Ignacio Trillo recupera la trayectoria vital y literaria del poeta Leopoldo de Luis

Juan Ignacio Trillo con su libro sobre Leopoldo de Luis. / C. F.

Su jubilación del ámbito político y laboral, le trajo a Juan Ignacio Trillo tiempo para investigar, para encontrar las biografías y los episodios más sobresalientes de los siglos XIX y XX en su localidad natal, Jimena de la Frontera, en el Campo de Gibraltar y en la provincia de Málaga. Y entre ellas halló las caras más desconocidas de un poeta, clave bajo su punto de vista, pero bastante desconocido, Leopoldo de Luis. Hermanastro de Francisco Umbral, el que fuera Premio Nacional de las Letras en 2003 perteneció a la generación del 36, fue herido en la guerra, recluido en un campo de concentración en Jimena y formó parte de aquellos que sufrieron el exilio interior sin salir de España.

La Diputación de Cádiz ha publicado La herida de Leopoldo de Luis en el paraíso del Sur, un prolijo ensayo en el que no solo se desgrana la trayectoria vital y literaria del poeta, sino que también presenta novedosos testimonios en primera persona de algunos conocidos que aún le sobreviven, relatos de su tiempo preso, del encuentro con la que después sería su esposa, de la relación con sus coetáneos y de aquella que no tuvo con Umbral, del que conoció su parentesco muy poco antes de morir.

El libro, que se presenta en Málaga este miércoles en un acto organizado en el Ateneo, cuenta con los prólogos de Juan José Téllez, Jorge Urrutia, el único hijo de Leopoldo de Luis, y José Regueira, cronista del municipio gaditano de Jimena de la Frontera. Además de un recorrido cronológico, primero desde 1917 a 1946 y, en una segunda parte, hasta 2019, la obra incluye tres biografías de discípulos suyos: Diego Bautista Prieto, un jornalero y poeta autodidacta, el guardia civil José Riquelme Sánchez y la escritora Ángeles Reyes, a la que conoció en Madrid.

Fotografías, reproducción de manuscritos, cartas, artículos y poemas, ayudan al lector a componer un exhaustivo perfil del poeta, que nació accidentalmente en Córdoba, vivió en Valladolid, estudió en Madrid, luchó en el frente Republicano, tuvo que realizar trabajos forzados en Jimena durante dos años y hacer posteriormente el servicio militar en el protectorado español en Marruecos, para trabajar luego en una compañía de seguros, aunque primero llevó un cine, hasta que pudo vivir de su obra literaria. Publicó una treintena de libros.

Leopoldo de Luis con María Gómez, su mujer. / Archivo Familiar

"Es un personaje que conoce a la Generación del 98, tanto a Juan Ramón Jiménez, que influyó mucho en él, como a Antonio Machado, también a la del 27, biológicamente formó parte de la Generación del 36, es un personaje muy tolerante, muy dialogante, conecta con los creadores de la postguerra, conoce el retorno de los exiliados, porque él se queda aquí, muere 30 años después de Franco, casualmente un 20 de noviembre, y el es único de esa generación que entra en el nuevo milenio con el Premio Nacional de las Letras, que lo recibe en 2003", explica Ignacio Trillo.

"Ese premio se lo iban a dar en 1957 por un libro precioso que se titula Teatro real y es uno de los mejores libros de poesía del siglo XX, pero el ministro de Franco le dijo al tribunal que como le concedieran este premio iban todos a la cárcel, así que todo se pospuso", agrega el autor del ensayo, que destaca que firmó el libro Versos en la Guerra junto a Miguel Hernández y Gabriel Bladrich con su primer apellido, Urrutia, pero que abandonó por el materno en la dictadura para no sufrir la represión franquista.

Leopoldo de Luis con su hijo, Jorge Urrutia en 1947. / Archivo familiar Urrutia.

"En los años 2000 tiene un montón de reconocimientos pero es un personaje al que no se le hizo justicia", considera Trillo. También destaca el autor del libro su relación con Málaga. "Él llegó a establecer mucha relación final con Málaga debido a que sus grandes amigos de la última etapa fueron Jorge Guillén y Vicente Aleixandre", agrega. Trillo también recoge en el libro una correspondencia con Manuel Alcántara.

"Leopoldo de Luis se declara una persona agnóstica, pero le encarga Cela que haga una antología sobre la poesía religiosa en la que invita a participar a una serie de poetas presentes, entre ellos a Manuel Alcántara. Manuel Alcántara le responde que del más allá no conoce a nadie que le haya dicho cómo es aquello y que le cuesta mucho inspirarse para contar algo que formaría parte de la ciencia ficción", cuenta Trillo.

También resalta el investigador las raíces extremadamente cultas de Leopoldo de Luis, gracias a que su padre le inculcó la lectura de poesía y prosa a diario, y algunas de las vivencias que marcarían definitivamente su existencia. Subraya Trillo que pasó un mes y medio detenido en la cárcel de Ocaña y que pidieron para él la pena de muerte. Dio la casualidad que lo acompañó un abogado que compartía nombre que un alto cargo del Régimen y creyeron que era falangista, por lo que finalmente resultó condenado a dos años en el campo de Jimena de la Frontera.

Lo metieron en un vagón junto a otros ilustres presos republicanos, tratados como ganado y sin comer durante varios días, y cuando llegaron a la estación pidió agua a dos muchachas, que resultaron ser hermanas. Una de ellas era María Gómez, Maruja, con la que se caso en 1944. De esta relación nació su hijo Jorge Urrutia. Murió en 2005.

"Leopoldo de Luis es un poeta reflexivo, de calidad, que ahondó en la poesía social y más tarde en la existencial, es un personaje de reconciliación", comenta Trillo. Muchos de los vecinos de Jimena desconocían por qué la casa de la cultura lleva su nombre. El ensayo pretende rendir homenaje a su figura.

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