Málaga

El luthier de tocadiscos del siglo XXI

  • El vinilo está viviendo su segunda juventud gracias a los nostálgicos y los amantes de lo analógico

Francisco Aragón reparando un tocadiscos.

Francisco Aragón reparando un tocadiscos. / JAVIER ALBIÑANA (MÁLAGA)

En la época de los altavoces inteligentes y las plataformas de streaming como Spotify o YouTube, se está haciendo más habitual de lo que parece poner un LP de los de antes. Y es que aunque suene a tiempos pasados, cada vez son más los amantes de la música que tratan de huir de los formatos digitales donde se pierden muchos matices, y se animan a consumir la música de sus grupos favoritos en un formato tan físico y analógico como el vinilo.

“Cuando se escucha música en digital se pierden muchas cosas”, manifiesta Francisco Aragón, amante de la música y fiel defensor del analógico. A consecuencia de su pasión, Aragón lleva más de 30 años dedicándose a la reparación electrónica doméstica en su pequeño negocio en la capital malagueña, aunque con especial interés en el arreglo de tocadiscos.

Explica que no ha tenido “más remedio” que trabajar con la electrónica digital para poder subsistir. Sin embargo, “ahora que el tocadiscos se ha vuelto a poner de moda”, reconoce estar disfrutando. “Estoy volviendo a trabajar en lo que siempre me gustó”, añade.

El luthier electrónico asegura que el vinilo está viviendo su segunda juventud gracias, en parte, a los nostálgicos. “Hay una generación entre los 50 y 60 años que tiraron sus tocadiscos porque se rompieron, pero no tiraron sus discos de vinilo y, cuando llegan a una cierta edad, quieren volver a escucharlos y rememorar su juventud”.

Además, Aragón señala que la revitalización del analógico también se sabe en gran medida a la “calidad” que ofrece este formato, “muy superior a la de cualquier soporte  en streaming o en digital”. Especifica que con calidad no se refiere al brillo o la definición, sino al “realismo de la música. Que estés escuchando una canción y te llegue lo más parecida a una actuación en directo”, ejemplifica.

Francisco Aragón, que se define como un apasionado de todo tipo de música -excepto del reguetón, apunta- heredó de su padre la afición por el arreglo de estos aparatos. Aunque no ejercía el oficio, Aragón cuenta que siempre lo vio con un soldador en la mano. “Construyó una radio de válvulas”, recuerda.

Desde manejar un osciloscopio hasta saber leer una resistencia son algunas de las funciones que debe saber desempeñar un reparador de instrumentos electrónicos. Aparte de la formación, Aragón confiesa que lo más importante es “la experiencia”.

Desde 1989,  este luthier del siglo XXI regenta su pequeño establecimiento -el más antiguo del barrio, según confirma Aragón-  situado en el número 15 del Pasillo del Matadero. 

Blanca Marín, clienta de Francisco Aragón, contó a este periódico que en su casa siempre ha habido un tocadiscos. Hacía un tiempo a su padre se le estropeó y su regalo de Reyes fue arreglárselo, explicó. Aunque aseguró que era la primera vez que visitaba la tienda de Aragón, le había transmitido mucha confianza.

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