El tiempo pasa sin mirar atrás, pero los iconos permanecen siempre, Así es y será con la figura de uno de las grandes leyendas del fútbol español, Juan Gómez Juanito. Aunque sea en el aniversario de una trágica noche de un 2 de abril, donde se fue el hombre pero quedó la obra, la esencia, la furia, la leyenda. 28 años ya sin el eterno 7, que se negó a colgar las botas hasta enfundarse la camiseta del Club Deportivo Málaga.

“Illa, illa, illa, Juanito maravilla”, el cántico retumba en La Rosaleda y el Santiago Bernabéu, sus templos, aunque ahora no pueda entonarlos nadie. El sonido volverá como vuelve siempre la memoria. Escribió grandes páginas con cada camiseta que defendió pero la blanquiazul y la merengue las tenía tatuadas en la piel.

Capítulo aparte merece la selección española y situaciones que marcan la hemeroteca y la memoria colectiva de una generación. Momentos memorables como el célebre botellazo recibido en la denominada Batalla de Belgrado, donde Rubén Cano firmó el 0-1 ante Yugolasvia en el buscando la clasificación para el Mundial de Argentina de 1978.

Con una prometedora carrera como entrenador, Juanito llevaba las riendas del Mérida en Segunda División. Lo había cogido en la jornada 12. Cuando falleció iba sexto a tres puntos de la promoción de ascenso. Todo se truncó una aciaga noche en la que Juanito regresaba de ver un partido de la Copa de la UEFA entre el Real Madrid y el Torino en el Santiago Bernabéu. De vuelta sufrió un accidente mortal de coche tras impactar con un camión.

Hoy su busto en Fuengirola contempla en silencio una tierra parada, como se para el tiempo cuando se habla de Juanito.