Terremotos en alborán: la larga senda dejada tras el seísmo de 2016
El temblor de 6,3 de magnitud registrado hace un año acumula ya 3.200 réplicas
En el último mes ha habido una docena, aunque los expertos consideran que es la actividad sísmica normal de la zona
El 21 de enero de hace justo un año un terremoto de 4,9 de magnitud, registrado en el mar a una profundidad de unos 22 kilómetros al norte de África, se dejó sentir en Melilla y buena parte de la provincia de Málaga, e incluso Jaén, Granada, Cádiz y Córdoba. No hubo daños personales ni materiales, pero la alarma se extendió como la pólvora por el temblor que numerosos malagueños manifestaron haber percibido pasado el mediodía. Pero ese seísmo sólo fue el precursor del que cuatro días más tarde sorprendió de madrugada y que resultó ser uno de los más graves de la serie histórica del mar de Alborán. Tuvo 6,3 de magnitud y sus efectos aún casi un año después se siguen notando.
La larga senda dejada por el gran terremoto del 25 de enero de 2016, registrado a las 5:22 de la madrugada a unos 45 kilómetros del ocurrido días antes y a 162 kilómetros del litoral, se traduce en las alrededor de 3.200 réplicas que acumula ya, según los datos facilitados a este periódico por el Instituto Universitario de Investigación Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos de la Universidad de Granada.
Aún hoy se siguen produciendo episodios sísmicos en el mismo punto asociados a la gran sacudida de un año, aunque la cantidad va progresivamente disminuyendo. La responsable del área de Prevención de ese organismo, Mercedes Feriche, explicó, de hecho, que en el último mes apenas se han podido localizar entre diez y 12, aunque ya con una magnitud no superior a dos.
De hecho, los pequeños movimientos sísmicos registrados en las últimas semanas, aunque asociados al terremoto de hace un año por localizarse en la misma zona, ya se son considerados como parte de "la actividad normal en el mar de Alborán", dijo la experta.
Estas réplicas son ya de tan baja magnitud que, según Feriche, "están resultado difíciles de localizar", una labor de identificación que además se complica por el propio ruido que genera el mar Mediterráneo a esas profundidades. Un año de movimientos sísmicos que el Instituto Universitario de Investigación Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos ya advirtió que podría ocurrir y que, sin embargo, se concentraron fundamentalmente en los primeros meses. Prueba de ello es, según los datos de la red sísmica de esta institución, que entre los días 21 y 31 de enero del año pasado se produjeron 1.322 eventos sísmicos algunos de ellos también de una magnitud considerable superior a 5.
Aunque en las 3.200 réplicas registradas en los últimos doce meses se incluyen todas las que fueron de una magnitud superior a 1,5 que apenas son sentidas por la población, las consideradas grandes por tener una magnitud superior a cuatro han sido unas 324 en base a los datos recogidos por la red sísmica andaluza.
Los eventos sísmicos han ido disminuyendo progresivamente en los últimos meses, especialmente a partir de mayo. De hecho, en febrero del año pasado hubo en torno al medio millar, otros tantos en marzo, ya 200 en abril y un centenar en mayo, mientras que a partir de ese momento la cifra mensual ya ha ido bajando de esa cifra hasta la docena del último mes.
A pesar de la espectacularidad de la cifra, la responsable del área de Prevención de ese organismo volvió a señalar que "lo que está ocurriendo está dentro de lo normal tras un seísmo de esas características". También ha ocurrido en otros casos, como tras un terremoto registrado en Torreperogil (Jaén) en 2013 y que derivó en un enjambre sísmico que provocó una gran alarma en la zona al ser en ese caso muy superficiales.
Pero el registrado el 25 de enero del año pasado ha sido el terremoto más grande registrado en Andalucía y en el mar de Alborán desde que hay registros instrumentales tras el que hubo en Albuñuelas (Granada) en 2010, que tuvo una magnitud de 6,3, y que acabó con la vida de más de 500 personas en 2004 en Alhucemas, precisamente a unos 45 kilómetros del ocurrido hace un año y a 162 kilómetros del litoral de Málaga.
