Málaga

La musicoterapia y la danzaterapia como tratamiento complementario para adultos con autismo

Daniel Mateos y Lidia Atencia sosteniendo el libro que recoge su artículo

Daniel Mateos y Lidia Atencia sosteniendo el libro que recoge su artículo / Julia Ureña (Málaga)

Daniel Mateos, profesor titular en el área de Didáctica de la expresión musical, y Lidia Atencia, catedrática de Música y Artes Escénicas de la Junta de Andalucía, se conocieron en la Universidad de Málaga, cuando ella estaba haciendo su Trabajo de Fin de Máster en 2010 y él era su tutor. También lo fue durante su tesis doctoral, a partir de la cual empezaron a colaborar laboralmente en base al tema del empleo de la musicoterapia y la danzaterapia con personas gravemente afectadas por autismo.

Su primer artículo conjunto, titulado Las artes en psicoterapia y publicado por la editorial internacional Elsevier, partía de los resultados obtenidos por la tesis de Atencia y es uno de los más citados en su campo de estudio. En él, se exponen las consecuencias -todas positivas- que tuvo el uso de la musicoterapia y la danzaterapia en las 36 sesiones que realizaron con adultos autistas del Centro Pinares.

"A estas terapias se las conoce como alternativas. No son terapias medicalizadas y no les interesan a las grandes farmacéuticas porque no reportan un beneficio económico directo para ellas", explica Mateos. Por eso, las investigaciones sobre este tema son muy limitadas, sobre todo en casos con adultos. 

"En las sesiones encontramos que se desarrollaban una serie de aspectos que beneficiaban a los sujetos que fueron pacientes de la terapia, además, lo comparamos de manera cuantitativa con un grupo de control que no la estaba recibiendo", detalla el profesor.

Durante las intervenciones, había una rutina establecida en la que "entraban en fila de manera ordenada y nos sentábamos en los bancos y comenzábamos con una presentación, en la que decíamos nuestros nombres con sonidos o con música", añade Atencia.

Después, comenzaban con las actividades. En total, en las diferentes sesiones, se realizaron siete tipos de actividades: Deslizando en el suelo, Imagina que eres un pájaro, El juego de las emociones, Tocando instrumentos, El juego de la canción, Baile flamenco y La despedida.

En Imagina que eres un pájaro, actividad que les encantaba a los sujetos que recibían la terapia según Atencia, en parejas, tenían que mover una tela azul enorme que representaba el cielo, a la vez que otra de las parejas estaba sentada debajo y tenían que levantar los brazos tratando de tocarlo. De fondo, se escuchaba música relajante y sonidos de la naturaleza (agua, viento, pájaros...).

El artículo tuvo un impacto considerable en la literatura científica, hasta tal punto que contactó con ellos Vicky Karkou, una de las investigadoras más relevantes que hay en el campo del autismo y la arteterapia a nivel mundial. Les animó a realizar una continuación de su estudio para incluirla en un libro que se iba a publicar en Routledge, la "editorial científica número uno a nivel internacional".

En dicho follow up, titulado Looking at the Big Picture: Caregivers' and Relatives' Life-worlds on the Contribution of a Combined Dance/Movement and Music Therapy Intervention for Adults with Autism Spectrum Disorder, adoptaron una "visión cualitativa" e investigaron también las consecuencias que tenían sus intervenciones tanto dentro como fuera de ellas. Este aspecto diferencia su contribución del resto de estudios, que suelen centrarse únicamente en recoger datos durante las sesiones. "No solo queríamos saber qué pasa cuando trabajas con ellos, también el impacto que tienen estas terapias en su vida habitual, en el propio centro y con sus familias", aclara Mateos.

Aplicaron la fenomenología, "una metodología cualitativa para investigar el mundo de la vida". Los datos extraídos, recabados a través de entrevistas, diarios de campo y los propios informes emitidos por parte del personal de centro, revelaron una gran variedad de resultados positivos en los sujetos: presentaban una mayor motivación para participar en actividades; desde la perspectiva de las personas que trabajaban con ellos y sus familiares estaban más felices fuera de las intervenciones; demostraban una mayor satisfacción diaria, un impacto positivo en su bienestar y una mejor calidad de vida; mostraban algunas mejoras significativas en sus capacidades comunicativas y en el vocabulario; tenían mayor sensibilidad hacia la música y se produjo un aumento en sus intentos de establecer vínculos emocionales.

Con estas investigaciones -ambas con resultados francamente positivos- pretenden dar difusión a estas terapias, porque, como sostienen, "los familiares [de adultos con autismo] lo necesitan y quizás ni saben que existe esta posibilidad que va más allá de tomar una pastilla". Por supuesto, dejando claro que se trata de un tratamiento complementario que en ningún caso puede sustituir a la medicalización cuando es necesaria.

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