Resultado y crónica del Málaga CF - Mirandés

El enemigo en casa (2-2)

  • Gran partido del Málaga en líneas generales pero desperdiciado por dos errores propios y muy groseros

  • Munir regaló el 1-1 y Juankar cometió un penalti absurdo para el 2-2

Adrián González celebra su gol.

Adrián González celebra su gol. / Marilú Báez

El Málaga es su peor enemigo. Se hace más daño a sí mismo del que consiguen generar sus rivales. Eso es un pecado mortal en una Segunda donde los equipos viven del error. No consuela el punto a pesar de que supone el noveno partido consecutivo sin perder. La victoria en esta ocasión suponía un salto de calidad a todos los niveles y, por primera vez, se podría haber acabado la jornada mirando hacia arriba y no al contrario.

Pellicer ajustó su once a la entrada del capitán Adrián González, pero la gran novedad real fue ver a Hicham dentro y Antoñín en el banquillo. El entrenador prefirió tirar al flanco izquierdo al estajanovista Renato Santos y regalar una dosis de libertad al marroquí, que repartió esencias en la primera mitad.

Carburó el Málaga, muy acompasado en todo momento, serio, compacto y solidario. Ante cualquier amago del rival, hubo una respuesta contundente del armazón central, con el dúo Luis Hernández-Diego González asentado y con un Luis Muñoz imperial.

El Mirandés se fue haciendo cada vez más pequeño en el verde al tiempo que los de Pellicer ganaban hechuras. Numerosos saques de esquinas, sensación de superioridad y, sobre todo, un abanico amplio de maneras de afrontar los ataques.

A Sadiku, que haría bien en no realizar tantos aspavientos cuando los pases o centros no son de su agrado, le faltó algo de precisión y rapidez para inaugurar el marcador. La lata se tuvo que abrir de penalti por mediación de Adrián González. La pena máxima fue señalada sobre Diego González, pero el mérito lo tuvo Luis Muñoz, un todoterreno capaz también de emular a un extremo.

El resultado se podía considerar justo por los méritos de unos y otros, pero también era corto. El Mirandés salió de la caseta con ganas de engancharse. El Málaga seguía dando la sensación de gobernar el choque, pero se pegó un tiro en el pie. Un balón atrás para Munir, fácil, que mezcló con un mal control y un exceso de confianza ante la presión de Marcos André, que empató el partido. La Rosaleda arremetió contra su portero en un principio. Luego hubo división de opiniones.

Pese al tambaleo que supuso el 1-1, el Málaga retomó su plan y cuajó una jugada de nivel. Juanpi condujo, Cifu la cedió a Hicham, el marroquí centró con suma precisión y Sadiku, esta vez sí, hizo lo que mejor se le da. Se anticipó a su marcador y remató académicamente.

Con los blanquiazules monopolizando el balón y dando de nuevo la sensación de superioridad, llegó un nuevo disparate. Juankar cometió un penalti sobre Álvaro Rey impropio de alguien con su veteranía. Merquelanz empató y Pellicer se la jugó con el canterano Julio. Pero las musas no daban para que el Málaga se adelantase una vez más. Las había suicidado.

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