Los programas de lucha contra el absentismo llegan a más de 4.000 escolares
La tasa de ausencias injustificadas en Primaria bajó un 17% el curso pasado · Aún queda una importante bolsa de jóvenes que se pierde en el paso a la Secundaria
Sin apoyo económico del Gobierno central, este curso 2012/2013 la Junta de Andalucía asume en solitario los programas de prevención del absentismo escolar. Estas acciones para evitar que los escolares abandonen las aulas de forma injustificada beneficiaron el pasado curso a más de 4.000 alumnos de 173 centros educativos malagueños. En Primaria lograron reducir la tasa de absentismo en un 17%. Sin embargo, en Secundaria tan sólo en el 3%. Los que trabajan día a día en centros y barriadas con alto índice de faltas destacan que aún hay una bolsa importante de jóvenes que se pierde en el paso a Secundaria. Ahí todavía quedo mucho por hacer.
Este curso un total de 25 ayuntamientos y 17 ONG recibirán 91.100 euros de la Junta de Andalucía para luchar contra el absentismo. "Estas actuaciones van desde acciones para prevenir el fracaso escolar hasta el acompañamiento al alumnado hasta el propio centro, pasando por la integración de inmigrantes, la canalización de la violencia, el acercamiento de las familias, la eliminación de las barreras sociales y la atención a familias itinerantes y trabajadores agrícolas", explican desde la Delegación de Educación de Málaga.
Desde la institución, destacan la colaboración con los centros docentes para reforzar la asistencias y permanencia en el sistema educativo de los niños y la acción conjunta que realizan con los gobiernos locales y asociaciones sin ánimo de lucro como Asociación Cívica para la Prevención, Fundación Secretariado Gitano, Proyecto Don Bosco o Misioneros de la Esperanza MIES, entre muchas otras.
El Ayuntamiento de Málaga recibirá este curso 3.000 euros para estos programas. En barrios como La Palmilla parecen insuficientes. A pesar de que no es la zona más absentista puesto que el distrito centro le lleva algo de ventaja, se registró el pasado curso sobre el 38% de absentismo en el distrito Palma-Palmilla. Para intentar paliar estos números, allí el esfuerzo es constante y el trabajo se realiza en red. "El primer escalón para controlar el absentismo se inicia con el tutor del grupo", explica el director del colegio Doctor Gálvez Moll, José López. Cuando los docentes ven que la ausencia del menor se repite, intentan contactar con las familias.
"La primera semana de cada mes pasamos a los Servicios Sociales del Ayuntamiento una relación de los alumnos que acumulan más de cinco faltas sin justificar", comenta el director del colegio que tiene 195 alumnos, de los que 72 padres están en la cárcel. Eso supone, como destaca López, una gran movilidad social, la familia extensa, abuelos, tíos, se hacen cargo de estos niños que se cambian de domicilio e, incluso, de ciudad sin previo aviso.
Paloma Mora es trabajadora social de Servicios Sociales Comunitarios del distrito número 5 del Ayuntamiento de Málaga. En la búsqueda de redes sociales en las que participa el menor, ella y su equipo hallaron unos magníficos aliados, la Escuela Deportiva 26 de Febrero. Ismael Gómez y Fernando Muñoz son dos de los cinco monitores deportivos que utilizan el fútbol como herramienta para motivar a los alumnos, principalmente a los varones. "Ellos son muy conocidos en el barrio y van a las casas a hablar con las familias", afirma la trabajadora social. "El deporte no se lo quitamos, los niños entrenan, pero se sientan en el banquillo durante el partido de la semana si no vienen al colegio", añade Fernando Muñoz, que también intentan actuar con los mayores de 16 años. Saben que no los pueden obligar a ir a clase pero "si los vemos sin casco o haciendo algo incorrecto tampoco juegan".
Sus equipos son muy codiciados, un equipo juega en liga nacional, chavales de 14 a 18 años recorren toda Andalucía, saben que van ojeadores a reclutarlos y "les encanta jugar, eso les supone una gran motivación", dicen Ismael y Fernando, a los que les ha costado "mucho que niños de otras zonas vayan al barrio a jugar con sus equipos". El balón es una buena arma, pero en Primaria, como destaca Paloma Mora, "el absentismo es más una cuestión de familias". En Secundaria, según la trabajadora social, los progenitores "tienen menos control sobre sus hijos, se ven incapacitados para hacerles cumplir las normas".
En este barrio las niñas son las que más abandonan las aulas para encargarse de formar sus propias familias siendo aún adolescentes. La hermana de María, alumna de 6º de Primaria del CEIP Doctor Gálvez Moll, dejó los estudios con 12 años. A los 16 ya era madre y dos años después ni trabaja ni tiene formación. María, sin embargo, cree que necesita seguir en el colegio "para estudiar, para ser alguien normal", dice esta niña que aspira a convertirse en peluquera. "Fruto del trabajo con la familia se están consiguiendo que la hija menor tenga otra mentalidad", subraya José López, director del centro.
María no quiere abandonar su etapa educativa pero en el instituto Guadalmedina, al que están adscrito éste y otros colegios del distrito, el absentismo "es muy alto, sobre todo en las chicas", dice Remedios Requena, educadora social. Para evitar la marcha de estos alumnos, Remedios acude a las casas con la documentación, ella misma los matricula y habla con los padres sobre la obligatoriedad de mantenerlos en el sistema hasta los 16 años. "Si los matriculamos al menos no les perdemos la pista", asegura.
"No se trata de perseguir al crío, ni amenazar a la familia, sino de hacerles ver que existen el derecho constitucional de la educación por el que tenemos que velar y que necesitan una formación mínima", agrega el director del colegio. La crisis también está motivando que "muchos de los que se han ido se dan cuenta de que tienen que volver, en La Palmilla ha aumentado la matriculación de adultos", añade Requena y apunta que "los chicos me dicen que hasta para limpiar les piden ya una titulación".
Pero la situación en estas zonas es compleja. "Cada vez la sociedad está más falta de valores, la situación respecto al empleo, el sufrimiento que padecen muchas familias, se multiplican los problemas y cada vez cuesta más hacerles ver el colegio también es importante", explica la trabajadora social, que apunta que la droga también complica la situación y que "surgen enfrentamientos entre familias y eso repercute en la asistencia a clase de los niños".
Desde los docentes a los educadores y trabajadores sociales, pasando por los monitores deportivos, realizan una labor educativa con las propias familias. Intentan frenar la superprotección que muchos tienen con los más pequeños y las pocas habilidades para resolver conflictos con los adolescentes. Por eso, también van a poner en marcha una escuela de padres. También ser refuerzan los programas de puertas abiertas y el apoyo escolar gracias a las ONG. "Si no se hiciese este trabajo habría mucho más absentismo", destacan.
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