salud de estos estudios. Es profesor titular de la Universidad de Málaga y dentro del departamento de Filología Inglesa, Francesa y Alemana imparte Literatura Norteamericana Contemporánea. En la etapa de la rectora Adelaida de la Calle fue vicerrector de Estudiantes durante una década. Lleva un mandato al frente de la Facultad de Filosofía y Letras, de la que también ha sido vicedecano de Relaciones Internacionales. 

–¿La Filosofía es la gran denostada de la educación española?

–Diría que no es la más denostada en comparación con otras materias como las lenguas clásicas, el Latín y el Griego, con una mayor tendencia al olvido. También tenemos a los geógrafos, que están sufriendo una especie de reseteo de los ámbitos de conocimiento desde que se separó de Historia. Así que la Filosofía, a pesar de que a nivel mediático se entienda que es la gran olvidada, no lo es tanto si atiendes a la salud que tiene la titulación, al menos aquí en la UMA, donde llena su oferta. Además, últimamente el sistema educativo a nivel de Bachillerato le ha devuelto cierto respeto.

–¿Qué importancia debería de tener, es una asignatura clave para comprendernos como seres humanos?

–Por supuesto. Es una asignatura que todos hemos aprendido a valorar. Muchos de los pensadores actuales que dan sentido a nuestra forma de entender el mundo, que han tenido mucha influencia en quiénes somos, son filósofos y han sido explicados a través de estas enseñanzas.

–¿Se conoce más a María Zambrano por el nombre de la estación de tren que por su trabajo como pensadora?

–Sin duda, pero poner su nombre a una estación es un primer paso. Así generamos la curiosidad. Lo que se aprecia desde el ámbito de las humanidades es que se pone mucho énfasis en la aplicación del conocimiento que en el conocimiento por sí mismo. Y, a veces, se pierde de vista que para aplicar un conocimiento éste tiene que existir y necesita de unos circuitos de renovación. En el pensamiento político hay cierto cortoplacismo y se celebra más la aplicación de ese conocimiento que la generación del mismo.

–¿Cuánto tiene que estar una universidad de apegada al tejido productivo?

–La organización educativa debe responder a las necesidades de la sociedad en la que se inserta y la que le sustenta. Vivimos de los impuestos de los ciudadanos, somos una institución pública, el retorno tiene que existir. Pero éste no tiene que venir únicamente por una inserción directa en un puesto de trabajo muy concreto para hacer una cosa muy específica. Sería muy empobrecedor que únicamente se ciñera al contexto en el que está inserta. La UMA, entonces, tendría que generar especialistas en turismo, en la industria cultural, en la dirección de empresas y poco más.

–¿Dónde reside el equilibrio?

–La universidad pública no persigue su enriquecimiento, sino retornar a la sociedad personas formadas desde un punto de vista amplio. Esa responsabilidad es nuestra, no se le puede pedir a la privada. Pero eso no significa que vivamos de espaldas a la sociedad en la que estamos insertos. La UMA tiene mucha suerte de está en una posición intermedia, no sufrimos las deficiencias que tienen universidades pequeñas ni el peso del pasado que tienen otras más antiguas como Sevilla y Granada. Tenemos un ámbito muy activo, vital y pluricultural que nos enriquece muchísimo. No podemos formar solo en el corto plazo y según el mercado laboral, porque éste es muy cambiante, tanto que no es posible mantenerse al día en lo que requiere.

–Tendrían que estar cambiando las titulaciones continuamente...

–Sí, todo el tiempo si se quiere ir con la demanda. El presidente de la Junta de Andalucía hablaba esta semana de que nuestro mapa de titulaciones, siendo de 2010, le parece anticuado. También el rector ha hablado de la necesidad de una revisión. Pero antes que replantearse el mapa de titulaciones habría que pensar cómo es nuestro sistema educativo en su conjunto, que vive muy de espaldas a la Formación Profesional. No hay pasarelas entre la FP y la universidad. Hay que establecer reconocimientos generosos de asignaturas entre grados y ciclos superiores para facilitar la transferencia entre uno y otro sistema. Hay que trabajar en ese sentido.

