Nunca es tarde para empezar a pedalear

Desde el lunes Ruedas Redondas ha estado enseñando a montar en bici en la explanada del cauce del Guadalmedina

Carmen Sierra, profesora en Benalmádena, maneja la bici casi como una ciclista experimentada.
Carmen Sierra, profesora en Benalmádena, maneja la bici casi como una ciclista experimentada.
Victoria R. Bayona / Málaga

21 de abril 2012 - 01:00

"Empecé impulsándome con los pies y ahora sé arrancar, dar la vuelta y frenar". Esta es la sensación con la que se queda Nacho Ledesma, que con sólo 8 años y después de acudir a la bici-escuela que Ruedas Redondas ha impartido durante esta semana, por fin podrá ir de excursión con su familia sobre dos ruedas. Aunque no todo ha sido coser y cantar, ayer mismo, un charco le jugó una mala pasada y acabó en el suelo, con los pantalones cubiertos de barro. En menos de un segundo, casi sin que nadie lo percibiera, ya estaba de nuevo sobre la bici, con más cautela con el agua traicionera, pero con la misma ilusión para seguir aprendiendo.

Desde el pasado lunes la asociación Ruedas Redondas ha estado cada tarde enseñando a montar en bici a todo el que se ha acercado hasta la explanada del cauce del Guadalmedina, a la altura del Puente de la Esperanza. El presidente de la asociación, Alonso González, explicaba ayer que hay que seguir un protocolo para que quien va a aprender se sienta seguro sobre el vehículo. "La primera fase es la del equilibrio", comentaba González, así que para el principiante las bicicletas no tienen pedales y los pies llegan completamente al suelo. Una vez que el aprendiz consigue mantenerse en equilibrio más de diez segundos con los pies en alto, llega el momento de familiarizarse con los frenos, porque una vez que se añaden los pedales, en la última fase, la velocidad es mucho mayor. Por eso es tan importante "saber frenar; con inseguridad, se caen", concluía González.

Carmen Sierra estaba entre el grupo de veteranas que durante esta semana ha acudido a la bici-escuela y confesaba, animada ya hasta para comprarse su propia bicicleta, que su marido la llevó el pasado martes casi a rastras. De pequeña nunca aprendió, unas cuantas caídas desafortunadas acabaron por infundirle tal miedo que hasta esta semana no ha vuelto a intentarlo. Unos días después ya no tenía ningún problema con los dos pedales y se paseaba por el cauce del Guadalmedina como una ciclista experimentada. "Mi marido vio el anuncio y me apuntó y yo le decía: 'Donde voy ya tan mayor", explicaba. Una vez que llegó a la escuela se dio cuenta de que no hay edad para aprender a montar en bici y que todo el mundo tiene la oportunidad. "Animo a que haga el curso todo el que no sepa montar en bicicleta", proclamaba.

Los más mayores coincidían con una misma sensación: "El viento en la cara, la melena al viento". "Es como estar en una nube", matizaba Remedios González, que resumía la semana como "una experiencia genial", en la que se lo ha pasado "bomba" y lo más importante, sin llegar a caer al suelo. Mientras, mucho más joven, Lucía María Sánchez, que se había sumado a la actividad justo el último día soñaba con la posibilidad de poder pasear en bici con sus amigas.

Y puede que lo consiga pronto, ya que la acogida de la bici-escuela ha sido tal que desde la asociación se estaban planteando continuar el lunes para los que se han incorporado demasiado tarde.

En la iniciativa de la bici-escuela colaboran, además de la asociación Ruedas Redondas, cuyos miembros hacen de profesores, la empresa Clearchannel, que ha cedido 15 bicicletas de las que estuvieron instaladas en un puesto de la Plaza de la Marina, y la farmacia Juan J. Guerrero Vázquez, que cede un local cercano al cauce del río donde guardan los vehículos.

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