Investigación UMA

Frente a los muros de la exclusión

  • Acción Social. El profesor de la UMA Cristóbal Ruiz Román y las educadoras Lorena Molina y Rocío Alcaide publican el proyecto Asperones Avanza en una prestigiosa revista internacional

Cristóbal Ruiz, Lorena Molina y Rocío Alcaide.

Cristóbal Ruiz, Lorena Molina y Rocío Alcaide.

EN el reducto más olvidado de todos, en Los Asperones, cada pequeño paso al frente es una gesta, cada cambio de rumbo e intento de superación, un éxito. Y no sólo para sus propios protagonistas, también para aquellos que los acompañan y tienden su mano para sacarlos del hoyo. En 2012, fruto de un contrato de transferencia con la OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación de la UMA) y la Obra Social de la Caixa dentro de su programa Caixa Proinfancia, comenzó a gestarse Asperones Avanza, que se puso en marcha en 2015. El trabajo en red, el acompañamiento educativo personalizado y la educación social más allá del centro escolar son los pilares en los que se sustenta un trabajo que ha conseguido resultados sorprendentes. Si antes no habían ni una decena de graduados en el barrio ahora son 54. Esta labor se publican ahora en la prestigiosa revista British Journal of Social Work.

El profesor Cristóbal Ruiz Román, coordinador del grupo de investigación Riedu, la educadora social de Incide Lorena Molina y la anterior coordinadora de Asperones Avanza, Rocío Alcaide firman dicho paper que supone dar visibilidad a estas acciones “en una de las revistas más prestigiosas en el área del trabajo social y la pedagogía social a nivel mundial”, explica Ruiz Román. “En este artículo contamos el modelo y el trabajo en red que se está haciendo, muchas entidades tenemos un objetivo común, nos hemos puesto de acuerdo para que estos jóvenes y adultos obtengan el graduado y se han conseguido muchas cosas cuando hemos puesto en el centro de todo a estos chavales olvidando las particularidades de cada entidad”, agrega el profesor.

Cáritas, Incide, el colegio María de la O y Ciudad de los Niños, los institutos Torre Atalaya, Universidad Laboral, Torre del Prado y Campanillas, Accem, Mies, los Servicios Sociales de los distritos, la asociación Chavorrillos y la Caixa han unido fuerzas para lograr que estas personas vean en la educación y la formación la herramienta que necesitan. “Con el esfuerzo y la motivación de los chavales y esta sinergía se ha conseguido y que una revista científica entienda que reconocimiento, confianza y apoyo son herramientas educativas valiosas ante la exclusión es un gran avance”, indica Ruiz Román. Así, subraya, “sabemos que podemos conseguir grandes cosas”.

Para Lorena Molina la “afectividad en ese acompañamiento” es muy importante. “Hay que ser sincero, cercano y humilde en este proceso”, apunta. Porque ellos saben que “tienen muchos muros que afrontar en su vida, que se van a caer cuando los escalen y lo que piden es que estés ahí para ponerles una protección, para levantarlos cuando tropiecen”, agrega la educadora social. No se trata, apuntan los expertos, de hacer el camino por ellos, sino de estar a su lado para darles el apoyo oportuno, el consejo que necesitan.

Pintada en una de las viviendas de Los Asperones. Pintada en una de las viviendas de Los Asperones.

Pintada en una de las viviendas de Los Asperones. / Javier Albiñana

Muchos jóvenes nunca han salido del gueto al que llegaron sus padres hace 32 años. Y llevar el apellido de Asperones no es nada fácil para lograr una integración social plena. De ahí que todas las entidades que trabajan en el barrio piden su desmantelamiento. Pero no de cualquier manera. Poder afrontar la vida fuera es fundamental y para ello se necesita formación, empleo y ayudas para el comienzo.

“En tres décadas de exclusión se ponen en evidencia todos los problemas, las infraviviendas, la pobreza, la falta de recursos, los estereotipos, el abandono institucional al que han sido sometidos, son demasiados muros y si están solos no lo pueden conseguir”, apuntan los autores del artículo. En dos años, como subraya Molina, un total de 94 jóvenes entre 12 y 18 años han participado en Asperones Avanza. Con ellos los educadores realizan un a labor integral, son el contacto con los centros escolares, median con las familias y ofrecen no sólo apoyo escolar a los estudiantes, también actividades de ocio fuera del barrio.

Con esto intentan que los alumnos no abandonen cuando llegan a los 16 años e intentan que continúen sus estudios hasta graduarse. Que sigan en la pos obligatoria es uno de los mayores logros. Un total de 32 personas del programa tenían edades comprendidas entre los 16 y los 18 años. De ellos, 13 volvieron a estudiar. Con los más pequeños, el tránsito a la Secundaria supone un momento clave en el que actuar para que el abandono no se produzca. “Este tipo de proyectos tienen que ser duraderos, los deberían de llevar instituciones públicas, el tiempo y la necesidad de que haya estabilidad y continuidad para crear el vínculo con ellos es esencial”, afirma Ruiz Román. Como aseguran los expertos, tener un título, un nivel educativo y formativo adecuado, es el primer paso. Pero solo el primero. “Después llegará el empleo, la necesidad de tener una vivienda propia, de pedir una hipoteca, de afrontar un alquiler... están surgiendo nuevas necesidades y eso es bueno, es señal de que se está avanzando”, añade el profesor de la UMA y subraya que seguir en la pos obligatoria “es el gran muro, tenemos que llegar a ese momento en el que no se cuestionen los siguientes pasos, que piensen que el camino no termina en la secundaria, que cambien ese chip”.

Asperones Avanza ha sido y sigue siendo un ejemplo de transferencia en el que colaboran entidades sociales y civiles y entre las que la Universidad de Málaga es una más. “Ayudamos, asesoramos y también aprendemos, hemos estado construyendo el modelo entre todos”, expone Ruiz Román. Asperones Avanza fue uno de los proyectos piloto que se puso en marcha. Ahora, las estrellas que decoran una de las paredes junto al colegio recuerdan el logro de aquellos que han confiado en que la edudación es la cuerda que les hará escalar los muros de la exclusión. Sujetándola, afianzando el ascenso, seguirán estando maestros y educadores que dedican su vida a motivar a los más olvidados de esta sociedad.

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