Despoblación
  • La falta de oportunidades laborales en sus pueblos lleva a las parejas jóvenes a marcharse y también lastran la natalidad

La Málaga vaciada (de niños)

Pequeños juegan en el parque infantil acompañados por una joven de la localidad. Pequeños juegan en el parque infantil acompañados por una joven de la localidad.

Pequeños juegan en el parque infantil acompañados por una joven de la localidad. / Javier Flores (Júzcar)

Escrito por

· Javier Flores

La natalidad sigue bajando y los pequeños pueblos, ya afectados por la despoblación y la falta de habitantes, no son ajenos a este problema. Cuatro de los municipios de la provincia de Málaga que cuentan con menos de cinco niños de 0 a 4 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se encuentran en la Serranía de Ronda: Júzcar, Cartajima, Benadalid y Pujerra.

Allí las explicaciones son las mismas que en resto de zonas. No hay diferencias en este caso más allá de las referidas al número de habitantes. “Los jóvenes no quieren tener hijos”, señala Esther Ramírez, madre de una niña de siete años y un niño de cuatro. Y es que la tendencia de las grandes urbes es la misma en los pequeños pueblos. Las parejas jóvenes prefieren viajar o tener libertad, algo más complicado cuando llegan los hijos. Además, la falta de trabajos estables y el alto coste de la vida son otros de los problemas que se alegan.

En Júzcar, conocida como la Aldea Azul por el color de sus viviendas, el colegio cuenta en la actualidad con seis niños de diferentes edades, aunque tan solo uno tiene menos de 4 años. Aunque se espera la incorporación de nuevos alumnos por la llegada de familias con hijos, tan solo se produjo un nacimiento en el municipio el pasado año. Kylian es el único niño del pueblo que no alcanza el año y, junto a su hermana Cataleya, son los dos pequeños del municipio.

Francisco Lozano y Esther Del Río junto a sus hijos y una sobrina en el parque infantil. Francisco Lozano y Esther Del Río junto a sus hijos y una sobrina en el parque infantil.

Francisco Lozano y Esther Del Río junto a sus hijos y una sobrina en el parque infantil. / Javier Flores (Júzcar)

Aquí no existe la separación de edades que se producen en otros localidades, juegan todos juntos”, explica Coral Ramírez, madre de estos dos pequeños. Junto a ella un grupo de vecinas sentencian: “Los niños son de todos”. Incluso los mayores se encargan de llevárselos al parque o jugar con ellos.

Una diferencia de edad que el ingenio de los pequeños se encarga de igualar. “Cuando jugamos al fútbol, Jorge (4 años) pide que mi portería sea el doble que la suya”, explica Juan, que es varios años mayor y que tampoco echa de menos tener más niños con los que jugar.

Eso sí, para participar en actividades extraescolares o inscribirse en equipos deportivos toca viajar hasta Ronda. “Jorge está apuntado a yudo y tenemos que ir a Ronda”, explica su madre, Esther Del Río. Ella no cree que su hijo esté teniendo una infancia ni mejor ni peor que otros niños. “Ellos juegan entre todos. Además, al ser un municipio tan  turístico, los fines de semana viene mucha gente y los parques se llenan”, dice. A ello se suma en verano o fiestas, el retorno de aquellos que tuvieron que marcharse de la localidad.

Los que sí obtienen algunas ventajas son los padres, ya que el Ayuntamiento sufraga el material escolar y también ofrece de manera gratuita las clases de apoyo fuera del horario establecido de clases. “En el colegio al ser tan pocos, si un niño tiene más problemas para aprender, los profesores le pueden dedicar mucha más atención”, asegura Francisco Lozano, alcalde del municipio y padre de Jorge y Ahinoa (7 años) .

David Lozano y Coral Ramírez junto a sus hijos, los más pequeños de Júzcar. David Lozano y Coral Ramírez junto a sus hijos, los más pequeños de Júzcar.

David Lozano y Coral Ramírez junto a sus hijos, los más pequeños de Júzcar. / Javier Flores (Júzcar)

En Cartajima la situación no es mejor, con tan solo seis niños en el colegio público. Una cifra que garantiza en estos momentos este servicio público, aunque existe una profunda preocupación para el futuro por la falta de nacimientos. En la actualidad tan solo una pareja tiene un niño menor de cuatro años.

La alcaldesa del municipio, Isabel Jiménez, se mostró preocupada por la situación y la falta de niños, algo que achacó a la falta de oportunidades laborales que hay y que provoca que los más jóvenes se marchen del municipios y sus hijos terminen naciendo en otras ciudades, en especial, de la costa malagueña.

Eso sí, cuando llegan los fines de semana, verano o fiestas, la imagen de las calles del municipio puede ser muy diferente a la habitual con muchos pequeños que vuelven al pueblo de sus padres para visitar a la familia o simplemente pasar unos días alejados del bullicio de las ciudades.

Precisamente, en los altos costes de vida que existen en las grandes ciudades tienen algunos responsables públicos puestas sus esperanzas para que algunos de esos vecinos que se marcharon puedan regresar.“En un pueblo con unos mil euros puedes vivir, en una gran ciudad es imposible”, dice la regidora de Cartajima, que también destaca otros aspectos que comienzan a valorar algunos jóvenes como vivir cerca de la naturaleza o la posibilidad de realizar teletrabajo.

Para ello es fundamental que se sigan manteniendo los servicios públicos básicos como el propio colegio. En este sentido, desde el Consistorio mantienen un programa para apoyar a los pequeños del municipio.

En concreto, se trata de una ayuda económica de 3.000 euros que se reparte a lo largo de los cinco primeros años. En este sentido, Jiménez explicó que las familias reciben 600 euros al inscribir al pequeño en el registro y en el padrón del municipio; 1.000 euros si se mantienen empadronados cuando comienza a asistir al colegio y 1.400 euros al cumplir los 5 años si continúa en el padrón y en el colegio.

Unas ayudas con las que buscan dar mayores ventajas a las parejas que apuestan por quedarse en Cartajima o trasladarse al municipio para vivir allí, como ocurrió recientemente con una familia de origen lituano que se instaló en la localidad con cuatro niños.

La llamada España vaciada también lo está de niños, aunque tampoco es un problema nuevo y hace tiempo que están en el límite para conservar servicios públicos tan básicos para las familias como los colegios. Un problema común en los pequeños pueblos y que va afectando a unos y otros en función de los años.

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