Kroke | Grupo de música

“Lo que más nos gusta es crear las formas, destruirlas y volver a crearlas”

  • El trío polaco, primera referencia de la música klezmer con una creciente legión de seguidores en todo el mundo, regresa al Teatro Cervantes el día 26 con su último disco, ‘Traveller’

El trío polaco Kroke, en una imagen promocional reciente.

El trío polaco Kroke, en una imagen promocional reciente. / El Espíritu del Sur

Quienes los han visto en un escenario han conocido la conmoción que su virtuosismo es capaz de causar entre el público y por el que son considerados entre no pocos críticos el mejor grupo en directo del planeta. Quienes no lo hayan hecho aún, tienen una nueva oportunidad el próximo 26 de junio a las 20:00 en el Teatro Cervantes, dentro del Terral. Kroke nació en 1992, cuando Tomasz Kukurba (viola, voz, flautas y percusión), Jerzy Bawol (acordeón) y Tomasz Lato (contrabajo), tres compañeros de la Academia de Música de Cracovia (cuyo nombre en yiddish es, precisamente, Kroke) decidieron unirse para recrear a su manera la tradición musical klezmer a base de jazz, rock, géneros balcánicos y cualquier argumento que les quedara a tiro. Desde entonces, el trío ha grabado más de quince discos, ha actuado en los principales festivales del mundo y ha multiplicado sus seguidores en todo el mundo (entre los que se encuentra Steven Spielberg, quien ha contratado sus servicios en varias ocasiones). A lo largo de su carrera han colaborado con músicos como Nigel Kennedy, que grabó un disco con ellos, y Peter Gabriel, que los ha reclutado para sus bandas sonoras. En Málaga presentarán su último trabajo, Traveller, con cuyo lanzamiento en 2017 celebraron su 25 aniversario. Bawol atiende la llamada de Málaga Hoy desde Alemania.

-En Traveller figuran dos composiciones con títulos en español, Maleta llena de sonrisas y Mirar. ¿A qué se debe este guiño?

-España ha sido un país muy importante para nosotros desde que tocamos allí por primera vez, hace ya veinte años. Hemos encontrado una conexión increíble con un público que se ha mostrado siempre muy cercano a nosotros, que ha compartido con mucha generosidad nuestra propuesta. Mientras trabajábamos en Traveller tomamos la decisión de, dado que planteábamos el disco como un viaje, titular los temas en idiomas que sean representativos para nosotros, y claro, no podía faltar el español. En este sentido, Maleta llena de sonrisas es una composición muy importante para Kroke, resume muy bien lo que hacemos. La tocaremos en Málaga, seguro.

-¿Se nutre su música de los lugares que han visitado? ¿Han ido incorporando matices a medida que el viaje se ha hecho efectivo?

-Por supuesto. Ése es de hecho nuestro pan de cada día. Lo que pasa es que eso no se da a menudo de forma consciente. Te diría que funciona más a base de flashbacks, un día viene a tu cabeza una música y te lleva a un lugar en el que estuviste hace más o menos tiempo. Por otra parte, piensa que la música es de por sí un lenguaje universal y en realidad es bastante fácil incorporar tradiciones distintas. La misma escala pentatónica te lleva tanto a China como a la música klezmer. Aunque, insisto, no siempre seas consciente de esto.

-¿Les interesa el flamenco?

-Sí, mucho, desde luego. Es otra tradición que incorporamos, dicho esto con todo el respeto. No hacemos flamenco, por supuesto, seguimos un camino distinto. Pero creo que algunos temas de Kroke tienen algo, no sé, tal vez un aroma, que puede reconocerse como cercano al flamenco. De todas formas, tenemos amigos en España que son músicos de flamenco y con los que estamos planteando la posibilidad de hacer alguna colaboración. Ya veremos.

-Se lo pregunto porque el flamenco incorpora a su vez la tradición musical sefardí, que, aunque distinta a la klezmer, comparte una misma raíz judía. Y a veces el canto de Tomasz Kukurba parece evocar el cante flamenco.

