Con el cambio en el banquillo del Málaga quedan en el aire ciertas cuestiones que antes se podían considerar certezas. Una de ellas era que Luis Hernández, si estaba en el campo, sería el encargado de ejecutar sus famosos saques de banda larguísimos, que tanto bueno han generado en lo que va de curso para el conjunto blanquiazul.

A base de catapultas, el Málaga logró goles importantísimos en esta temporada. El último fue el del tanto del empate contra el Sporting de Gijón, que comenzó con el central madrileño sirviendo en largo desde el lateral derecho y con Blanco Leschuk rompiendo su sequía y de paso rescatando un punto. Antes de la lesión hubo más, bastantes más, comenzando por el conseguido en Lugo y que ayudó a sumar los tres primeros puntos.

No todos los entrenadores que han pasado por el Málaga supieron (o quisieron) ver el potencial que tenían estas acciones. Hernández llegó en el mercado invernal de 2017 procedente del Leicester. Primero tuvo al Gato Romero y posteriormente a Míchel. El curso siguiente comenzó con el técnico madrileño. José González fue su relevo en el banquillo. El gaditano trató de usar a Luis Hernández como arma, pero no tuvo éxito. El rendimiento y el protagonismo llegaron con Muñiz.

Pero el asturiano ya no está y ahora el jefe es Víctor. Habrá que ver cuáles son sus ideas al respecto. Ya no sólo a la hora de jugársela con las catapultas, también habrá que ver cómo reestructura todo el sistema estratégico del Málaga, que estaba siendo uno de los grandes manantiales de goles y puntos.