El parqué
Continúan los máximos
Miguel Rodríguez, Miguelón guarda un mechero, una cinta americana, algunos sobres de azúcar, unas tijeras y una pequeña navaja en su particular kit de emergencias. Todos estos utensilios los lleva siempre encima y los pone a prueba en la asistencia de una persona que sufre una bajada de glucosa durante una procesión o en el remiendo de unos zapatos que también se desvanecen. Desde hace más de cuarenta años se empeña en ser testigo directo de la vida diaria local. Se ha convertido en el mayor documentalista gráfico de Marbella. Ha retratado a más de la mitad del padrón municipal del pueblo en conciertos, bodas, misas o verbenas.
—He vivido el crecimiento de la Marbella de los trabajadores, el nacimiento de la barriada de la Divina Pastora, la construcción del estadio municipal de fútbol o del puerto deportivo. Provengo de una familia trabajadora, luchadora, mis padres llegaron de Coín en los años setenta. Con poquito sacaron adelante una zapatería, gracias al trabajo de mucha gente solidaria que les ayudó. En la escuela fui hasta octavo de EGB y trabajé en la tienda de mis padres hasta que me tocó la mili, estuve en la Marina en San Fernando (Cádiz). Ahí aprendí el orden y la disciplina, cuando volví me formé en los cursos de la Universidad Popular (UP). Pasé por los talleres de teatro, cine y literatura. Se cocía un interesante movimiento cultural donde pude ver a los poetas Luis García Montero o Ana Rossetti abrir las puertas a la libertad. Contábamos con fanzines de la Málaga de los ochenta con una libertad aceptable para esa época, donde también había droga y sida, aunque de ello no se hable mucho.
He participado algo en teatro, actué en algunas obras de los hermanos Álvarez Quintero, aunque yo no iba para actor, también hice tres o cuatro cortos en la UP. Entonces surgió la necesidad de contar con un fotógrafo que documentara lo que se hacía en el teatro y ahí empecé, a finales de los ochenta, a aprender a hacer fotos. En los noventa ya me compré un equipo Nikkon, para algunos estaba bien y para otros no. Disfrutaba de todo y lo absorbía como una esponja, hacía fotos de conciertos, recitales poéticos y exposiciones.
—Tenía interés por la cultura de Marbella, he colaborado en fanzines como Imágenes Alteradas que se editaba en Málaga. En el festival de flamenco de Ojén hice fotos a Camarón, recuerdo que vendí dos copias a unos amigos. Unos años después Camarón volvió y me firmó sus fotos, para mí eso tiene un valor histórico. Todo lo que hago lo tengo ordenado en carpetas. Fue en esa época cuando Marbella entró en el circuito de conciertos que se hacían en Madrid, Barcelona o Bilbao. Comencé a hacer fotos en los conciertos de Tina Turner, Prince, Michael Jackson. Admiraba lo que hacían en la movida madrileña fotógrafos como Ouka Lele o Miguel Tello .
Marbella, influida por la new wave británica, tuvo su propia movida con la Marbepop. Este peculiar movimiento musical de los años ochenta dio origen a la creación de sesenta grupos, que abarcaban diferentes estilos, partiendo del rock, pasando por el pop, el punk, el heavy y la música funky. El conjunto comercial del Puerto Deportivo, la instalación ganada al mar a finales de los setenta, cobijó los primeros locales que luego convirtieron el lugar en una zona de bares, en la que las tribus urbanas se dividían por sus gustos, mods, rockers, tecnos o heavies. En Arturo's, Yorbo, El Túnel o El Amarillo se cantaba, se bailaba y se bebía. A imagen de lo que ocurría en Madrid, el movimiento local surgió en los bares donde se improvisaban conciertos de grupos como Maldito Recuerdo, Johny me enteré, Cortejo Fúnebre, Cuerpo Diplomático, Estado Crítico, Yunque o Alma, entre otros. La aparición de este fenómeno musical, con las biografías de los grupos se documentó en el libro Marbepop. Historia gráfica de la música de Marbella (1987-1991), con las fotografías de Miguelón.
“Era la eclosión de la juventud de Marbella que intentaba romper con las prejuicios de la dictadura. Los bares del puerto propiciaron el germen de los primeros grupos de la Marbepop, Fueron unos años felices, un tanto locos, que Miguelón supo documentar, convirtiéndose en el mejor cronista gráfico de aquellos años. Su trabajo de décadas está infravalorado, alguien que ha ido inventariando el día a día de esta ciudad y sus cambios se ha hecho merecedor de un reconocimiento por parte de Marbella. No reconocer su generosa contribución sería más propio de una ciudad sin alma”, sostiene el historiador local Francisco Moreno.
—Trabajé en la BBC, hice bodas, bautizos y comuniones de amigos y hasta alguna boda gitana que duró más de un día. Aunque en general prácticamente no he hecho fotos por encargo, sino para contar y dejar constancia de lo que pasaba.
En los noventa, con la llegada de Jesús Gil a la alcaldía, hubo un cambio brusco. Llegó cuando en Marbella se vivía un tiempo donde los comerciantes del casco antiguo hacían patrullas por las noches para proteger sus comercios de los robos. Se aprovechó de muchos que se agarraron a un clavo ardiendo para cambiar esa situación. Gil ha sido un maestro de la manipulación mucho antes de lo que ahora hace Donald Trump.
