Tribuna de opinión

¿Quién teme al referéndum? ¿Y a la torre del puerto de Málaga?

Vista del hotel del puerto, desde la zona de La Malagueta. Vista del hotel del puerto, desde la zona de La Malagueta.

Vista del hotel del puerto, desde la zona de La Malagueta.

Escrito por

Rafael Esteve Secall · Economista

Desde luego tenemos en España un problema muy grave con los políticos –que no con la política- por el creciente desafecto y deserción de muchos ciudadanos respecto de la democracia, ante la utilización del voto como la única forma de expresión democrática y de legitimación de las políticas y los políticos. El olvido o desconocimiento del imperio de la ley y la separación de poderes como expresión fundamental de la democracia con la utilización torticera del poder tras los resultados electorales son prueba de desvíos autoritarios muy peligrosos.

Una muestra de ello es la alergia de los dirigentes políticos a que los ciudadanos puedan pronunciarse directamente mediante voto sobre temas muy concretos que les afecten siendo un mecanismo regulado por ley. Alergia que se disimula englobando ese problema, también en el ámbito local, sobre el que existen posturas enfrentadas, en un marco general de cuestiones de ámbito político general cuyo resultado favorable está descontado, haciendo del éxito político una extrapolación de aprobación del asunto controvertido. Por ejemplo, la torre del puerto.

Me había prometido no volver a hablar de este asunto, pero de nuevo la torticera utilización por algunos políticos locales del PP y en la prensa del asunto planteado, como si fuera un elemento más de confrontación política entre el PP y el PSOE, puesto que al Consejo de Ministros le corresponde la última palabra para aprobar el cambio de uso del terreno portuario y se construya el mamotreto, me mueve a opinar de nuevo.

¿Qué diferencias existe entre el PP de Málaga, al justificar la aprobación de la Torre del Puerto en términos políticos, con la defensa que hace Sánchez respecto de la Amnistía? El que el PSOE se hubiera manifestado en su contra en las últimas elecciones habiendo perdido parte del apoyo popular no quiere decir que quienes votaron el PP estén de acuerdo con el disparate de la Torre del Puerto. Cuestión que, salvo error mío, no planteó el PP en su campaña electoral en las pasadas municipales.

Si denunciamos lo ilegítimo de la amnistía que propugna el PSOE aduciendo que sus votantes la han aprobado puesto que el Sr. Sánchez ha sido investido presidente, ¿cómo nos vamos a callar ante el cúmulo de irregularidades ampliamente denunciadas en prensa a lo largo del proceloso proceso de varios años que ha seguido el tema de la torre en el ámbito portuario, al utilizar la legítima mayoría absoluta de las pasadas elecciones municipales para afirmar que los malagueños hemos aprobado mayoritariamente dicho proyecto?

El problema no es político como se esgrime. Sí lo es también de legalidad. Aunque lo fundamental es el trasfondo económico de negocio inmobiliario, disfrazado de hotel de gran lujo inviable, porque éste carece de rentabilidad, requisito ineludible para la aprobación del cambio de uso del terreno público portuario. Y la guinda del pastel es el diseño futuro de la ciudad que queremos los malagueños y que se está escamoteando a los ciudadanos, a base de edificar una torre por aquí, otra por allá y la torre portuaria donde más duele; de la que por cierto desconocemos cual es su proyecto, su altura definitiva, su número de habitaciones y suites o si está embarazada por su base ya que los habitaciones que, al parecer, se pierden en altura se pretenden ganar en bajura.

"Si tan demócratas somos para pedir un referéndum sobre la amnistía en España, ¿por qué el grupo popular no aprueba celebrar uno en Málaga sobre la torre portuaria?"

Voces muy calificadas de los ámbitos urbanísticos y empresariales de nuestra ciudad, apuntan a la necesidad de pasar a un enfoque metropolitano ante lo que se nos viene encima. Málaga ciudad no puede pensar en sí misma ya. Y nuestros lúcidos dirigentes municipales apostando por un modelo de ciudad radicalmente opuesto al que nos ha situado entre las ciudades con mayor calidad de vida del mundo. ¿No tiene eso nada que ver con el contraste de Málaga frente a los modelos urbanísticos de rascacielos en crisis en Norteamérica? ¿Vamos a reproducir ese urbanismo del que huyen quienes nos consideran entre las ciudades mejores para vivir? ¿Estamos locos? La codicia inmobiliaria se ha abatido sobre nuestra tierra y corremos el grave riesgo de que nos arrase.

Pues bien. Si tan demócratas somos para pedir un referéndum sobre la amnistía en España, ¿por qué el grupo popular no aprueba celebrar uno en Málaga sobre la torre portuaria? Es muy sencillo. La ley 2/2001 de 3 de mayo de Regulación de las Consultas Populares Locales en Andalucía de nuestra comunidad autónoma lo facilita.

Artº 1. “La consulta popular local es el instrumento de conocimiento de la opinión de los vecinos sobre asuntos de la competencia propia municipal y de carácter local que sean de especial relevancia para sus intereses, sin que su resultado vincule a la Entidad Local convocante”.

Artº 6.1 “La iniciación del procedimiento puede efectuarse por la propia Corporación municipal, mediante acuerdo adoptado por mayoría simple a propuesta de un grupo municipal, o por la solicitud de un grupo de vecinos, suscrita por un número de firmas que, como mínimo, sea ...”. (unas ocho mil he calculado para el caso de Málaga ciudad).

Campaña limpia, e igualdad de oportunidades para exponer todas las posturas en medios de comunicación públicos locales, sería la mejor solución y una forma de recuperar a los ciudadanos escépticos hacia la democracia votando exclusivamente sobre algo clave en nuestro presente y para el futuro de nuestros hijos y nietos.

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