El imperio de la droga de 'Don Carlos', el narco “resabiado” que se codeaba con cárteles colombianos
El histórico traficante se mantuvo “desafiante” y "poco colaborador" incluso el día de su detención en Marbella y durante el registro de su casa, donde la Policía se incautó de más de 200.000 euros

A diferencia de otros narcos, gustosos de imponer su jerarquía a base de músculo e intimidación, Florentino C. F. –que se hace apodar Don Carlos– se ganaba la fidelidad y el respeto de los suyos imbuido en la cierta sensación de impunidad que le permitía su vejez. “Nadie iba a fijarse en un tipo de 76 años. Por eso estaba tranquilo; pasaba desapercibido, como el típico fugitivo que piensa que no lo van a pillar”, explica a este periódico uno de los investigadores de la Policía Nacional que seguía sus pasos desde hacía 18 meses.
Pero Don Carlos gozaba de otra gran fortaleza, la que le proporcionaban sus contactos para ocultar los presuntos beneficios ilícitos que lograba del narco. “Se le notaban las tablas que tenía. Manejaba la situación con solvencia. Tenía contactos en Madrid, en Colombia y en Venezuela con gente de mucho dinero procedente del tráfico de drogas”, apunta el experto en la lucha contra esta delincuencia y el crimen organizado.
El histórico traficante, ahora de nuevo en prisión provisional como supuesto cabecilla de una organización, no escatimaba en medidas de seguridad para eludir la presión policial. Su nombre se relaciona con los principales cárteles de droga de Medellín y Cali, en Colombia. Vivió en Venezuela y, desde que regresó a España, hacía de intermediario y de comisionista que se codeaba con afamados inversores. “A pone en contacto a B y C. El primero se lleva una parte, como casi un representante de fútbol”, atestigua el agente. Así manejaba, presuntamente, los hilos de oscuros negocios ligados, principalmente, al sector del ladrillo.
Don Carlos es una figura clave en el mundo del narco. Un pata negra de los que demuestran que puede encarcelarse al narcotraficante, pero no al narcotráfico. La Audiencia provincial lo condenó en 1998 a 24 años de prisión acusado de liderar una banda que secuestró a dos mujeres por una deuda pendiente. Sin embargo, lejos de disuadirle de sus turbias actividades, el tiempo que estuvo entre rejas le sirvió para tejer relaciones que le vincularon aún más con la delincuencia.
Tras quedar en libertad, el presunto traficante se refugió en la Costa del Sol. Vivía en un adosado cerca de la playa, en Marbella, junto a su mujer –más joven que él y, a priori, alejada del negocio de la droga–.
Una gigantesca red de lavado de dinero
Durante las vigilancias policiales, a veces durante los siete días de la semana, Don Carlos, que había puesto en marcha una gigantesca red de lavado de dinero, quedó al descubierto. “Sabíamos dónde vivía, cuáles eran sus hábitos, su rutina. Había veces en que le hacíamos un seguimiento incluso los fines de semana”, revela el investigador.
La suya no era una moda ‘narco’. Ni llevaba chándal brilli brilli, ni sudaderas con capuchas y, menos aún, chanclas Armani. Acostumbraba a vestir Lacoste, Burberry y Paul&Shark, vaqueros y chinos. “No es el típico chusma con chándal verdulero. Se movía en ambientes selectos y se reunía con gente con cierto poder económico. En Marbella, aunque mantenía muchas citas, actuaba en solitario”, recalca el agente.
Con cerca de 80 años, el histórico narco conservaba la misma “soberbia” que antaño y también una actitud “casi desafiante” el día en el que la Policía frustró su negociación para mover un cargamento de 60 kilos de cocaína camuflada en cajas de flores. Fue arrestado mientras apuraba un café en un bar de Marbella. Y, paralelamente, los investigadores interceptaron el alijo que había sido trasladado a una nave industrial en Sevilla. “Ha sido una alegría cogerlo. Llevábamos un año y pico detrás de él”, se felicita el experto antidroga apenas un mes después de la detención.
La Policía pretende ahora intervenir sus bienes inmuebles, por valor de 350.000 euros. En el registro de su domicilio, ya le incautaron, entre otros, más de 200.000 en efectivo, se mostró “poco colaborativo”. Su imperio había vuelto a desmoronarse.
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