El Faro de Marbella: 160 años guiando el camino
Esta torre, cuyo espacio se encuentra actualmente en remodelación para su apertura, es una de las 188 repartidas a lo largo de la costa española
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Tras varios años de proyecciones y construcción, el 15 de marzo de 1864 el faro de Marbella comenzó a funcionar. Desde entonces el paisaje marítimo de la ciudad ha contado con la inconfundible presencia de esta baliza, que ha guiado a los barcos en su paso por la costa occidental malagueña y decorado algunas de las fotografías más antiguas del municipio.
No obstante, su estructura no siempre ha sido la misma, sino que esta ha ido transformándose progresivamente, ajustándose a los tiempos, a las necesidades de los marineros y, también, al propio desarrollo de la ciudad.
El faro primigenio fue diseñado por el ingeniero malagueño Antonio Molina. De forma troncocónica, este medía unos 11 metros y se ubicaba a pie de playa, en el espacio conocido como los Barronales de la Fontanilla. El término barronal era el que empleaban los marbellíes para referirse a las grandes dunas que dominaban este paisaje, desaparecido tras la urbanización de la zona. Además, y como es habitual en este tipo de complejos, la torre estaba unida a una edificación, que hacía de vivienda del farero o torrero.
En sus inicios, la maquinaria era en su totalidad de origen francés, concretamente de la marca Sautter, la misma que empleaban otros faros malagueños como el de Torrox, que había sido proyectado por el mismo ingeniero.
La linterna de entonces emitía destellos visibles a 12 millas de la costa. Estas lámparas se iluminaban con mechas donde el combustible eran materias primas como el aceite oliva, parafina y, posteriormente, también el petróleo.
El punto de inflexión de este primitivo sistema de luz se había producido con la electrificación, en 1858, del Faro de South Foreland (Inglaterra). Este torreón inglés fue el primero del mundo en poner en funcionamiento la lámpara de arco eléctrico patentada por el químico Frederick Hale Holmes, aunque no se extendió a otros países hasta ya iniciado el siglo XX. Esta tecnología mejoraba significativamente la visibilidad y eficiencia de estas torres y se aplicó en el faro marbellí en 1944.
La siguiente transformación de relevancia acaecida sobre el Faro de Marbella tuvo lugar hace exactamente 50 años. El Faro había perdido su preeminencia sobre el paisaje, ahora acompañado por bloques de pisos fruto del desarrollo urbanístico experimentado en esta época. Ante esta situación, en 1974 se remodela y se eleva la torre hasta los 29 metros actuales, casi el triple de su altura original. De este modo pudo aumentar su potencial lumínico y proyectarse hasta 22 millas mar adentro.
La reconversión de los faros
A pesar de lo que pueda pensarse ante los sistemas modernos de localización, el faro de Marbella sigue activo y desempeña aún –como otros faros malagueños– una importante labor para los barcos, ya que son una referencia que les permite percibir la distancia real con respecto a la costa.
Lo que sí es cierto es que los avances tecnológicos han conducido a la implantación de sistemas automatizados en la mayor parte de ellos. Esto ha supuesto la desaparición casi total de la figura del farero y la no funcionalidad de numerosos de los edificios que rodean a estas torres marítimas, los cuales se han aprovechado en muchos enclaves como hoteles, museos o centros de interpretación.
Por esta razón, en la actualidad el faro de Marbella se somete, como otras veces en su historia, a una remodelación. En este caso lo que se está acondicionando son los edificios y jardines que le rodean para su uso cultural y de ocio. Todo ello con el fin de poner en valor el sentido arquitectónico, paisajístico e histórico de este guía marítimo que, después de 160 años, sigue prestando servicio.
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