Estaba un día en la radio municipal de Mijas, donde se leía el poema de Miguel Hernández, Mandado que mando a don Gil de las calzas, que dice: Al Gil, gili, gilipo, gilipolla/ campana sin metal y sin badajo,/mando un millón de veces al carajo,/pues tanto pus episcopal apoya. Entonces llamaron del Ayuntamiento de Marbella a la emisora de radio para preguntar quién era ese Hernández que le faltaba respeto al alcalde
Después de la llegada de Gil se celebró una nueva edición del festival Marbepop, en septiembre de 1991. Estuvo muy mal organizado, sin ayuda municipal, en una carpa. Eso ocurría un mes después de que se produjeran los incidentes del puerto deportivo, donde se recibió a Gil a escupitajos, después de que insultara y amenazara con cerrar los bares del puerto y que la fuerza de la juventud lo mantuviera abierto. No olvido ese sábado en el puerto deportivo, en que solo me quedaba en la cámara película para hacer dos fotos.
Por esos años fotografié el festival de cine fantástico de Estepona, conciertos en Málaga, en Ojén, fiestas, ferias, procesiones de Semana Santa. Tiempo después muchos recurrían a mí por esas fotos de conciertos de música, de exposiciones o presentaciones de libros. Donde había una actividad, ahí estaba.
Recuerda al guionista Peter Viertel, un buen vecino de Marbella, cuando contaba que Clint Eastwood se empeñaba en cambiar el final de la película Cazador blanco, corazón negro, basada en su libro.
—Viertel no estaba de acuerdo con ello y zanjó la discusión con: ¡váyase a la mierda, no se habla más!. Cuando lo velaron en la capilla del cementerio nuevo de Marbella me sorprendió ver a dos marines haciendo guardia junto a su féretro. Fue una ceremonia espectacular que se cerró con un toque de silencio, la melodía que se toca cuando muere un soldado. Y es que él había servido durante la Segunda Guerra Mundial en el cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Desde los 2000 tengo todas las fotografías digitalizadas, es una documentación social. Miro con admiración lo que hace el Ayuntamiento de Coín, donde todo esto se valora. Lo tienen todo digitalizado, mientras que aquí se pierde la memoria histórica. Yo digo que tendría que haber gestores en lugar de administradores. Queremos tener la mejor Marbella posible en la que importe la parte social, no se trata de poner palos en las ruedas de nadie, sino de darle importancia a la memoria comunitaria. Me tachan de rojo, de izquierdas cuando yo me entiendo con los dos bandos. Soy de la tercera España, solo trato de contar la verdad y la realidad. En Facebook, donde estoy desde 2007, tengo colgadas más de 100.000 fotos. Unos me insultan, mientras otros salen a apoyarme. El que se moleste que denuncie y vaya a juicio.
En una ocasión, en la Plaza de toros de Estepona actuaba el cantaor Enrique Morente con el guitarrista Pepe El Habichuela. Al terminar la actuación fui al camerino a saludarlos y a El Habichuela se le había roto un zapato. Con un pegamento pude arreglarlo, me había criado en una zapatería. Otra vez en un recital de poesía en Nueva Andalucía a una poetisa se le rompió una tira de la sandalia y se lo reparé con la cinta americana, que vale para todo.
Estamos en una Marbella de dos velocidades, la turística, la glamurosa, la de la imagen que gusta a los políticos, y la otra, la que se queja de que no se hacen las cosas, la que reivindica el pensar en lo colectivo. Con la fotografía hago de intermediario, denuncio, a través de Facebook, a quien corresponda. Sirvo de altavoz para que el que tenga que actuar lo haga. Un portavoz, que propone una Marbella mejor, la más bonita posible y no exagero, dice el fotógrafo que pregona las actividades culturales o informa sobre el estado de salud o muerte de los personajes locales.
Ahora estoy en un programa de noticias culturales de la televisión municipal, donde un día soy Miguelito Carnaval; otro Miguelito Semana Santa; o Miguelito Surrealista; una mezcla de Paco Clavel y Tip y Coll. Para algunos soy una persona non grata.
He hecho tres tramos del camino de Santiago con el ánimo de cumplir una meta. Me aportó paciencia al hacer algo que no conocía, una experiencia más humanista que religiosa, que hace muy bien al viajero aunque no sea creyente.
Trato de no mirar hacia atrás, voy con los ojos para adelante. Apoyo a la gente nueva, que comienza, que hace las cosas bien, con proyectos en distintas artes, vídeos, escritura, poesía. Jóvenes de Marbella que necesitan oportunidades, de una labor organizativa con más gestión y participación en la actividad cultural.
En estos días se jacta de haber sido el único en haber tomado las fotos del último fuego, acaecido en el estadio municipal de fútbol, que lo descubrió desde su casa, una noche de calor e insomnio.
Para José María Sánchez Robles, editor de Dioses sin reino, el libro que recoge muchos de los mejores poemas del fotógrafo, que él mismo seleccionó: “Miguelón, acaba resultando un ser inaprensible, que nadie conoce bien. Sí se sabe que su alma encuentra refugio y descanso en el reino de la poesía, y allí hay que buscar, en los poemas que se le han ido apareciendo a lo largo de los años, durante los arrebatos de intenso fervor”.
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