Fernando Calleja tiene 42 años de servicio en sus espaldas y un sinfín de “recuerdos imborrables” que le ha otorgado la Policía Nacional. Desde la tragedia de “recoger a un compañero muerto en acto de servicio” hasta digerir la imagen de un bebé con heroína hallada en los pañales mientras su madre, de solo 14 años, se drogaba. El homenaje de este miércoles a varios de los agentes jubilados y a unos 15 policías por sus más de dos décadas de trayectoria en el Cuerpo sirvió para fusionar emociones y vivencias en un acto en el que también se conmemoró el 196 aniversario de la fundación de la Policía Nacional.

En el caso de Calleja, que colgó el uniforme hace seis meses en la Comisaría de Estepona, ejercer como policía ha sido “lo mejor que le ha pasado”. Aspiraba a serlo desde niño. Y pronto lo consiguió. Ingresó en el año 77 y, desde entonces, ha dedicado su vida a la Policía judicial. Después de capitanear la Comisaría de las Tres Mil viviendas, en Sevilla, luchar contra la delincuencia en el barrio de La Mina, en Barcelona, o pasar por Asuntos Inernos, el municipio costasoleño le supuso un “retiro glorioso”. Y ello pese a la incertidumbre que a todo investigador le supone el día a día al desconocer, apostilla, “lo que uno se va a encontrar”.

El que fuera comisario de Estepona se refirió también al narcotráfico, que ahora golpea con más contundencia a la Costa del Sol, en gran medida, detalla, “por la presión en el Campo de Gibraltar”. “Trabajamos con todos los estamentos de la sociedad, pero con ganas y ahínco salimos adelante y tratamos de resolver las situaciones. Somos una de las instituciones que están mejor valoradas”, asevera el agente.

"Lo mejor que me ha pasado ha sido ser policía. Quise serlo desde que era niño”

También Luis, otro de los homenajeados ayer, recordaba sus comienzos en Madrid, que se remontan al año 93. Con nostalgia rememoraba su infancia y los test de orientación profesional que siempre evidenciaban su vocación como policía. Tras pasar por la Academia de Policía de Ávila, comenzó patrullando a pie por el distrito centro de la capital madrileña. Allí permaneció durante una década, hasta que consiguió destino en Málaga. “Entonces no era fácil pero tuve suerte”, recalcaba poco después de ser condecorado por sus 25 años al servicio de la ciudadanía. Ha llovido desde entonces. La delincuencia, dice, va cambiando, pero lleva consigo un reto para la Policía, que estudia los nuevos delitos “adaptándose a los tiempos”.

Ese mismo discurso mantuvo ayer en el acto de homenaje el jefe provincial de la Comisaría principal de Málaga, Javier Peña Echeverría, quien ha destacado que la Policía Nacional, durante sus tres siglos de existencia, ha sabido adaptarse a todos los cambios “que ha exigido cada momento histórico”.

El mando policial ensalzó además el uso pionero del ADN, los nuevos sistemas de inteligencia artificial y la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. “La imposición de medallas es solo una excusa para recibir un aplauso, una justa recompensa a años de servicio con una intachable conducta”, afirmó Peña Echeverría, convencido de que los jubilados, como policías que son, nunca “se olvidarán de observar el entorno con una mirada diferente”. El comisario cerró su intervención con un mensaje dirigido a los agentes que continúan al frente: "No existe máquina que pueda hacer el trabajo de hombres extraordinarios”.

Por su parte, la subdelegada del Gobierno en Málaga, María Gámez, destacó el “esfuerzo, trabajo y lealtad institucional” como señas de identidad de la Policía Nacional, al tiempo que emulaba al novelista y dramaturgo Benito Pérez Galdós, que hacía referencia a la patria. Asimismo, Gámez hizo alusión al recién formado nuevo Gobierno y remachó que la Policía siempre encontrará en él “su mejor aliado”. Un Cuerpo que, subrayó, forma en valores a niños y niñas y que viste el uniforme pensando en el bienestar común y no de unos pocos”.