Una luz al final del túnel

La casa de acogida para enfermos de sida de Málaga ofrece un tratamiento integral a estas personas para que tengan una posibilidad de reinsertarse en la sociedad

Enfermos acogidos en la casa de Asima reunidos en el patio.
Enfermos acogidos en la casa de Asima reunidos en el patio.

Cuando Margarita llegó a la casa de acogida de la Asociación Ciudadana Antisida de Málaga (Asima) apenas si se mantenía en pie y ya casi no le quedaban ni fuerzas ni esperanzas para poder ver una luz al final del oscuro túnel en el que se había convertido su vida. Enferma de sida y toxicómana, tocó fondo cuando su marido con el que había estado casada durante 22 años un buen día le puso las maletas en la calle y la echó de casa. Se quedó sola y sin recursos, pero cuando ya lo daba todo por perdido encontró en este centro su única salida .

Su caso es sólo una de las duras historias que encierran las cuatro paredes de esta casa, la única que existe en la provincia y en toda Andalucía promovida por un movimiento ciudadano y que acoge en estos momentos a 11 enfermos que en su día también fueron desahuciados por la sociedad pero que ahora luchan por retomar su vida donde la dejaron.

Pero mantener las puertas abiertas de este centro no resulta nada fácil. Con las pocas ayudas que recibe de las administraciones, Asima no sólo se las arregla para proporcionar alojamiento y comida a estas personas, sino que "le damos la posibilidad de reinsertarlas de nuevo en la sociedad con un tratamiento integral", explica Alicia Cueto, presidenta del colectivo.

En los 12 años que la casa de acogida ha estado prestando servicio a los enfermos de sida, la situación apenas ha cambiado. "La mayoría de las subvenciones que recibimos o se han congelado o incluso han disminuido. La reintegración de los enfermos la hacemos con muy pocos medios y hasta el papel higiénico lo cubrimos a duras penas", cuenta.

La última mala noticia que han recibido es que el Ayuntamiento de Málaga va a recortar en unos 15.000 euros la ayuda que otorga cada año. Una decisión que el Consistorio justifica en que las competencias de salud las tiene la Junta de Andalucía y que es a ella a quien le corresponde ayudar al centro mediante la concertación de plazas. Además, insiste en que sólo se ha disminuido en 6.000 euros la subvención anual y que se ha aumentado en las campañas de prevención que desarrolla la asociación.

Pero con ayudas o no, para estos enfermos la casa de acogida es su única oportunidad para volver a empezar. A Margarita le han devuelto las ganas de vivir y de sonreír porque "aquí me han dado unas condiciones de vida que no teníamos en la calle". Y ella es consciente de que eso cuesta dinero.

A Emilio le encantaría poder contribuir a mantener los gastos de la casa. "Sería mi forma de agradecer todo lo que han hecho por mí en los seis meses que llevo en la casa", asegura.

En su caso, su estancia en la casa le ha devuelto literalmente a la vida. Cuando llegó al centro padecía una grave tuberculosis y había perdido 40 kilos, y lo que es peor las esperanzas de salir adelante después de haber perdido su casa, su trabajo y su familia por culpa de las drogas. "Me estaba muriendo y hoy en día todo lo que tengo es gracias a ellos", asegura.

Ese es precisamente el espíritu que se percibe en la casa. La presidenta de Asima lo tiene muy claro: "Las personas que viven aquí son completamente válidas. No les damos limosna, sino que les enseñamos a vivir con su enfermedad".

Allí aprenden a convivir con otras personas, a tener una disciplina e, incluso, un oficio. El pequeño jardín y el huerto que hay en la casa les permite aprender una profesión para cuando tengan que salir al exterior y empezar una nueva vida.

Ese es el sueño de Agustín. Lleva 29 meses en la casa y ya está casi listo para conseguirlo. Ya ha logrado una beca de formación y el siguiente paso será "alcanzar un trabajo normalizado". Aunque es consciente de que "si no pones de tu parte, no puedes cambiar por mucha ayuda que recibas".

Son esas ganas de vivir y el coraje de los que trabajan cada día por ellos los que hacen posible que estas personas tengan una oportunidad de futuro.

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