La loca aventura de vaciar la vejiga en la Feria del centro
Los usuarios de la fiesta del casco histórico exigen aumentar el número de retretes Los locales aledaños se quejan de la falta de estos
La Feria de Málaga lo tiene todo, en cada rincón, calle o plaza cualquier hecho mundano puede convertirse en toda una aventura repleta de emociones. ¿Hay algo más mundano y natural que la necesidad de orinar? A todo aquel que sienta la llamada de la naturaleza en la Feria del centro se le presenta un reto de gran magnitud. En primer lugar, toca decidir. Para los vagos, para los necesitados, para los que tienen una pequeña vejiga y para los que no necesitan más que un rincón. Las posibilidades infinitas.
Por un lado, está la opción de decidir aguantar como un campeón hasta llegar a casa toda una proeza no apta para vejigas de capacidad reducida. También hay quienes deciden ir a los dos baños portátiles situados al principio de la calle Larios o los ubicados en la sede de Turismo Andaluz (homenaje por resistir un camino imposible de recorrer en menos de 20 minutos), lo que supone una alternativa más que admirable muestra del civismo más pulcro y de la voluntad más benévola.
Pero quizás, lo más puntero en el top 10 de los tejemanejes en la búsqueda de orinales, es mendigar a un establecimiento la entrada (con suerte gratuita) a un glorioso y reluciente baño de verdad.
Pero el juego del orinal no es tan sencillo y requiere de artimañas casi de manual para conseguir ese codiciado baño de cerámica. "La gente se cree que estos baños son públicos y no lo son", afirma Francisco Rodríguez, dueño de uno de los bares que cercan la plaza Uncibay, epicentro de concentraciones de gente bebiendo en la calle. "Entra muchísima gente y lo peor es que usan el baño para cosas inimaginables, por eso exigimos que consuman mínimo una caña si quieren usarlo", explica.
La afluencia de gente entrando y saliendo a los bares y restaurantes es difícil de controlar, por lo que la mayoría de establecimientos optan por la contratación de personal que vigile la puerta. Así lo explica Joaquín Carrillo, portero de otro de los pubs de la plaza Uncibay, "hay demasiada gente haciendo botellón que quieren usar tu bar como baño público y como verás en la plaza sólo hay un caseta con baño para los más de ocho establecimientos que estamos aquí". La norma es," si consumes, tienes prioridad". Rodríguez argumenta que "con experiencia y cobrando la consumición para entrar al local" se solventan muchos problemas relativos "al intrusismo en los baños". "No podemos consentir que alguien que está consumiendo dentro no pueda entrar al baño porque hay gente de la calle que lo está ocupando", añade, mientras pide encarecidamente que aumenten el número de baños portátiles.
Ahora llega el momento de los que quieran derrochar adrenalina, los que vienen a la Feria con la intención de vivir al límite todos y cada uno de los momentos, aunque estos sean los más íntimos. ¿Quién se atreve a entrar 'En la caja'? El programa de televisión que invitaba a famosos del panorama nacional a vivir experiencias fuera de lo común, también puede disfrutarse si existe algún valiente que decida utilizar el único retrete de la plaza de Uncibay. Como si de un juego de arcade se tratara, conlleva saltar botellas, esquivar obstáculos varios y llegar al baño, a poder ser, con los pies secos. Aunque, pensándolo bien, no importa, ya que nadie que se haya sentado en el trono bajo el obelisco ha conseguido salir con los pies secos. Por último, y una vez terminada la kilométrica cola que precede al interior, llega el momento de cerrar las fosas nasales y ser el más rápido del lejano oeste, a poder ser, sin desmayarse por la falta de aire.
Sabes dónde entras, pero nunca donde saldrás. Una marabunta de gente conduce tu momento más íntimo con balanceos, zarandeos y sacudidas haciendo que el baño se desplace por el suelo de plaza como si de un cubito de hielo se tratara. Golpes y palos, muchos palos, auguran la salida triunfal de aquel valiente que haya decidido someterse e introducirse en "La Caja de la plaza Uncibay".
"No podemos entrar porque el olor es vomitivo porque son asquerosos desde primera", explican Marina Escaños, Estefanía Fernández e Icíar Rando mientras beben en la plaza Uncibay, que exigen más baños y un mayor cuidado de los mismos. "Además nunca hay papel, y ya no hablamos de que tienes que entrar mientras te mira toda la plaza", comentan. Y es que cuando una malagueña que dice estar "enamorada de su Málaga", explica que en la Feria de Sevilla "están mil veces más limpios y cuidados", el problema de los inodoros empieza a ser una realidad.
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