Un verano en Cornualles XV: Exeter

EL JARDÍN DE LOS MONOS

Ofrece al visitante un gran patrimonio arquitectónico a pesar de la destrucción de numerosos edificios antiguos ocasionada por los bombardeos de los alemanes en la II Guerra Mundial

Un verano en Cornualles XIV: Plymouth

Catedral de Exeter.
Catedral de Exeter. / M. H.

Exeter distaba 130 Km de Carnyorth, así que, en este último día de turismo córnico, madrugamos mucho para estar pronto en la preciosa ciudad de Exeter, a fin de volver temprano y terminar de recoger bártulos. Además, esa tarde noche, también teníamos que despedirnos de Merche y Neizan, de la familia Williams, que nos habían invitado a cenar, y teníamos que vernos con nuestro casero, Mr. Pearson, para devolverle las llaves de la casa y liquidar la fianza.

Exeter, como Plymouth, pertenece al condado de Devon. Es su capital y tiene una población de cerca de 130.000 habitantes. Está unida al Canal de la Mancha por un largo estuario que forma el río Exe y es el epicentro artístico y universitario de todo el sur occidental de Inglaterra. Fundada por los romanos bajo el reinado del emperador Vespasiano (69-79, siglo I), fue llamada Isca Dumnoniorum de la que se conservan algunos restos de su muralla. Arrasada por los daneses en el siglo IX, fue tomada por Guillermo el Conquistador en 1068. Durante la Edad Media su puerto adquirió importancia gracias al comercio de la lana. También se convirtió en centro religioso, siendo su grandiosa y espectacular catedral gótica buena prueba de ello, además de ser la principal atracción de la ciudad.

Exeter ofrece al visitante un gran patrimonio arquitectónico a pesar de la destrucción de numerosos edificios antiguos ocasionada por los bombardeos de los alemanes en la II Guerra Mundial. Pero la joya, ante la que hay que detenerse y deleitarse, afortunadamente se salvó: su catedral. El recinto donde se encuentra, en pleno centro de la ciudad, se llama Cathedral Close y está bordeado de preciosos edificios medievales. Recorrer el recinto causa una emoción especial, sobre todo cuando vas predispuesto a imbuirte en una ciudad que está declarada Ciudad de la Literatura (solo hay 53 en el mundo). No podía olvidar que estábamos en la capital de Devon, un condado con una rica herencia literaria a la que se vinculan autores como Agatha Christie, Ted Hughes o Hilary Mantel. Además, sucede que en la Catedral se conserva el “Libro de Exeter”, una antología del siglo X considerada por la UNESCO como el libro que da origen a la literatura inglesa. También contribuye a ese estado de ánimo encontrarte con edificios como la iglesia de St. Martín del s. XV o el antiguo café “Old Mol’s Cofee House”, una maravilla del siglo XVI, con revestimientos interiores de madera tallada, hoy convertido en tienda de arte. Junto a ella un edificio del s. XIV que es la Law Library (biblioteca jurídica) y, acompañando a lo medieval, una serie de casas del más puro estilo georgiano.

La Catedral de San Pedro tuvo su origen en una modesta iglesia conventual de época romana. Sobre ella, William Warelwast, sobrino de Guillermo el Conquistador, construyó la catedral en estilo normando. De ésta han sobrevivido las dos poderosas torres, únicas en Inglaterra que se alzan sobre el crucero, mientras que el resto de la catedral se reconstruyó en estilo gótico (1270-1370) imitando a la preciosísima catedral de Salisbury. Toda ella es un deleite por su gran belleza. La decoración de la fachada, terminada en el s. XIV, presenta tres bandas de cintura hacia abajo, en la superior aparece Dios Padre y en las otras están esculpidos los apóstoles, evangelistas, profetas y reyes de Judá. Y el interior, de una reposada y sobria belleza, yo diría que elegante, está dividido en tres naves sustentadas por pilares como palmeras que rematan las bóvedas de abanico con robustas nervaduras, y arcos ojivales con tracerías caladas dominados por el triforio. Encima de la nave central está la Ministrel’s Gallery (galería donde tocaban los ministriles) decorada con tallas policromadas de ángeles músicos. En los brazos del crucero, base de las torres, nos encontramos con una bella capilla funeraria, la Sylke Chantry, un reloj astronómico del s. XV y varias tumbas con esculturas de parejas yacentes. Recorrimos toda la catedral impresionados y admirados. La sala capitular inicialmente normanda se reformó en estilo gótico perpendicular inglés. La reja del coro, cuya sillería es del siglo XII, de tres arcos ojivales está ricamente labrada y en la girola se suceden las capillas que, desgraciadamente, sufrieron daños en la II Guerra Mundial, por lo que están reconstruidas. Pero lo que realmente me sorprendió y me atrajo fue que, en la sala capitular, se encuentra uno con la “The Chapter House Refectory”, o sea un restaurante único, dentro de la catedral, con un techo decorado con esculturas de ángeles policromadas y con la tumba del primer decano de Exeter que murió en 1231.

