Imaginario corporal: efecto migratorio | Crítica de danza

El valor de la sencillez

Carlota Berzal y Cristóbal Santa María en un momento del espectáculo.

Carlota Berzal y Cristóbal Santa María en un momento del espectáculo. / Pablo Llorente

Carlota Berzal es una actriz y bailarina sevillana cuya inquietud y trayectoria profesional la han llevado a trabajar en países como Egipto, Líbano, Croacia, Argentina, Rumanía o Bangladesh.

No es extraño, pues, que en este momento personal y social haya decidido afrontar con su compañía, La Turba, el tema de las migraciones. Un tema manoseado y complejo para el que Berzal ha tenido el acierto de rodearse de otros buenos profesionales, empezando por la escena, que comparte mano a mano con un bailarín experto en la materia como es el chileno Cristóbal Santa María Cea.

Lo mejor de la pieza es la elección de un sencillo planteamiento: dos cuerpos anónimos (un fino maillot deja sus cuerpos al descubierto, pero cubre sus caras durante una gran parte de la misma) caminan, corren, bailan en todas direcciones, sobre un rectángulo blanco cubierto por una tela/tierra oscura bajo la que a veces se ocultan para conjurar los peligros o para esperar la ocasión para mudarse.

Su caminar, su danza es a veces sinuosa y a veces frenética, pero siempre decidida, deteniéndose solamente cuando toca pasar desapercibido, o cuando hay que cambiar de dirección.

Por su abstracción podría ser la metáfora perfecta de muchas situaciones, pero en el fondo van apareciendo textos conceptuales que hablan de la migración, de la huida continua, de lo que se deja y lo que se encuentra, de las dificultades que ello supone para la identidad de las personas …

El espectáculo, realizado en residencia en los madrileños teatros del Canal (¿qué pasa con los teatros públicos andaluces?), es de una gran belleza formal, libre de artilugios, de cualquier elemento superfluo. Y posee una rara homogeneidad gracias al esfuerzo de contención y de concentración de sus intérpretes.

Un equilibrio que exige también la entrega y la concentración del público que los acompaña y al que no es ajeno el trabajo de dirección de la coreógrafa brasileña Poliama Lima y de dramaturgia del Mexicano Ricardo Mena.

Un buen trabajo que no cae en chantajes emocionales, aunque todos tengan claro que, en muchas circunstancias, “sobrevivir resuena más con la muerte que con la vida”.

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