El decano delante del escudo de la facultad. El decano delante del escudo de la facultad.

El decano delante del escudo de la facultad. / Javier Albiñana (Málaga)

–Parece que las ingenierías pesan mucho gracias a la cercanía del PTA , ¿están las Letras en peligro?

–Soy optimista. Creo que el cambio tecnológico va a revalorizar las formaciones no aplicadas. Esa obsesión que hemos tenido hacia la aplicación, hacia la practicidad, va a atenuarse a través de la robotización. Ya no vamos a tener que estudiar ciertas cosas si las máquinas las van a hacer por nosotros. Ese cambio nos va a favorecer a las humanidades y a las ciencias experimentales. Tenemos que formarnos para seguir siendo personas, para seguir teniendo narrativa, discursos que nos permitan mantener una sociedad coherente, con valores, solidaria, una sociedad que funcione y en la que se eviten conflictos. Además, lejos de lo que se podía pensar, que la UMA es una universidad tecnológica por la alianza con las empresas del PTA, por alguna razón no somos Filosofía y Letras los que peores estamos a nivel de captación de estudiantes. Tenemos una población estudiantil muy alta, la facultad tiene casi 4.000 alumnos. Somos una facultad muy potente dentro de la UMA y vamos bien en el contexto andaluz.

"Tenemos que formarnos para seguir siendo personas, para mantener una sociedad coherente, con valores”

–¿Cuáles estima que son las principales debilidades de esta institución?

–Nos hace falta ser más internacionales en algunos aspectos. A nivel de oferta académica somos muy pobres a la hora de establecer vínculos internacionales que le den ese valor añadido a nuestra oferta académica para diferenciarnos de alguna forma. Somos todavía débiles en oferta de dobles títulos. También tendríamos que establecer más alianzas dentro de la propia UMA, que son factibles pero que encuentran ciertas resistencias, tendríamos que tener más relación entre facultades para diseñar una oferta de grados si cabe más interesante. Deberíamos de conocer mejor el Bachillerato y la Formación Profesional.

–La UMA es una de las universidad andaluzas peor financiadas. ¿En que aspectos principales perjudica esto?

–Se ha notado mucho en el capítulo de infraestructuras, hemos tenido que abaratar costes en las construcciones que se hacían y se nota en la durabilidad de los espacios. Este edificio fue construido a principios de los 80 y se percibe que las calidades no son magníficas. Por otro lado, hemos sido de las universidades donde hemos asumido más carga docente. Esa posición de medianía de la UMA, aunque es beneficiosa para ciertas cosas, nos ha perjudicado para la financiación. En los repartos nos hemos visto perjudicados y esto ha revertido en infraestructuras y en la posibilidad de aplicar políticas financiadas por parte de la propia UMA.

–Muchos critican que esta generación de estudiantes llega poco preparada… ¿cree eso? ¿Y la cosa cambia durante un grado?

Perles durante la entrevista. Perles durante la entrevista.

Perles durante la entrevista. / Javier Albiñana (Málaga)

–Estos estudiantes son distintos, no compartimos los mismo códigos, no tenemos las mismas referencias culturales y cuanto más subes en edad menos herramientas tienes para empatizar con ellos. Las críticas que se generalizan entre el profesorado vienen mucho por esa incapacidad nuestra de ponernos realmente en sus zapatos, ver de dónde vienen, conocer bien el contexto educativo en el que se han formado para ser mejores adaptando la formación de grado a estos estudiantes. También es cierto que los perfiles de admisión son muy diferentes, ya nos vienen estudiantes de otros sistemas educativos, la internacionalización lleva a esto. Eso sí, el estudiante actual lee menos que antes de la implantación de ciertas tecnologías. Y cuando lee lo hace durante menos tiempo, su concentración queda interrumpida de forma constante y eso influye en su capacidad de comprensión de mensajes complejos, como ocurre en las humanidades. El estudiante tiene esta dificultad, pero por otra parte maneja mucho mejor las herramientas tecnológicas y tiene mayor capacidad de acceder a la información.