-Sí, de hecho creo que es ahí, en el uso de la voz, donde más podemos acercarnos al flamenco. Cuando canta, Tomasz lo hace siempre improvisando, de manera muy libre, entonando lo primero que se le viene a la cabeza, y de forma muy melismática. Y, hasta donde sé, los cantaores, al menos los más tradicionales, hacen justo esto.

"Las etiquetas ayudan a comprender la música, pero la música hay que sentirla. No hace falta comprender nada"

-En una de las primeras reseñas que se publicaron sobre su música en EEUU, el crítico afirmaba que Kroke sonaba “como si The Velvet Underground tocase klezmer”. ¿Qué pensaron entonces?

-Es curioso, pero creo que esa afirmación se ajusta mucho más a lo que hacemos ahora que a lo que hacíamos entonces. Recuerdo que ese artículo se publicó cuando lanzamos en EEUU nuestro disco The sounds of the vanishing world, en el 99. En aquel álbum hacíamos un tema, Water, muy largo, de unos veinte minutos, con un desarrollo muy oscuro, casi depresivo, que sin embargo tenía un final luminoso, con un conclusión diferente. Supongo que el crítico escuchó esto y le recordó a The Velvet Underground, y hasta cierto punto tiene sentido. Pero creo que nuestros últimos discos encajan mejor con cierta idea de vanguardia, de ruptura, de traspasar límites.

-En ese sentido, yo compararía la evolución de su música con una transición del arte figurativo al arte abstracto. Con más color pero menos forma. ¿Está de acuerdo?

-Sí, desde luego. Es más, te agradezco mucho esa apreciación. Lo que más nos gusta a la hora de hacer música es crear la forma, destruirla y volver a reconstruirla después. Pero claro, una vez reconstruida la forma ya no es la misma del principio. Sí, supongo que el resultado tiene que ver con esa analogía que haces con el arte abstracto. Pero es que creo que la naturaleza humana es justamente así. Nadie es de una determinada manera o de la contraria: constantemente nos deshacemos para volver a rehacernos, y al hacerlo ya no somos exactamente lo que éramos. Así es como cambiamos. Y queremos que nuestra música sea lo más fiel posible a esta idea.

-Después de veinticinco años tocando juntos, ¿es todo más fácil?

-Yo haría la misma pregunta en el contexto de la vida en pareja. ¿Lo tiene más fácil un matrimonio veinticinco años después de empezar a vivir juntos? Seguramente, en algunas cuestiones sí y en otras no. Cuando nos juntamos a tocar de inmediato se percibe lo bien que nos conocemos, no hace falta siquiera que nos miremos para saber qué es lo que el otro espera de cada uno. Es una experiencia, digamos, sensual, muy a flor de piel, que se da en la superficie. Pero si miras bajo esa superficie, encuentras que ya no es tan fácil. Y no lo es porque seguimos siendo muy exigentes, queremos seguir mejorando y expresar lo que sentimos de la forma más acertada. Entonces, respondería a tu pregunta que sí y que no. Las dos cosas a la vez.

-La percusión ha ido ganando cada vez más protagonismo en su música. ¿No han pensado en incluir a un percusionista como cuarto miembro de Kroke?

-No, no, nunca. Es verdad que puntualmente han tocado con nosotros grandes percusionistas polacos e israelíes, y ha sido siempre genial. Pero el esqueleto esencial del trío sigue funcionando bien. Así que no pensamos cambiarlo.

-Kroke se benefició en sus orígenes del estallido internacional de la world music, pero ¿les dice algo esta etiqueta?

-No, lo de la world music nunca ha significado nada para nosotros. Entendemos que los periodistas y los promotores tienen que clasificarnos de alguna forma, pero no nos sentimos identificados. De todas formas, creo que las etiquetas ayudan a comprender la música, pero la música no hay que comprenderla. Hay que sentirla. No hace falta comprender nada.

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