Tercera jornada Comic Con Málaga 2025: La batalla contra unas puertas que no querían abrirse

Los asistentes se agolpaban en la entrada del Palacio de Ferias sin poder entrar durante las primeras horas debido a la gran afluencia de gente en el interior

Pedro Alonso, en la San Diego Comic-Con de Málaga: "La segunda temporada de 'Berlín' va a ser más potente que la primera"

Personas aguardando para entrar, este sábado. / Javier Albiñana

La tercera jornada de la Comic Con San Diego Málaga 2025 comenzó como una auténtica prueba de resistencia. Desde primera hora, cientos de asistentes se agolpaban a las puertas del Palacio de Ferias y Congresos con la misma impaciencia que los fans de Dragon Ball esperando el regreso de Freezer. Pero aquí no había Saiyajins ni combates épicos: solo gente sudando bajo el sol, mirando esas puertas cerradas como si fueran la entrada a la Cámara de los Secretos de Harry Potter.

La situación empezó a caldearse rápido porque, por algún motivo que solo la organización sabrá, no dejaban pasar a la gente, o al menos solo a cuentagotas. Lo que al principio era ilusión, pronto se convirtió en ansiedad colectiva. Cada minuto que pasaba sin que las puertas se abrieran sumaba más frustración, y la cola se agitaba como una multitud enardecida en Attack on Titan cuando se acerca el rugido de un titán. Había niños con orejas élficas, adultos disfrazados de superhéroes y hasta algún Stormtrooper derritiéndose dentro de su armadura blanca, todos compartiendo la misma sensación: estábamos atrapados en un bucle, como Bill Murray en Atrapado en el tiempo.

Asistentes corren tras pasar el control de acceso. / Javier Albiñana

El enfado crecía. Algunos fans golpeaban el suelo con sus props de espada láser, otros gritaban o refunfuñaban haciendo el ambiente aún más cargado, pero nada sucedía. Y bajo el sol tan característico de Málaga, que a veces da luz y a veces genera escenas sombrías como esta.

El problema no era el calor sino mayormente la incertidumbre. Los asistentes ya habían pasado los controles de acceso, esas preguntas de manual que parecían sacadas de una misión secundaria de The Legend of Zelda: “¿Llevas comida en la mochila? ¿Ocultas una botella de agua en tu cosplay?”) y, aun así, el premio seguía fuera de alcance. No había llave, no había NPC que diera pistas. Era como estar delante de una mazmorra de Dark Souls y que la puerta simplemente no respondiera.

Pero en medio de la tensión, surgió también ese espíritu friki que todo lo transforma. Algunos comenzaron a cantar openings de anime, otros improvisaron memes en voz alta, y hasta hubo quien comparó la espera con las puertas del Jurassic Park: “Están ahí, se oyen los rugidos dentro, pero no nos dejan entrar a ver los dinosaurios”, entre bromas porque sí que había gente dentro de las salas. Esa mezcla de frustración y complicidad convirtió la cola en una experiencia compartida, como si todos formaran parte de la misma hermandad, aunque no terminaba de calmar el ansia. Lo que más se escuchaban eran, sin duda, quejas por la espera, que no terminaría hasta que el patio interior se despejase lo suficiente para dejar entrar a más personas

Así arrancó la jornada: con nervios a flor de piel, con calor y enfado, pero también con la épica esperanza de comienzos de aventura. Porque, como todo friki sabe, hasta para entrar al paraíso geek hay que superar primero una misión imposible.

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