Málaga

El comercio tradicional en Málaga pierde la batalla contra las franquicias

  • La falta de relevo generacional, el alto precio del alquiler de los locales o la reducción de márgenes por los continuos descuentos lastran al sector

  • Doña Mariquita o Cartonajes Álamos son dos de los últimos ejemplos en cerrar

Fernando Villén, propietario de Doña Mariquita, se jubila

Fernando Villén, propietario de Doña Mariquita, se jubila / Javier Albiñana (Málaga)

La tienda de disfraces Gato Negro, la de deportes Zulaica, la cafetería Doña Mariquita, Cartonajes Álamos... El número de comercios tradicionales que cierran en Málaga crece a pasos agigantados y cada vez es más difícil hallar un comercio autóctono entre tanta franquicia y bazar. La jubilación de los dueños y la falta de una segunda o tercera generación que quiera seguir con el negocio es una de las principales causas de esta estampida, aunque también hay otros elementos importantes a tener en cuenta. Uno de ellos es el fuerte aumento del precio del alquiler de los locales, principalmente en el centro histórico, que dificulta la viabilidad de las tiendas. A eso hay que añadirle la necesidad continua de hacer descuentos prácticamente todo el año para poder competir con las franquicias, una política complicada cuando la capacidad de compra y de negociación de precios con los proveedores es reducida.

“Estamos viendo una sangría de comercios tradicionales. Hay ciertos establecimientos que optan por decir adiós porque no quieren complicaciones o no lo ven rentable. Es algo que no es agradable pero es verdad que está pasando”, explica Salvador Pérez, presidente de la patronal Comercio & Málaga. Este experto detalla que “estamos todo el año con descuentos y eso no ayuda ya que si debemos tener precios bajos de manera permanente nos afecta al margen” y afirma que “vemos muchas franquicias, muchos bazares y es complejo poder competir con todo eso”. En cualquier caso, Pérez no quiere mostrarse especialmente pesimista. “Es una situación que nos preocupa porque el encanto del negocio tradicional se está perdiendo, pero también es cierto que están naciendo nuevos comercios. Al final todo es una evolución del mercado, ciclos y tendencias”, apunta.

El comerciante y ex presidente de la Federación de Comercio de Málaga (Fecoma) Enrique Gil denuncia que “en los últimos años se han ido produciendo bajas en el comercio tradicional de manera permanente” y hace hincapié en los locales situados junto a las obras del Metro, que han visto sus cuentas duramente castigadas hasta el punto de que muchos establecimientos acabaron cerrando sus puertas o mudándose a otras calles. Gil destaca que “siempre hemos reclamado a la Administración que haya una regulación para que haya un mayor equilibrio entre las grandes superficies y los pequeños comercios pero no se ha practicado nunca”. Este comerciante vería positivo que se “repitiera” la moratoria de grandes superficies comerciales que se puso en marcha en Andalucía hace unos años y asegura que el comercio tradicional “no ha recibido ninguna ayuda del Ayuntamiento de Málaga”, en referencia al PP y su socio de gobierno Ciudadanos.

Miguel Ángel Pérez, el último propietario de Cartonajes Alamos Miguel Ángel Pérez, el último propietario de Cartonajes Alamos

Miguel Ángel Pérez, el último propietario de Cartonajes Alamos

Málaga se ha convertido en una ciudad de moda. Su amplia oferta cultural atrae cada año a más de un millón de turistas y en el puerto atracaron el año pasado 296 cruceros con más de medio millón de pasajeros. Eso es un reclamo en letras mayúsculas para las grandes firmas comerciales, que están acaparando la mayoría de locales del centro histórico con especial incidencia en la calle Larios.

Un informe publicado por el portal Idealista indicaba que la rentabilidad media de comprar y alquilar un local comercial en Málaga capital era del 8,4% en el año 2017 y llegó incluso a ser del 11,1% en 2016, siendo la más alta de España en ese ejercicio. Un local comercial es más rentable que alquilar una vivienda, una oficina o un garaje y eso despierta el apetito de los inversores. Al haber más demanda, el precio sube y pagar el alquiler, sobre todo para pequeños comercios, se hace prácticamente inviable. Es la misma espiral de las viviendas turísticas y se está llevando por delante a muchos comercios históricos.

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