Las recetas para ser feliz en el trabajo

La mayoría de las personas desean que les toque la lotería para poder dejar de trabajar. Sin embargo, a la hora de la verdad, el gusanillo del empleo y la ocupación diaria siempre se tiene ahí, aunque para eso es básico ser feliz en el puesto. ¿Es eso una utopía? Parece que no. De hecho, el 74% de los andaluces afirman que se sienten felices en su puesto de trabajo, según la VIII Encuesta Adecco La felicidad en el Trabajo publicada por la firma especializada en recursos humanos Adecco. La nota negativa es que, pese a que ya se ha superado la crisis económica, es el dato más bajo desde que esta firma inició esa encuesta en 2011 y es dos puntos inferior a la media española.

¿Cuáles son las recetas para ser feliz en el trabajo? Obviamente debe haber una buena disposición por parte de la empresa, del jefe y del empleado y cada caso es un mundo, pero según este informe el aspecto más valorado por los trabajadores andaluces es que haya un buen horario que permita conciliar la vida laboral y familiar. Recibe 8,36 puntos sobre una media de 10.

Es curioso porque siempre se ha pensado que el dinero da la felicidad y que, por tanto, el salario sería lo más importante. Pero no es así. El segundo aspecto que más reclaman los empleados es que haya un buen ambiente laboral. Que el salario sea alto o, al menos, acorde al puesto, está en tercer lugar. Por tanto, en el podio de los deseos de los trabajadores para ser felices están, por orden, un buen horario, un buen ambiente y un buen salario.

Se podría pensar que si se dan esas tres condiciones todo estaría hecho. Pero el ser humano tiende a querer siempre más y a minusvalorar lo que posee y aquí entran en juego otra serie de aspectos que completarían el decálogo de la máxima felicidad laboral. Según el estudio de Adecco –realizado con 3.500 preguntas a 3.500 trabajadores españoles de los que 300 eran andaluces– los empleados también valoran positivamente que haya un buen jefe, que el trabajador se sienta realizado, que sea una empresa que le permita desarrollar sus habilidades, que haya una buena adecuación entre la formación y las funciones de cada miembro de la plantilla, que el trabajo esté cerca del domicilio, que el empleado se sienta reconocido por su labor diaria y que haya beneficios sociales. Estos beneficios sociales – que normalmente han sido una piedra angular de convenios colectivos como ayudas escolares, dinero para la adquisición de gafas, o descuentos en compras– curiosamente están en el décimo puesto.

El dinero no lo es todo y, según este estudio, el 67% de los trabajadores andaluces consultados estaría dispuesto a sacrificar una parte de su salario a cambio de ser más feliz en el trabajo. La actitud de los jefes es básica, hasta el punto de que se ha denominado tóxicos a todos aquellos que le hacen la vida imposible a sus subordinados y lastran el desarrollo de la empresa. Un buen jefe, en opinión de los trabajadores, es aquel que sabe escuchar, que tiene empatía, que gestiona bien los recursos materiales y humanos, que es respetuoso y trata bien a los empleados, que sabe motivar a su equipo, que tiene carisma y que sabe valorar y reconocer el trabajo de cada uno. Si usted tiene un jefe así cuídelo porque no abundan. Si es todo lo contrario, igual convendría cambiar de jefe o de empresa.

¿Y qué ocurre cuando uno es su propio jefe? ¿Cómo se mide la felicidad del autónomo? La mayoría de los encuestados piensa que ser autónomo no es sinónimo de felicidad porque tienen demasiadas obligaciones y responsabilidades. No obstante, apenas a dos puntos de distancia están los que creen que sí es satisfactorio porque permite una mejor organización del tiempo personal y dedicarse a alguna afición.

Ser feliz es un estado de ánimo. Se pueden cumplir las 10 recetas, un jefe estupendo y, si se tiene el día negativo, pensar en abandonar y al contrario. En cualquier caso, lo importante es que cada persona sea consciente de que es la que debe dirigir su vida y no sentirse dirigido por otros.