Aunque ya la gran mayoría de la afición se imaginaba un Málaga 2018 jugando en campos de Segunda División, el misterio y la anticiencia del fútbol han colocado al equipo de la Costa del Sol muy cerca de salir de los puestos de descenso.

Los de Míchel parecen haber encontrado un equipo tipo, algo de fortaleza en La Rosaleda y una moral digna de un equipo de Primera. Con respecto al juego, la línea sigue siendo parecida a anteriores partidos.

El Málaga salió como viene siendo costumbre en su estadio, intenso y vertical. Llegó a mandar en el inicio con ocasiones de un Chory disfrazado de todocampista y Peñaranda. Guilherme era el jugador más peligroso de los visitantes.

Al cuarto de hora ya mandaban los de Míchel gracias a Rosales con una gran volea tras centro a balón parado. No duró mucho la alegría, el Málaga cedía el balón, Lucas Pérez burlaba la marca y anotaba el empate en jugada de centro-remate desde la derecha. Rolón y Peñaranda lo intentarían con disparos lejanos pero no inquietaron a Rubén.

Tras el descanso, los de Cristóbal salieron mejor plantados y fruto de ello lograron adelantarse en una jugada conducida desde atrás por Schär y que dejó latente la mala defensa zonal del conjunto malaguista. Nuevamente tocaba remar a contracorriente y el Málaga no emitía muchas constantes vitales. Sin embargo, apareció Míchel y dio entrada casi de una tacada a Juanpi, Bastón y Ontiveros.

El marbellí ofreció un centro al segundo palo que acabó metiendo en carambola el Chory Castro, dando esperanzas para creer. Aunque no disponía de muchas ocasiones de gol, Juanpi se inventó un pase magistral al espacio que Bastón con elegancia anotaría en vaselina para dar tres puntos de oro. Increíble la serenidad del punta después de tanto tiempo nublado para él.

El Málaga lograría la victoria y se permite ir a Madrid con la sensación de estar más vivo que nunca en Liga para lograr su objetivo.