Málaga

El azulejo del Café Central ya tiene nueva casa: la peña Juan Breva

  • Otras dos piezas que se encontraban en la fachada del café se han colocado en el colegio Los Olivos

Los dos azulejos colocados en el colegio Los Olivos.

Los dos azulejos colocados en el colegio Los Olivos. / M. H. (MÁLAGA)

Tan solo dos días después de que el Café Central cerrara sus puertas, sus míticas piezas de cerámica que ilustran las diferentes formas de pedir el café en Málaga y parte de la historia del negocio ya tienen nueva casa. La más representativa, la que fue elaborada por Amparo Ruiz de Luna y se encontraba situada en el interior del establecimiento, se colocará en la fachada de la peña Juan Breva, en el número 4 de la calle Ramón Franquela.

El dueño del Central, Rafael Prado, revela a este periódico que “tenía una oferta muy buena de un comprador”, cuya cantidad le habría permitido comprarse un coche, bromea. Sin embargo, explica que la declinó para ceder el azulejo al Ayuntamiento, “con la única condición de que lo colocase en una pared pública”.

Aunque todavía no se ha anunciado la fecha de su colocación, el Consistorio ya ha escogido el exterior de este museo de flamenco para exponer el cuadro que ilustra desde el solo hasta el no me lo ponga, pasando por la nube o el mitad, entre otros.

Otras dos piezas, las que estaban situadas en la fachada de la calle Santa María, ya se han colocado en la mañana de este miércoles en el colegio Los Olivos –centro educativo al que ha asistido Prado y su familia–, concretamente en una pared del patio, junto a la cafetería.

Una de ellas ilustra también la forma de pedir el café en Málaga, aunque lo hace en latín. Una traducción que fue hecha por el cura Laureano Manrique, antiguo profesor de Los Olivos. Mientras que la segunda narra la historia del Central.

El director del colegio, Agustín Herrera, cuenta que el centro y la asociación de antiguos alumnos del colegio se pusieron en contacto con Rafael tras conocer que buscaba un lugar para exponer los azulejos. “Queremos que los jóvenes no pierdan la tradición de cómo se pide un café aquí, ya que forma parte de la idiosincrasia malagueña”, manifiesta.

Y es que Prado ya explicó a este periódico que en 1954 –durante la posguerra–, y a consecuencia de la escasez de café que había, fue su padre, José Prado, quien decidió crear lo que posteriormente se ha convertido en la Biblia del café malagueño, para evitar tirar el café que servía y volver a hacer otro si el cliente no estaba conforme. Así, Prado puso distintos nombres a este manjar según la cantidad exacta de café y la proporción justa de leche que quería el consumidor.

Tras más de 100 años, el Café Central cerró con motivo de la jubilación de Rafael y los arrendamientos “tan altos” que hay en el centro. Ahora asegura que tiene “dos kilos y medio de pena”, pero reconoce tener el sueño de que, en un futuro, el Central de la Plaza de la Constitución vuelva a revivir.

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