Málaga C.F.

Alavés - Málaga CF: Adiós, Segunda, adiós (2-1)

Una acción del Alavés - Málaga CF.

Una acción del Alavés - Málaga CF. / LaLiga

El Málaga que aspiraba a Primera División es equipo de Primera Federación. Así, como suena, tan doloroso como inesperado. Indiscutiblemente merecido. Es el mayor desastre deportivo de los últimos 30 años, sin parangón. El Málaga CF llevaba desde 1998 en el fútbol profesional. El descalabro obliga a cambios drásticos, esto no puede quedar así.

En una tarde transistores, más allá de lo que pasó en Ipurúa, el Málaga no fue capaz de darse un último gusto y apoyar un poco el discurso de Sergio Pellicer, que en la previa empezó a allanar el camino de la reconstrucción. Poco le va a servir de lo que ha tenido en estos meses salvo los jóvenes y casos contados.

El balón lleva ya tiempo en el tejado de Kike Pérez, que empieza a ejecutar decisiones de calado y ya tiene a su director deportivo. Un paso que se llevaba esperando tiempo, pero hay que mirar a las oficinas también y a las cabezas de área. Su plan no es solo de equipo sino de club, algo que se añora desde hace tiempo.

Antes de poder hablar abiertamente de Primera RFEF, estaban esperando el descabello, que llegó en Vitoria, como se esperaba. Este Málaga sólo se ha encontrado medianamente cómodo consigo mismo amparado en un dibujo con tres centrales y carrileros, así que Pellicer no varió nada salvo un cambio de pieza por pieza en el centro del campo, donde Luis Muñoz entró por Alfred N’Diaye.

El Alavés no tuvo problemas en conceder el balón al Málaga pese a estar ante su público en un Mendizorroza abarrotado. Los blanquiazules dominaron, pero casi nunca lograron encontrar buenas situaciones de disparo ni filtrar balones realmente peligrosos. Por momentos era el tono de un partido de jornada 15 cualquiera, como si unos no se estuviesen jugando el ascenso y los otros la misma vida.

No dejaron los de Luis García que se asomase mucho Cristian por la izquierda, que cuando lo hizo aumentó la sensación de peligro. Por dentro el Alavés se sentía muy cómodo. Además parecía disfrutar jugando al fallo, esperando el error del Málaga, la falta no pitada. Sin embargo, no fue hasta la prolongación de la primera mitad cuando Rebbach obligó a Rubén Yáñez a lucirse.

Lago Junior había dado señales de dolor y forzó para terminar la primera mitad en el campo con un vendaje aparatoso en su pierna izquierda. Hacía gestos al banquillo desde la otra banda con Rubén Castro listo para entrar. El marfileño siguió y hasta intentó un disparo. Además ahorró una ventana de cambios a Pellicer.

El entrenador, en frío, cambió la decisión. Lago se quedó en el campo y Delmás en la caseta (amonestado al filo del descanso) y apostó por Álex Calvo. El juvenil está acumulando buenos minutos con el primer equipo. Un presente que huele al futuro que se avecina.

Se empezó con cierto retraso porque el horario unificado obligaba a coordinar los inicios en todos los campos. El Málaga jugaba en Ipurúa, donde el Sporting iba ganando al Eibar. Pero nada más empezar a rodar el balón Ramalho la perdió ante Rebbach, que metió un centro envenenado que Juande cortó pero tropezó en Escassi y se la dejó en bandeja a Villalibre para terminar de colarla. Pellicer, sin nada que perder, quitó Escassi y metió a Rubén Castro.

Empató el partido contra todo pronóstico el Málaga. Luis salió de la cueva, combinó con Chavarría, que le dejó un balón maravilloso que resolvió el malagueño con un latigazo implacable. Con 1-1 el equipo siguió insistiendo y por momento mereció ganar, pero en el 87’ Toni Moya destruyó las últimas ilusiones con un misil a la escuadra desde la frontal.

Eran los últimos minutos del Málaga en el fútbol profesional. Las cámaras enfocaban a los seguidores desplazados. Lágrimas de desconsuelo. También a cientos de kilómetros, en cada casa malaguista en cada peña. Ante el Ibiza no sólo será una despedida, también será otro juicio sumarísimo. La afición reclama cambios, orden, profesionalidad, verdades, contundencia. Y un proyecto que ilusione.

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