Va dando sus últimos paseos por La Rosaleda Sergio Pellicer, preparado ya para coger el petate y buscarse la vida lejos de su zona de confort. Esta tarde sus zapatos hollarán el verde de Martiricos por un área técnica que pronto dejará de ser la suya. Queda una travesía de tres partidos para ir despidiéndose paso a paso de una etapa de una intensidad abrumadora pero que también le han permitido colarse en la rueda de los blanquillos profesionales. Suena más a un hasta luego que a un adiós. Es fútbol, nunca se sabe.

Apena cómo acaba, pero sobre todo duele el cuándo. De puertas hacia fuera, la supervivencia del Málaga se ha apoyado en tres patas principales: administrador judicial, Manolo Gaspar y Sergio Pellicer. En el caso de los dos últimos, habían conseguido que sus respectivas figuras fuesen más fuertes como binomio que por separado. Encarnaban nuevos pero clásicos valores. El trabajo, la humildad, el apego, la pertenencia, lo colectivo por encima del interés personal. Ahora el dueto se ha roto justo cuando había sido surcadas las aguas más bravas. Es como si Odiseo si hubiese dado al vuelta al pisar Ítaca.

El fútbol queda en un segundo plano, pero no se puede dimitir de la competición por mucho que la permanencia sea matemática. Los blanquiazules todavía pueden echar una mano al club logrando quedar en una posición más alta y que de paso no desluzca la temporada del Málaga con una clasificación más baja de la que indican sus méritos.

Después del sorprendente once que Pellicer sacó ante el Oviedo (curioso, dos de los equipos para los que está sonando el de Nules son Girona y los asturianos) se puede esperar cualquier variante. No es sencillo descifrarlo en el panorama actual. Hasta en las rotaciones de porteros se ha roto el compás habitual recientemente.

Enfrente estará un Girona embalado y que es terrorífico a balón parado. Los de Francisco se han quedado con el rol de equipo que remonta en la recta final y se cuela en los play off. Todos los años suele haber alguno. Este Málaga, el de Pellicer y Manolo, invitó a soñar con ello por momentos. Qué pena.

Onces posibles.