Sebastián Fernández y su compromiso con el autismo en Málaga: "Las ayudas de los organismos oficiales no son suficientes"

El fuengiroleño dirige la Asociación de Comida Benéfica por el Autismo y lo compagina con su trabajo de guardia civil

La lucha de una familia malagueña por la educación inclusiva con hijos con síndrome X frágil

Sebastián Fernández posa con el jersey de la Asociación Benéfica Comida Autismo, de la que es presidente. / M. H.

"Mi hijo, Sebastián, tiene autismo, y desde pequeño hemos estado liados con este tema". Sebastián Fernández (1966) es un fuengiroleño cuyas tres pasiones convergen en su día a día: ser guardia civil, la Semana Santa y ser parte de la directiva de la Asociación para personas con Discapacidad Intelectual de Mijas (Adimi). Durante estos años, conociendo varias amistades, formaron una asociación de la que hoy es presidente.

"Hicimos un primer evento para recaudar fondos, una feria de comida, una comida benéfica anual, que era la más grande", dice. Con el tiempo, "ese grupo se formó en la asociación y actualmente se llama Asociación de Comida Benéfica por el Autismo". Añade que en los primeros años "el beneficio era para Ángeles Riviere" y en los últimos "para Adimi".

Recuerda que han pasado por varias entidades en estos años, desde Fuengirola hasta Marbella. "Hasta que pasamos a la asociación Adimi, que está aquí en Mijas, y en parte de Fuengirola, y ahí estamos en la actualidad", añade. Fernández sostiene que Adimi "es muy grande, tiene varias áreas": "Tiene hasta residencia para más de 20 personas gravemente afectadas". También cuentan con "Infanto-Juvenil, que se atiende a los niños con necesidades de apoyo, además del taller ocupacional, destinado a quienes pueden desarrollar allí sus habilidades. Y está el "centro de día", que es donde está su hijo.

La financiación es, para él, el punto más delicado. "Las ayudas de los organismos oficiales no son suficientes", lamenta. Explica que las plazas subvencionadas solo cubren una parte: "Ese dinero es insuficiente para atender dignamente como se merece a cada persona". El coste del personal y de la atención supera con frecuencia los ingresos, por lo que insiste en que "ahí entra la solidaridad de la gente". Si no existe esa implicación social, advierte que el centro "no va bien" y se verían obligados a "disminuir recursos", algo que afectaría directamente a los usuarios: "No se atienden dignamente a las personas como se merecen".

En Adimi ejerce de tesorero y la clave, incide, está en la financiación: "Sobre todo recoger fondos, porque es complicado llegar al final del año con las metas que tiene una asociación tan grande, que ya tiene casi 500 usuarios". En paralelo mantiene activa la Asociación de Comida Benéfica por el Autismo, con su gran cita anual: "Dimos comida hasta a 300 personas este año, con un menú de 40 euros". ¿Cómo puede ayudar la gente? Su respuesta es económicamente, ya que es lo más directo, aunque también sirven aportaciones materiales de empresas: "Mobiliario, electrodomésticos, cosas de jardinería… muchas cosas que hacen falta en un centro de residencia".

Toda una vida en el cuerpo

Su vocación por el uniforme nació en casa: "Siempre me ha gustado el tema de los militares, mi padre era guardia civil". Aquella referencia familiar marcó su camino: a los 17 años, terminado el bachillerato, sentía "ansia de hacer algo, de trabajar". La primera puerta que se abrió fue la de la Marina, hasta que, en 1988, decidió presentarse a la Guardia Civil: "Lo probé y desde entonces estoy ahí".

Hoy desempeña su labor en el puesto principal de Mijas, dentro del área de prevención de delincuencia. Allí se ocupa del "reparto de servicios de la Patrulla de Seguridad Ciudadana" que cubre el municipio, además de otras tareas internas como "mantenimiento" o "protocolos". Su carrera lo ha llevado por Almería, Barcelona o Sevilla antes de llegar a Mijas en 1993.

La Semana Santa es otro de los pilares de su vida. "A mí siempre me ha gustado la Semana Santa, sobre todo la de Málaga", explica. Su padre salía en la banda de música de la comandancia de Málaga y participaba en numerosas procesiones. De ahí surgió una devoción que se divide entre Málaga y Almogía, el pueblo familiar: "Es la que más llevamos en el corazón". Es hermano de la Vera Cruz de Almogía, Expiración de Málaga y Fusionadas de Fuengirola.

En su trayectoria como guardia civil ha escoltado a numerosas hermandades: La Virgen del Carmen de Los Boliches, la de Fuengirola, Rosario de Fuengirola o Expiración de Málaga. Pero hay un recuerdo que se impone sobre el resto: "La más especial ha sido el año pasado, que salí con Vera Cruz de Almogía, vestido de gala". Lo hizo junto a un teniente amigo del pueblo, y ese instante, después de toda una vida acompañando procesiones, lo guarda como su "momento más especial".

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