Vámonos a hacer pascuas
Una expectación ¿cumplida?
PLAZA DE TOROS DE LA MALAGUETA Ganadería: Toros de Partido de Resina, bajos, serios, con trapío, que impresionaron por su presencia. Primero, segundo y quinto fueron aplaudidos de salida. El segundo fue devuelto lesionado y en su lugar se lidió un sobrero de El Torreón, alto, grande, con volumen, basto y enmorrillado, que fue aplaudido en el arrastre. López Chaves, ovación y silencio; Fernando Robleño, oreja y palmas; Javier Jiménez, que se presentaba en Málaga, ovación tras tres avisos y ovación. INCIDENCIAS: Tres cuartos de entrada. Se pintó en el centro del ruedo el hierro de Partido de Resina y se delimitó el área del caballo de picar. El tercero tuvo que ser apuntillado desde el callejón, por el puntillero de la plaza de toros.
QUIÉN esperaba ver los toros más bellos del campo cumplió su deseo con una corrida seria e imponente de Partido de Resina. Los toros de Pablo Romero volvieron a La Malagueta tras años de ausencia, pasando sin problemas los reconocimientos veterinarios y superando el peligroso trance de la desencajonada en el ruedo el sábado por la noche.
Tres de los seis toros de Partido de Resina fueron aplaudidos de salida. El primero, un toro cárdeno, bajo y serio; el segundo, un toro cárdeno oscuro, bajo, fuerte, amplio de pecho y con cuello; y el quinto, muy serio y veleto. A la contra, el juego de los mismos y la devolución del segundo al lesionarse en el recibo de capa.
En su lugar salió un sobrero de El Torreón, un auténtico buey, de unas proporciones exageradas y 640 kg de peso. Tuvo humillación y engañó al público que lo valoró de manera positiva pero el animal tuvo mucho que torear.
Cayó en manos de Fernando Robleño, un experto lidiador que al recibir al del hierro titular con una larga cambiada ya se metió a la afición en el bolsillo. El de El Torreón luego no quiso caballo pero en la muleta el madrileño realizó una faena de firmeza, con la muleta siempre por delante, en la que tras las tres primeras series de derechazos ya sonaba la música. Por el izquierdo fue peor. Aunque el toro tardó en caer tras el estoconazo, los tendidos supieron valorar la actuación y lo premiaron con una oreja.
Aquí merece una mención especial el público de La Malagueta puesto que estuvo muy comprometido con los toreros y la tarde, apreciando cada esfuerzo que se hizo y atendiendo y comprendiendo las dificultades del festejo.
Por ello, cuando a Javier Jiménez le sonaron los tres avisos en el tercero de la tarde, la ovación fue tan clara y fuerte que el sevillano se animó a salir a saludar y entonces la ovación se transformó en una división de opiniones.
Javier Jiménez había firmado una faena importante, de las de tener en cuenta, frente a un toro negro, bajo y chato, que no bajó la cara nada más que para obedecer a la muleta. El diestro supo entender al animal y someterlo de manera natural y con suavidad, destacando un trato exquisito hacia un animal que requería precisamente eso. A base de alargar el muletazo y citar con un leve toque, el toro le fue respondiendo para consolidar una labor fundamentada al natural. Abrochó con dos manoletinas de pie y otras dos de rodillas pero la condición del animal de no bajar la cara condicionó mucho la suerte suprema. No fue fácil entrar a matar y pinchó en un primer intento y luego descabellar fue completamente imposible con el toro tapado. Casi sin consuelo, Javier Jiménez entró al callejón y agachó la cabeza. El público respondió con aplausos cariñosos.
Con el sexto, ancho de sienes con cuello y despegado del suelo, un toro complicado, Jiménez tiró de valor y predisposición. Mientras que el toro tuvo mayores defectos que virtudes, el torero fue al contrario. Se acopló a lo que tuvo para instrumentar naturales o derechazos a pies juntos de uno en uno. En esta ocasión, mató de una estocada perfecta. De nuevo, saludó una ovación.
Fueron dos faenas diferentes pero notables que marcaron una tarde en la que los toros de Partido de Resina, exceptuando al tercero, no ofrecieron un gran juego. El primero, cárdeno, bajo y serio, aplaudido de salida, tuvo una embestida franca en el capote y embistió con alegría al caballo pero sin emplearse en el peto. Comenzó a recortar a partir del segundo par de banderillas y siempre buscó el refugio de las tablas, desentendiéndose de la muleta de López Chavez que anduvo con voluntad pero mal con la espada toda la tarde.
Al primero lo pinchó antes de dejar un bajonazo y dos descabellos, pero saludó una ovación; y en el cuarto también se cobró una estocada defectuosa. Más ancho de sienes, lo recibió con dos largas cambiadas en el tercio. Pronto en el caballo, como el anterior, pero sin empujar, no tuvo fondo.
El quinto, muy serio y veleto, tampoco quiso pelea. Robleño lo pasaportó de pinchazo, media estocada y descabello.
El festejo fue televisado por Canal Sur y La Malagueta lució esplendorosa con un público amable que llenó tres cuartos de plaza. Quizás hubo quien esperaba más de los toros de Partido de Resina pero también hubo quien se conformó con presenciar el regreso de los toros de Pablo Romero que tradicionalmente se lidiaban cada año en la feria de agosto. Cada feria tiene su idiosincrasia y mientras la afición responda con criterio y compresión a lo que ocurre en el ruedo, Málaga será siendo una ciudad a la que venir a torear con agrado.
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