El yate rojo atracado en el muelle dos del puerto de Málaga
Llama poderosamente la atención por el color de su casco; una tonalidad que recuerda al rosso corsa o si lo prefieren, al rojo de carrera o rojo Ferrari
El buque de crucero ‘Brilliant Lady’ regresa a Málaga
Hoy les reseñaré algunas curiosidades de un yate que desde hace unos días se puede ver atracado en el muelle número dos. Luciendo el nombre Akilis y la matrícula de Londres, este pequeño barco de recreo privado, llama poderosamente la atención por el color de su casco; una tonalidad que recuerda al rosso corsa o si lo prefieren, al rojo de carrera o rojo Ferrari. Y aunque esta peculiaridad cromática le hace llamar poderosamente la atención, otro de los hechos que lo hace destacar son sus formas; una estructura que podría hacer pensar que el Akilis es un barco reconvertido en yate.
Atendiendo a este segundo hecho, les diré que nuestro protagonista de hoy fue construido en los astilleros italianos Cantiere Navale di Pesaro en 2006 siguiendo las directrices de diseño interior y exterior de un modelo de buque de recreo privado denominado Naumachos 82; un proyecto firmado por studio faggioni yacht design que califica al Akilis como un yate de expedición. Con 24,5 metros de eslora, 7,6 de manga y un registro bruto de 121 toneladas, este barco con casco de acero y superestructura de aluminio que dispone de tres cubiertas más la superior situada sobre el puente de mando, está operado por cuatro tripulantes, pudiendo albergar a un máximo de ocho pasajeros repartidos en cuatro camarotes.
Referidos los datos principales del Akilis del que sólo quedaría por decir que, años atrás navegó luciendo los nombres: Archimedes, Bodry I y Akula, no quiero terminar esta columna sin volver a mencionar su llamativo casco rojo; una curiosidad que me permite recordarles una leyenda portuaria malagueña de finales del siglo XVIII sobre un barco que también llevaba pintado su casco de este mismo color. Dedicado al transporte de todo tipo de mercancías y con la fama de trabajar al límite de la legalidad, este velero que para más señas era un místico y que como no podía ser de otra forma lucía el nombre de un santo, misteriosamente se hundió mientras esperaba en una de las dársenas del puerto para comenzar a ser descargado. Achacado aquel dramático suceso a una especie de castigo divino, en los corrillos portuarios malagueños de la época se comenzó a hablar de la maldición del rojo.
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