El crimen de Torremolinos aumenta la escalada de violencia en la Costa del Sol

Sucesos

Empresarios y trabajadores de Playamar afirman que la zona es segura y que la presencia policial es constante todos los días del año. Testigos hablan de un "ajuste de cuentas" y un caso "aislado"

Un coche de la Policía Local, ayer frente al restaurante Tiki

En la mañana de ayer no había en Playamar ninguna señal que evidenciara que en la noche anterior un hombre encapuchado entró en un restaurante para asesinar a tiros a un cliente que cenaba acompañado por una mujer. Nada, salvo las patrullas de la Policía Nacional y Local por el paseo marítimo. La normalidad era la tónica reinante en la zona. Incluso el propio restaurante Tiki, en el que ocurrió el crimen, colgó el cartel de cerrado pero recibió a los comensales que tenían reserva. “Esto no pasa aquí nunca, seguridad hay mucha, la Policía pasa por aquí continuamente”, decían varios trabajadores de un establecimiento cercano. Sin embargo, este nuevo caso de un posible ajuste de cuentas agrava la escalada de violencia que sufre la Costa del Sol.

“Está claro que han ido a por él, ha sido un ajuste de cuentas, eso lo saben los propios empleados del Tiki, que fueron buscándolo a él”, relató un camarero de la zona. Al parecer, contó, “fue rapidísimo, entró encapuchado, le disparó a bocajarro y salió andando por la calzada, hasta que en el paso de peatones echó a correr y se subió en el asiento de copiloto de una furgoneta blanca”.

"Está claro que ha ido a por él, ha sido un ajuste de cuentas, entró buscándole, fue rapidísimo"

El transporte que lo esperaba para la huida estaba junto al minigolf de Playamar. “Le vi la pistola, la llevaba en la mano izquierda, pegada a la pierna pero sin guardarla”, dijo otro trabajador de la zona. “Era un hombre delgado, más bien alto, con zapatillas de deporte”, agregó. Antes, había escuchado los disparos, unos golpes secos y repetitivos que le parecieron como un petardo o algún coche de lujo exhibiéndose en la calle. Los clientes de su establecimiento ni siquiera se dieron cuenta de lo ocurrido, según explicaban un camarero y un cocinero. Solo cuando minutos después llegó la Policía Nacional a toda velocidad y los servicios de emergencias se percataron de que algo estaba ocurriendo.

"El hombre no era un cualquiera, había venido en un Audi robado, tenía varias identidades falsas, además de bastante efectivo"

“El hombre no era un cualquiera, había venido en un Audi robado, tenía dos móviles y varias identidades falsas, además parece ser que también disponía de bastante dinero en efectivo”, afirmó un trabajador de un local cercano. Éste llegó hasta la puerta del Tiki poco después de lo ocurrido y escuchó a gente gritando y llorando. “Fue de película, los clientes se quedaron dentro, pasó todo muy rápido, me puse nervioso, no sabía qué había pasado”, explicó. Sin embargo, comentó, “creemos que ha sido algo aislado”.

En otro restaurante, el dueño aseguró que “no hay ninguna sensación de inseguridad, llevo 19 años aquí y es la primera vez que pasa algo así, ya se sabe que ha sido un caso aislado, un ajuste de cuentas entre personas que no frecuentan esta zona”. Unos vecinos de Playamar relataban que estaban cenando y fue el despliegue de las fuerzas de seguridad lo que los alertó. “Aquí vigilan el paseo marítimo las 24 horas, se vive muy tranquilo, no hay problemas de robo ni nada, es un lugar muy apetecible, la verdad”, indicaron. Las sensaciones eran idénticas en chiringuitos, tiendas y otros establecimientos, que recibían a sus clientes para el almuerzo con absoluta normalidad. “Muchos ni siquiera saben lo que pasó”, apuntó un empresario hostelero.

"No hay ninguna sensación de inseguridad, llevo 19 años aquí y es la primera vez que pasa algo así, se sabe que ha sido un caso aislado"

La Policía Nacional continúa con la investigación abierta y ayer, al cierre de esta edición, aún no se habían practicado detenciones. A la espera de la autopsia, la identidad del fallecido también seguía sin trascender.

Tiroteos, secuestros y explosiones vinculadas al narcotráfico

La violencia que llevan años sufriendo en localidades como Marbella se trasladó el pasado sábado a Torremolinos y este nuevo asesinato empeora aún más la tensa situación que están viviendo las fuerzas de seguridad en la Costa del Sol para luchar contra el crimen organizado y el narcotráfico. Según se desprende de las investigaciones policiales, los narcos han pasado a un segundo nivel y han recurrido en tres ocasiones en apenas un mes a los atentados con bombas. Varios establecimientos han sido volados por los aires para avisar a los rivales de que deben saldar sus deudas, generadas por los vuelcos o robos de drogas. Los sindicatos policiales aseguran que los medios, tanto humanos como materiales, son insuficientes para la lucha contra el crimen organizado, que ya registra cerca de una quincena de episodios violentos entre asesinatos, tiroteos y secuestros. Las organizaciones piden refuerzos. “Lo seguimos intentando pero o podemos llegar a todo”, reconoce una portavoz del sindicato SUP y cifra en un millar el número de agentes necesarios para garantizar la seguridad en las calles.

Desde la Policía Nacional aseguran que la violencia registrada en la costa responde casi exclusivamente al hecho de que las bandas “quieren cobrar el saldo de la droga”. Y si antes había más respeto al orden jerárquico de una organización, ahora la necesidad de enriquecerse de forma rápida propicia los robos entre grupos y la muerte como represalia. “Antes se ajustaban cuentas enviando a un sicario a casa, ahora lo hacen en público, para que todos tengan conocimiento de que hay una deuda pendiente”, agrega una portavoz sindical. Un ejemplo de ello se vivió el pasado mes de mayo, cuando un hombre fue abatido a tiros tras salir de la comunión de su hijo junto a su familia y amigos. El autor del crimen, oculto bajo un casco, se acercó para descerrajarle varios disparos que acabaron con su vida.

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