Elche-Málaga CF

Grietas en la roca

  • El Málaga cuaja su peor partido de la temporada en Elche y encaja dos goles por primera vez

  • Los blanquiazules vuelven a dejar sensaciones dudosas jugando lejos de La Rosaleda

Munir se lamenta tras recibir un gol.

Munir se lamenta tras recibir un gol. / LaLiga

El chip del Málaga lejos de La Rosaleda es otro. El equipo está comprometido, hace sus kilómetros, trabaja. Pero la atmósfera es distinta. Las musas pasan de largo más de lo habitual. Lo rocoso desprende arena. Ni siquiera las coordenadas parecen las mismas. Menos química en todas las líneas y, sobre todo, menor intensidad, algo que es pecado en este conjunto blanquiazul. El fútbol te puede golpear de muchas maneras distintas, pero que te superen en lo que te diferencia, te vuelve vulgar.

Las cámaras de televisión enfocaron la cara de Muñiz poco antes del 1-0. El gesto era como si supiese que iba a suceder. Una certeza que dejó ver una desnudez impropia del líder, aletargado como hacía tiempo que no se mostraba. El asturiano llevaba tiempo dando indicaciones, corrigiendo a sus hombres, tratando de ser el pegamento en un equipo agrietado.

Pacheta había anunciado sus intenciones en la previa. Después de deshacerse en elogios hacia el Málaga y de enumerar muchas de sus virtudes, se refirió a la velocidad de circulación de balón para tener opciones de competir. Tras un arranque algo errático, los ilicitanos se volvieron más precisos y comenzaron a tener el balón dónde y cómo querían.

No es que la primera mitad fuese un monólogo ni mucho menos. El Málaga llegó a disponer de un par de buenas ocasiones, ambas generadas por el dúo Juanpi-Blanco Leschuk. La primera, una falta lateral que el argentina cabeceó con el meta rival fuera de sitio pero que se marchó algo alta. La segunda, más clara, nació de un pase excepcional del venezolano al más puro estilo Sandro y que dejó solo al nueve ante un Francis que sacó a una mano y con dificultades el disparo.

La segunda mitad fue más cruel aún. Juanpi y Blanco crearon la tercera ocasión evidente y Francis la sacó una vez más en otro alarde de reflejos. Y a la vuelta, el 2-0, una falta directa de Borja Martínez, que se apoyó en el efecto del balón y en un dubitativo Munir.

A raíz de ahí el partido terminó de desordenarse, un escenario que convenía más a un Elche que sigue conservando en su ADN lo que Luis Aragonés denominó el otro fútbol. Muchos quiero y pocos puedo. Pudo recortar el Málaga con un cabezazo de Héctor en el que Francis volvió a tirar de reflejos. El meta fue el verdadero héroe de los locales, coronando su actuación con otro despeje, esta vez a disparo de Pacheco.

El Málaga no dio para más, pero tiene que hacerse mirar lo de los partidos fuera de casa. En Segunda nadie regala nada, huelga decirlo. El problema son sus goteras. El resultado no es el problema, es cómo se llegó a él. Muñiz trata de repetir su discurso pese a la derrota, resta dramatismo, pero su aceptación no significa conformismo. De puertas hacia dentro deben pasar cosas.

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