'La Maga y otras sombras': algunos apuntes jazzísticos

La presencia del jazz en la obra de Julio Cortázar va mucho más allá del cuento El perseguidor. La misma estructura de Rayuela obedece en gran medida a las leyes armónicas y rítmicas del jazz, con sus intervalos y contratiempos. Para demostrarlo, el Teatro Cervantes acoge hoy a las 19:00 el estreno absoluto del espectáculo musical En la Rayuela. La Maga y otras sombras, un montaje dirigido por el músico Manuel Praena y producido con motivo del 50 aniversario del aniversario de la publicación de la novela a modo de homenaje. Entre el concierto y la representación teatral, pero con el jazz como nexo de unión imprescindible, el elenco incluye a actores y músicos de la talla de Alejandro Pérez, Marce Merino, Pía Tedesco, Amaya Curieses, Pedro Miguel Martínez, y los premios Max Noelia Noto y Juanjo Llorens, entre otros.

El objetivo de Manuel Praena con esta aventura es, según fuentes de la producción, "reunir a un equipo de profesionales de diferentes disciplinas para rendir juntos homenaje a las vivencias musicales que experimentó Cortázar mientras escribió esta novela, que cambió para siempre la forma de entender la soledad, la amistad, el amor, el egoísmo, la locura y lo absurdo de la vida efímera". Así, siguiendo la descripción musical del libro, las melodías que recorren El Club de la Serpiente y las músicas, sobre todo francesas, que el autor escuchaba mientras escribía la novela, entre 1953 y 1963, Praena y el resto de músicos han seleccionado temas que abarcan desde Lester Young a Benny Carter, pasando por Bessi Smith y Dizzy Gillespie entre otros. El repertorio incluye también canciones arregladas para la ocasión por Marce Merino y Alejandro Pérez, interpretadas en directo por ellos mismos junto a algunos de los miembros de la banda de jazz The Missing Stompers, además de la actriz y cantante argentina Pía Tedesco.

A este equipo se unen, según apuntaron las mismas fuentes, "los soliloquios a los que dará voz Pedro Miguel Martínez, que el propio Horacio Oliveira le dedica a ese amor, no amor, compañera, sombra inaguantable o perfil añorado, que representa en buena parte de la obra la figura de La Maga". Y como contrapunto "las voces de las mujeres, en la voz de Noelia Noto, compañeras imprescindibles del viaje terrenal hacia el cielo ensoñado". Todo ello ambientado mediante la videoescena de Bruno Praena, el vestuario de Sastrería Cornejo y el diseño de iluminación de Juanjo Llorens, "trasladándonos a ese momento mágico en el que nace y fluye la creatividad al son de la música". La música de Rayuela sube así a escena; lo que viene a significar, más o menos, que Cortázar se sale con la suya.