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La trayectoria de Guede como entrenador

  • Cinco países y nueve clubes antes de tener la oportunidad en el Málaga

Pablo Guede, en su presentación con San Lorenzo

Pablo Guede, en su presentación con San Lorenzo / M. G.

Pablo Adrián Guede colgó las botas en una última aventura en el Atlético Juval, donde llegó a entrenar al juvenil. Tenía esa inquietud de ser entrenador, de desarrollar una carrera en los banquillos. La primera experiencia profesional estuvo lejos de la élite, pero ya desprendía un aura diferente. Era en el entonces Centro de Deportes El Palo y puso los cimientos para un ascenso histórico a Segunda B.

Su labor la culminó Daniel Pérez porque él se tuvo que marchar de regreso a Argentina por cuestiones personales de máxima prioridad. Pero no abandonó el fútbol ni mucho menos. De hecho, ese fue el principio de su viaje a Ítaca, que para él es Martiricos.

Tomó el timón de Nueva Chicago -donde había sido futbolista- en 2011, que militaba en una especie de Segunda División B argentina. Con una identidad clara, logró subir de categoría al equipo, de donde salió en 2014 para iniciar su primera etapa en Chile a bordo del Palestino, al que llevó a la Copa Libertadores y jugar la final copera en 2015.

Su destacado papel le abrió las puertas de un club emblemático como San Lorenzo de Almagro, donde fue el técnico de enero a junio de 2016. Al poco de llegar levantó la Supercopa Argentina tras golear a Boca Juniors. También anduvo cerca de ganar la liga, pero aun así decidió marcharse porque existían diferencias irreconciliables con la cúpula de la entidad y parte del entorno era demasiado hostil.

Así que regresó a Chile para tomar el timón de otro grande como el Colo-Colo, al que entrenó entre la 16/17 y la 17/18. Una liga (Torneo de Transición), una copa y dos supercopas riegan su palmarés al frente de este clásico sudamericano.

Pocas semanas después de abandonar Colo-Colo, Guede aceptó una aventura en Arabia Saudí -en la que tiró de algún que otro malagueño- de la mano del Al-Ahli, donde fue cortado en febrero después de que el club cambiase de director deportivo. 

Fue entonces cuando se le abrieron las puertas del balompié mexicano. Empezó en el Monarcas Morelia en la 19/20 y logrando hacer un conjunto competitivo del que salió al poco de estallar la pandemia de Covid por decisión propia pese a que tenía opción de ampliar. 

Pero se quedó en México para entrenar al Xolos de Tijuana, otro lugar emblemático, en la 20/21. Cerró su ciclo por el país norteamericano con el Necaxa, de donde salió recientemente. Ahora le toca demostrar todo lo aprendido en estos años en su casa, La Rosaleda.

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