–¿Son peores estudiantes?

No son peores estudiantes, pero sí requieren que nos adaptemos a ellos o buscar un término medio, intentar que aprendan a hacer las cosas que van a ayudarlos a ser mejores profesionales y personas, sosiego, reposo y concentración para ser más eficaz, y explotar todo ese conocimiento que le viene como nativos digitales. Esto es algo interesante y que abre nuevos espacios de investigación.

–¿El ansia de titulitis desvirtúa el sentido real del aprendizaje, del conocimiento?

–Si te dedicas únicamente a aprobar un examen, a superar una prueba, el aprendizaje se empobrece, está claro. Pero esto no es tan evidente en los grados. Aquí son cuatro años y se hacen muchas otras cosas, no solo es venir a sacar un título. Se hacen movilidades internacionales, voluntariado, prácticas curriculares y extracurriculares, actividades deportivas y culturales en un periodo de madurez vital, tan señero en la vida del joven, que se produce una transformación, a veces inconsciente, que te dota de unas habilidades que a veces desconoces que has adquirido y que te conforman como persona. La experiencia que viven los estudiantes es transformadora y ocurre tanto a su alrededor, en la red social que se trama en torno a sus compañeros, que todo influye.

–¿Qué le parece eso del veto parental?

–Creo que es una polémica generada artificialmente, una especie de estrategia implementada por cierto partido y que por necesidades coyunturales de la política actual se le da pábulo a algo que no necesitaba solución. Sinceramente pienso que los centros educativos trabajan con mucha solvencia y seriedad, en los consejos escolares están representados los distintos colectivos y dirigen muy bien este tipo de actividades. A nadie se le ha silenciado cuando ha querido decir algo y ha mostrado su malestar y los casos de denuncia han sido pocos. Vivimos en un tiempo extraño en el que se le da crédito a cosas un tanto peregrinas. Mantenemos una actitud bastante acrítica con los mensajes que nos llegan. Nos creemos algunos a pies juntillas y otros los denostamos porque no parecen que respondan a nuestra visión del mundo.

–Choca que se ataque a la educación en igualdad...

–En efecto. Las políticas de igualdad son necesarias todavía y lo seguirán siendo durante mucho tiempo. Los que trabajamos en lo público no lo percibimos tanto porque lo hacemos en pie de igualdad, aunque en la UMA aún hay más catedráticos que catedráticas. Todavía queda mucho por hacer.

"La turismofobia está muy restringida al centro porque las políticas municipales han hecho de él una suerte de parque temático”

–¿Cree que empieza a instalarse la turismofobia entre los malagueños?

–Depende de las zonas de Málaga. Creo que está muy restringido al centro y es porque las políticas municipales han ido a hacer del centro una suerte de parque temático. Está bien que haya museos, que haya servicios, restauración, monumentos, excursiones, pero de alguna forma esto expulsa al residente natural del centro. Se crea una oferta de alquiler para los que vienen unos días, los que acuden a celebrar fiestas, no es compatible con el ritmo de vida del trabajador, con la rutina diaria. Cuando vienen los cruceros por oleadas y hacen casi intransitable ciertas calles, entiendo que se genere es turismofobia por quien se ve directamente afectado. Pero no veo que sea algo que exista en Málaga de forma generalizada. No creo que un residente del barrio de La Luz sea turismofóbico. Lo percibo muy como resultado del diseño de la ciudad para ser un atractivo turístico con perfiles muy específicos.

–Es que ha cambiado mucho el panorama en la última década...

–Sí, es muy evidente. El centro está precioso pero es verdad que se ha invertido para esto, para atraer turismo de forma intencionada y el residente lo sufre. Esta es la cesta donde se ponen todos los huevos y no sé si esto tiene tanta influencia en el resto de la ciudad. Genera puestos de trabajo, riqueza, obviamente, pero no sé si esta riqueza revierte luego sobre el residente de los barrios.

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