Ruido, el problema que retumba
Contaminación acústica · Análisis de los núcleos de población afectados en la provincia
Dos sentencias en Vélez-Málaga y Estepona avalan los derechos de los residentes, mientras en la capital Teatinos y el Centro avanzan hacia su regulación por la saturación.
Cuando el ruido se convierte en un problema que retumba, los vecinos, que han visto como su derecho al descanso se diluía, empiezan a albergar esperanzas. Las continuas llamadas a la Policía, los escritos dirigidos a las áreas municipales competentes y las denuncias cobran especial sentido cuando la Justicia les da la razón, el Defensor del Pueblo se pone de su parte y/o los propios Ayuntamientos se lanzan a atajar la contaminación acústica. En la provincia la primera sentencia que le dio la razón a vecinos se remonta a 2003, en Torre del Mar, en la que el Ayuntamiento fue condenado a pagar 2,8 millones de euros. La segunda, aún sin ejecutar, correspondió a los afectados por lo bares del puerto deportivo de Estepona. Mientras que en Torremolinos, con la llegada del nuevo equipo de gobierno, se ha intentado poner coto en Los Álamos y en la capital se avanza ya hacía las medidas necesarias para que El Romeral, en Teatinos, y las zonas más problemáticas del Centro empiecen a encontrar su silencio.
Las históricas denuncias de los vecinos de El Copo (Torre del Mar) en los juzgados de Vélez-Málaga tuvieron su efecto y se dictó una sentencia ejemplar que obligó al Consistorio a pagar 2,8 millones de euros a 18 propietarios del edificio Ipanema, colindante con el complejo de ocio. Fue en 2003 cuando el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) dictó la que pasó a ser la primera condena en la provincia contra un Ayuntamiento por no atajar el problema. Esta zona de Torre del Mar junto al paseo marítimo se puso de moda en los 90 y fue un punto de encuentro de la movida de toda la provincia.
La Administración local se vio obligada, además, a controlar la insonorización de los locales y a anular las licencias que no cumplían con las ordenanzas. En 2011, se acordó declarar la zona de El Copo como zona acústica saturada. Los retrasos en los pagos llevó a acumular una nueva deuda de 1,3 millones de euros de intereses. El ex alcalde Francisco Delgado Bonilla en su último mandato estableció un plan de pagos a diez años. Desde el Ayuntamiento explican que este año se han abonado 87.500 euros en el primer semestre por la condena y otros 75.190 en concepto de intereses, las mismas cantidades que se abonarán antes de que finalice el año.
Tras 12 años denunciando el exceso de ruido procedente de los chiringuitos, los vecinos de Los Álamos y La Cizaña (Torremolinos) no se dan por vencidos pese a que el nivel de la música ha bajado considerablemente este pasado verano. Así lo explica Jorge Gallego, presidente de una de las comunidades de vecinos y que durante años ha denunciado el problema. "Por primera vez en mucho tiempo se está actuando, se han cumplido los horarios de cierre y se ha bajado el volumen de la música", explica. No obstante, añade, "seguiremos en la lucha porque no queremos que esto vuelva a resurgir". Algo menos optimista se muestra Vicente Jiménez, otro de los vecinos afectados, quien asegura que "el ruido ha disminuido, pero sigue molestando, por lo que el problema continúa".
Desde la llegada de los primeros chiringuitos a la zona hasta los siete con lo que cuenta Los Álamos en la actualidad, el horario de apertura de estos establecimientos podía prolongarse hasta altas horas de la madrugada entre semana e incluso hasta primera hora de la mañana los fines de semana, según explican los vecinos. Ante esta situación, el nuevo equipo de gobierno limitó el horario hasta las 3:00 para ajustarse a la licencia de restaurante, algo que parece cumplirse "a rajatabla".
Tras las continuas denuncias, el Juzgado de Instrucción número 2 de Torremolinos abrió diligencias de contra el Ayuntamiento en torno a los expediente por exceso de ruido entre los años 2010 y 2014. El órgano judicial solicitaba el motivo por el que no se ha efectuado ninguna actividad de seguimiento de los expedientes archivados, "a pesar de las constantes denuncias". También pedía al Ayuntamiento que aclarase la razón por la que "no se ha abierto expediente alguno por ejercer en los establecimientos denunciados actividades no contempladas en el pliego de cláusulas de adjudicación". Al mismo tiempo, el equipo de gobierno inició una comisión de investigación, presidida por la líder de Ciudadanos en el municipio, Ángeles Vergara, con el objetivo de aclarar las responsabilidades políticas y administrativas.
Los vecinos de Estepona, por su parte, han criticado la continuidad de los excesos de ruido procedente de los locales del puerto. En noviembre del año pasado solicitaron la ejecución forzosa de la sentencia del TSJA, que además de ordenar al Ayuntamiento a cumplir el reglamento vigente sobre el control de ruidos y de llevar a cabo las medidas necesarias para conseguir que los ruidos no excedan de los límites establecidos, lo condenaba a indemnizar a más de una veintena de vecinos, que fueron los que interpusieron el recurso contencioso-administrativo.
