Málaga CF-Real Sociedad

Juande se llevó la flor (0-2)

  • El Málaga cae en un partido lleno de calamidades: lesión de Sandro, rebote de Duda y gol de Juanmi en un córner que no era

  • El equipo no hizo trabajar a Rulli y fue siempre dominado

Se fue Juande Ramos. No se marchó de rositas, una parte importante le señalaba como incapaz de frenar los males. Quizá el tiempo le dé la razón y se descubra que había algo más que un timonel impotente, quizá no. Se fue Juande y el Gato Romero se quedó con el mismo equipo y los mismos problemas que solucionar. Pero el manchego, como si sonara a maldición, se llevó consigo la flor. Jugar mal o ir abajo en el marcador no es novedad, pero antes había capacidad de reacción. El Celta chutó tres veces e hizo tres goles. Anoche fue peor: se lesionó Sandro, el manitas que arreglaba todo, el 0-1 llegó en un chut de falta que Duda desvió a gol con el codo y Juanmi sentenció la derrota en un córner que no era. Arnau deberá repartir su tiempo entre el mercado de fichajes y las jardinerías.

Que el equipo emita señales preocupantes viene siendo la tónica. El Gato Romero, que mientras gana bagaje experimenta con sus piezas, hizo reformas en casa. Llorente al banco, Luis dentro. Duda en el once, Recio en el banquillo. Reajustes que sólo sirvieron para poner a otro canterano en el escaparate pero que en ataque no dieron frutos. Aunque se debe poner el asterisco de esa rotura fibrilar que sufrió Sandro a los 20 minutos. El canario sabía que algo gordo ocurría, maldijo incluso al médico y a Torrontegui cuando lo asistieron. Los propósitos de la Real por entonces ya eran buenos, pero a partir de ahí se acrecentaron. El insultante dominio en todas las parcelas permitió ver que el Málaga no se sentía bien dibujado. Los jugadores interpretaban a su libre albedrío la presión -Michael Santos contra el mundo-, aun en marchas bajas los donostiarras combinaban bien. La Real seducía el partido y el Málaga se aferraba a contras rápidas con deficitaria ejecución. Ahí se vio a Peñaranda, que hizo nulo en su puesta de largo como blanquiazul. Animoso pero sin generar peligro. Se le vio rígido como si aún estuviera desempaquetándose. Con ritmo puede aportar cosas interesantes, su examen no era anoche.

El conjunto blanquiazul, con sus defectos y sin su héroe, dio una sensación preocupante de laxitud que se acrecentó desde el 0-1 y se hizo más sonora con el partido ya cerrado. Sin esa intensidad que se presupone habrá con el Gato -hacía tiempo que el Málaga no acababa un choque sin ver una sola amarilla- ni esos finales habituales en La Rosaleda con el equipo cargando de manera desaforada sobre el guardameta rival. Ontiveros entró a arreglarlo, pero a él también le habían quitado la varita.

El Málaga sigue con su cómodo colchón de nueve puntos sobre el descenso, aunque mal haría el equipo en acomodarse a esa referencia porque las sensaciones son de equipo que se desangra. Vendrán fichajes con el fin de parchear los males. A la espera de que surtan efecto, el Gato Romero tiene por delante un arduo trabajo en la fortaleza mental de los suyos y en su engranaje sobre el terreno de juego. Sandro no estará lesionado de por vida, aunque se sufrirá varias jornadas sin él. Y, salvo milagro, el Bernabéu lo que hará será redundar en las heridas. Cero puntos de nueve posibles y un partido caliente en Pamplona dejarían un panorama que no mejora en sustancia el legado de Juande tras el 4-1 en Sevilla y el ridículo ante el Córdoba.

Toca volver a empezar con un objetivo claro: evitar que esta racha de casi dos meses sin triunfo desde aquel milagro extemporáneo de Ontiveros ante el Deportivo se convierta en una inercia insalvable. Hoy no hay motivos para temer el descenso, sí para pensar que el Málaga va a mirar en la segunda fase del campeonato más hacia abajo que hacia arriba.

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