El sismo propiamente dicho duró en torno a 40 minutos, desde que se empezó a detectar la deformación de la forma de onda hasta el final. Sin embargo, fue percibido por la población durante apenas unos 10 ó 20 segundos como máximo. Pero ese tiempo pareció una eternidad para las personas que lo notaron y que provocó una avalancha de llamadas al servicio de Emergencias 112 por la alarma generada.
Se trata de determinar la predicción de un terremoto de cierta magnitud en la zona indicada. En este procedimiento comenzaron a trabajar el grupo de investigación Estructuras y Geotecnia de la Universidad de Sevilla liderado por los profesores Francisco Martínez y Antonio Morales. Lo aplicaron en la zona más activa del país durante los últimos tiempos, el Mar de Alborán. Según sus cálculos, elaborados a través de los resultados obtenidos, la eficacia podría llegar a ser de un 80%, aunque todavía restan muchos pasos por dar. La idea no es otra que adelantarse a un seísmo de gran magnitud con en torno a una semana de anticipación.
Para toda su experimentación, los investigadores realizan dos tipos de predicciones: la probabilidad de que un terremoto sea de magnitud mayor que un determinado valor umbral, así como la probabilidad de ocurrencia de un terremoto de magnitud dentro de un determinado intervalo de tiempo. En ambos casos, se mide la probabilidad de que ocurran en los siguientes cinco o siete días, para los casos de Chile y de la Península Ibérica, respectivamente.
La precisión del método se evaluó en experimentos retrospectivos. La alta tasa de éxito alcanzado apoya la conveniencia de la aplicación de técnicas de minería de datos en este ámbito, según los investigadores, y plantea nuevos retos que deben abordarse.
Las redes neuronales artificiales son un paradigma de aprendizaje y procesamiento automático inspirado en la forma en que funciona el sistema nervioso de los animales. Se organizan de una forma parecida a las del cerebro y presentan algunas características propias de las neuronas humanas: capacidad para aprender, generalizar y abstraer o considerar por separado cualidades.
Aunque en el mercado ya existen diversos aparatos que detectan con cierta anticipación el riesgo de un terremoto, ninguno es tan preciso y tampoco tiene posibilidades de ampliar su desarrollo o entregar datos analíticos. Francisco Martínez Álvarez, miembro del grupo TIC-200: Sistemas Inteligentes y Minería de Datos de la Universidad Pablo de Olavide, afirma que este modelo es capaz de predecir terremotos con alta fiabilidad, para una incertidumbre temporal de entre cinco y siete días y con una margen de error espacial del orden de, aproximadamente, cien kilómetros cuadrados. Aun así, el mundo de los seísmos ha sido impredecible y queda mucho en lo que indagar.
La comunidad científica asume libre y eficazmente el trabajo de estudiar el porqué con el fin de adelantarse a los acontecimientos, a pesar de la dificultad que con la tecnología actual (y seguramente con la futura) esto entraña. El proyecto Incrisis arroja datos sobre los terremotos que se registraron durante el pasado mes de enero. Da a conocer sus causas y sus consecuencias, aunque el proceso de estudio debe ser metódico y alargado en el tiempo para extraer conclusiones rotundas.
El estudio desarrollado por la Armada Española, a borde del buque Hespérides, y el trabajo del doctor de la Universidad de Granada, Jesús García Galindo, encargado de liderar el proyecto en colaboración con la doctora Gemma Ercilla, arroja datos de relevancia. El primero de ellos es la aparición de una desconocida y sorprendente falla de en torno a los 20 kilómetros de longitud culpable de los seísmos que se han producido más al oeste. Las fallas de reciente descubrimiento revisten más importancia, porque la primera vez que se rompe una roca por temblor guardan una mayor energía elástica que se acumula por el roce de placas, por lo que los terremotos suelen ser de más volumen.
Las redes neuronas artificiales (RNA) se inspiran en el funcionamiento del sistema nervioso. Una red de puntos que, entre sí, estrechan lazos y colaboran para determinar un estímulo. Aplicado al ámbito científico que trata de predecir los terremotos, una neurona artificial es una unidad elemental de proceso que ejecuta cálculos a partir de un vector de entrada, procedente del exterior, o de otras neuronas. Esta es la base estructural de las RNA.
No hay comentarios