No resistimos la tentación y nos sentamos a tomar el almuerzo en la catedral. Unos comieron free range scrambled eggs on toast (revuelto de huevos de gallina campera sobre tostadas), otros Devon free range eggs on buttered toast (huevos de corral Devon sobre tostadas con mantequilla) y algunos se pidieron simplemente un Bacon sándwich. Terminamos con algunos dulces y bebimos refrescos y té. Con la factura nos dieron un papelito que decía que todos los beneficios del Refectorio se utilizaban para apoyar al trabajo y conservación de la Catedral de Exeter.

Junto a la Catedral, lo que era el palacio episcopal, reconstruido ahora, es la sede de la Cathedral Library, una biblioteca rica en manuscritos e incunables. Siguiendo por lo que fue en la época romana el decumanus maximus, hoy la calle principal de la ciudad, nos encontramos con el Guildhall (Ayuntamiento), edificio del s. XIV y una de las casas consistoriales más antiguas del Reino Unido. Como íbamos bien de tiempo entramos a verlo. Continuamos la calle hasta llegar a los jardines Rougemont Gardens, donde se encuentra el Castle. Del castillo que construyó Guillermo el Conquistador tan solo queda la torre del homenaje y parte de la entrada.

Es verdaderamente asombroso que una ciudad tan pequeña pueda ofrecer tanta riqueza monumental ¡cómo sería antes de que los alemanes la bombardearan! Un precioso edificio neogótico del XIX alberga el Royal Albert Memorial Museum and Art Gallery, que contiene un museo de la universidad (la Art School), un museo con colecciones varias (etnográficas, historia natural, trajes regionales, etc.) y la Art Gallery dedicada fundamentalmente a pintores locales y con algún que otro Reynolds y Turner. Muy cerca nos encontramos con la iglesia de St. Mary Arches, de estilo normando y que conserva algunos elementos románicos. Y, no lejos, el más que interesante Convento de San Nicolás. Fue Guillermo el Conquistador quién lo fundó en 1080 si bien, entre los siglos XIII y XV sufrió importantes modificaciones por su reconstrucción. Es muy interesante la cripta normanda sustentada por dos potentes pilares con capiteles tallados y la sala en la planta superior del siglo XV con muebles de la época. Y, por último, vimos la iglesia de ST. Mary Steps que tiene un curioso reloj con figuras, del s. XVII, y una pila bautismal románica.

Nos fuimos de Exeter sin visitar el Maritime Museum, instalado en los muelles del río Exe. Según nuestra guía Anaya Touring, edición de 1989, “este museo custodia la más extensa colección naval del mundo, con embarcaciones de los cinco continentes”. No teníamos ya tiempo para dar la vuelta al mundo navegando. Nada más llegar a Carnyorth, nos fuimos a ver a Merche y Neizan, nos despedimos de ellos y recogí mis cuadros, el que le compré, “Los acantilados de Cornualles”, y el que me regaló de la gota fría en la bahía de Málaga. Después nos reunimos con Mr. Pearson, al que Merche había llamado, y nos dejó sorprendidos: ¡Nos devolvió 65 libras correspondientes a lo no consumido de la fianza por la luz y el agua! Verlo para creerlo.

La familia William nos despidió invitándonos esa noche a un cornish pasty, que Daphne nos había preparado con todo cariño, acompañado de un excelente vino francés y chocolate de postre. Así acabaron nuestras vacaciones en Cornualles.

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