Opinión | Territorio Comanche
  • No es de recibo que un vecino del Puerto de la Torre tarde más tiempo en llegar a Málaga utilizando el transporte público, la famosa línea 21, que si fuese a Granada

  • Gentrificación verde

Movilidad real o colapso

Una familia en bicicleta en una jornada sin coches en el Parque de Málaga. Una familia en bicicleta en una jornada sin coches en el Parque de Málaga.

Una familia en bicicleta en una jornada sin coches en el Parque de Málaga. / Javier Albiñana

Escrito por

José Damián Ruiz Sinoga

Aunque las diferentes fuentes oficiales no se pongan de acuerdo en concretar la cifra exacta de turistas que vinieron a Málaga el año pasado, y sobre todo su incidencia tanto temporal como territorial, parece que se aproxima bastante a los niveles prepandémicos, es decir, muy buenos, y desde luego, rondando los 12,5 millones. De hecho, de cada 3 turistas que vienen a Andalucía, 1 lo hace a Málaga.

Este es un escenario para el que hemos de estar preparados, porque naturalmente, requiere de una serie de infraestructuras, y convendría no hacernos trampas al solitario. Y es que los requisitos infraestructurales no se derivan exactamente de un incremento demográfico, sino de la existencia de una población flotante desmesurada, que sí consume recursos, y que no paga impuestos como los residentes.

No vamos a insistir por aquí en la necesidad que se deriva de la aplicación de una tasa turística, tema tabú por estos territorios del sur. Es decir, en determinados momentos, y derivado de lo anterior la ciudad empieza a mostrar sus costuras en atascos, malas comunicaciones, carril bici de la señorita Pepis, y en lo que debiera ser la gestión del Plan de Movilidad Urbana Sostenible.

Es un tema que preocupa y mucho a las autoridades europeas, y por eso se elaboró un Libro Blanco sobre las áreas urbanas, con referencias a los planes de movilidad urbana, en el que se establecen procedimientos y mecanismos de apoyo financiero para preparar auditorías de movilidad urbana y planes de movilidad urbana, y crear un marcador europeo de movilidad urbana basado en objetivos comunes. Ahí se plantea la posibilidad de un enfoque obligatorio para las ciudades de un cierto tamaño, según normas nacionales basadas en las directrices de la UE.

Asimismo, se supedita la concesión de fondos de desarrollo regional y de cohesión a la presentación por parte de las ciudades y regiones de un certificado de auditoría de rendimiento y sostenibilidad de la movilidad urbana vigente y validado independientemente. Y se examina la posibilidad de un marco europeo de apoyo a la aplicación progresiva de planes de movilidad urbana en las ciudades europeas. Con esto, queda claro que no solo no podemos ir por libres en este tema, sino que nuestras actuaciones, caso de pretender financiación europea han de tener supervisión.

Las emisiones de gases de efecto invernadero del sector del transporte se han ido incrementando progresivamente, de ahí la necesidad de su control mediante estrategias sostenibles reales. Reducir significativamente sus emisiones y ser más sostenible constituye el reto más serio al que nos enfrentamos y eso no se hace escondiendo los vehículos como pretenden vendernos respecto al maravilloso Plan Málaga Litoral, por ejemplo, sino mediante estrategias que eviten su emisión.

Después se nos puede llenar la boca de sostenibilidad, pero el éxito de esta dependerá de nuestra capacidad para conseguir que el sistema de transporte urbano en su conjunto sea sostenible. Urge poner en marcha el vigente Plan de movilidad Urbana Sostenible, porque aunque el papel lo aguante todo, es necesario pasar a la ejecución de este. No es de recibo que un vecino del Puerto de la Torre tarde más tiempo en llegar a Málaga utilizando el transporte público, la famosa línea 21, que si fuese a Granada.

"Si queremos meter millones de visitantes y miles de nuevos vecinos habrá que pensar por dónde y cómo van a circular esas criaturas"

Poner en marcha de forma efectiva de una vez el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, como conjunto de actuaciones que tienen como objetivo la implantación de formas de desplazamiento más sostenibles (caminar, bicicleta, vehículo de movilidad personal y transporte público) dentro de una ciudad; es decir, de los modos de transporte que hagan compatibles crecimiento económico, cohesión social y defensa del medio ambiente, garantizando, de esta forma, una mejor calidad de vida para sus vecinos.

Es necesario que Málaga avance de una vez por todas en ese sentido. Es inconcebible que no dejen de plantearse continuamente propuestas basadas en la urbanización del territorio sin que lleven aparejadas estrategias de movilidad sostenible. Digámoslo claro, el inexistente tren litoral es una vergüenza, actual e histórica. Y litoral en Málaga es desde Manilva hasta Maro.

Que se garantice un sistema de transporte resiliente frente a futuras crisis también debe ser un objetivo clave de la política de transporte de la UE de ahora en adelante. Se habla de la ecologización de la movilidad, y no parece un mal concepto, para que el sector del transporte mejore. La movilidad debe basarse en un sistema de transporte multimodal, eficiente e interconectado, que esté reforzado por una red de tranvías asequibles, por una buena red de carriles bici, por abundantes infraestructuras de recarga y repostaje para vehículos de emisión cero y por una movilidad más limpia y activa como contribución al buen estado de salud y el bienestar de sus ciudadanos. Y estos preceptos se dan de bruces con la actual estrategia depredadora de nuestros recursos dirigida desde el consistorio.

Dejémonos de gaitas, las miles de personas que queremos instalar en los rascacielos han de poder acceder a los mismos, andando, en patinete, en bicicleta, en coche, en vehículo público, o en tirolina. Sin una gestión de la movilidad real, eso será el colapso.

En definitiva, una ciudad que pretende ser sostenible debe dirigir su estrategia de movilidad hacia la reducción de la dependencia respecto al automóvil, el uso de medios de transporte sostenibles, la disminución de los impactos negativos de los vehículos motorizados, la priorización de la accesibilidad y la proximidad como valores urbanos, la recuperación del espacio público para el uso y disfrute del ciudadano, la reducción de la siniestralidad y aumento de la seguridad vial, la adaptación normativa hacia los nuevos modos de movilidad, y el aumento de la autonomía de los grupos sociales sin acceso al vehículo privado.

Piensen un momento en cuanto de esto tienen a su alrededor y saquen sus propias conclusiones. Si queremos meter aquí millones y millones de visitantes, miles de nuevos vecinos y nosecuantas cosas más, habrá que pensar por dónde y cómo van a circular esas criaturas, y qué efecto va a tener eso para el medioambiente. O eso, o hacer más infografías y publicar más publireportajes. Así que menos pines en la solapa y más gestión.

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