Un año después, la lucha por el descanso de los vecinos parece continuar. "Mientras algunos locales sí han cumplido la normativa otros siguen con las puertas abiertas con lo que el problema sigue siendo el mismo", denuncia una de las vecinas. Desde el Ayuntamiento, en cambio, mantienen que no ha habido dejación de funciones y destacan que se realizan controles de forma periódica en los locales tanto por parte de técnicos de Comercio como por la propia Policía Local. El Ayuntamiento señala, además, que aún se está a la espera de que el TSJA dilucide cómo debe ejecutarse la sentencia.
En Nerja, los problemas de exceso de ruido se localizan en la plaza Tutti Frutti. Se trata de una zona de ocio céntrica en la que existen alrededor de una docena de bares y cafeterías donde los fines de semana se concentra parte de la movida nocturna. Mientras que los primeros tienen prohibido colocar sillas y mesas en el exterior, los segundos sí pueden tenerlos. Tras varias denuncias vecinales por ruido, el Ayuntamiento obligó a los locales de ocio a cumplir la normativa andaluza, y por tanto a retirar esas terrazas que no estaban autorizadas.
Esta zona de bares es prácticamente la única que existe en Nerja y los establecimientos de restauración y copas nacieron de forma paralela a los bloques de viviendas en la década de los 80. Actualmente, según fuentes municipales todos cumplen con la normativa municipal, y las cafeterías no ponen música y retiran las mesas del exterior a las dos de la mañana, mientras que los locales de ocio están insonorizados y no disponen de terraza.
En la capital, el centro histórico y el barrio de El Romeral (Teatinos) avanzan por fin hacia lo que podría ser su declaración como zonas acústicamente saturadas. Hace un año se realizó un proyecto de medición del ruido y ahora el área municipal de Medio Ambiente ya ha concluido el borrador de propuesta de declaración de zonas acústicas especiales. Lo que no quita que aún queda por delante un largo camino de trámites para consensuar un plan de acción y que el mismo se apruebe en el Pleno. Por eso los vecinos aplauden la iniciativa a la vez que la miran con cierto recelo. Los residentes de ambas zonas han desarrollado desde hace años una incansable lucha para garantizar el derecho al descanso y al silencio en su domicilio. Algunos incluso, como los del entorno de plaza Mitjana, se plantean la vía judicial, aunque desde el pasado mes de septiembre la Policía Local ha conseguido reducir la concentración de personas bebiendo fuera de las terrazas habilitadas en los bares de la zona.
Desde la Asociación de Vecinos Centro Antiguo, su presidenta, Ester Ramírez, explica que hace 15 días le solicitó precisamente información al respecto al Ayuntamiento. El martes, 8 de noviembre, el colectivo celebra una reunión anual con sus socios, "y nos gustaría poder contar algo sobre el tema, porque es un problema que preocupa, además de que ya ha pasado un año desde que se midió el ruido", expone Ramírez.
El vicepresidente de la Asociación de Vecinos El Romeral Contra el Ruido, Miguel Ángel Gil, lamenta que desde que el Defensor del Pueblo Andaluz instara al Ayuntamiento a actuar en la zona el año pasado, "sigamos con los mismos problemas". A la espera de una nueva ordenanza de terrazas, de la declaración de zona acústicamente saturada y de poner coto a la saturación de hostelería que sufre el barrio. En el caso de Teatinos, son las avenidas Andrómeda y Plutarco, con una gran concentración de actividad hostelera, los puntos donde el ruido supera los límites permitidos en horario nocturno y durante los fines de semana. El centro, sin embargo, alberga zonas que incluso en horario de tarde han reflejado problemas de ruido por la concentración de personas. Fueron las calles Capitán y Álamos las que revelaron los datos más preocupantes tras la medición de ruido del año pasado.
Antequera, por su parte, optó por acotar el botellón para zanjar las quejas, que en su caso no provenían de los vecinos sino de un hotel. El Ayuntamiento habilitó una zona de aparcamiento para el consumo de alcohol impidiendo durante esas horas el acceso de vehículos, con lo que consiguió evitar el ruido provocado por los equipo de música y solucionar así el problema. La zona de concentración de bares de copas también suscitó las quejas de algunos vecinos, por lo que el Consistorio realizó varias mediciones de decibelios. Fue entonces cuando se les dio un toque de atención a los locales para que controlaran que sus clientes no permanecieran en la calle consumiendo alcohol. En Ronda el Ayuntamiento también tiene hay habilitado un espacio de botellón, en una parte de los Jardines de Blas Infante, próximos a varios establecimientos hoteleros del centro. Tras unos primeros años de quejas por parte de los clientes, se procedió a restringir el acceso de los jóvenes a las zonas más próximas a los alojamientos para tratar de evitar problemas.
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