Cultura

Miguel Aguilar se alza con el triunfo en el XIII certamen de novilladas

En cualquier competición siempre reside una pizca de corazonada en cada aspirante. El único motivo pues para comprender la usual respuesta "me lo esperaba" en bocas del ganador de turno. Ahí reside la belleza de la probabilidad. Todos juegan pero solo uno escucha la campanita del premio. Le tocó a Miguel Aguilar, de Aguascalientes, quién además fue el triunfador numérico del festejo. El hidrocálido se mostró suelto y variado con el capote, luciendo especialmente en el tercio de quites con el almeriense Jorge Martínez, también novedoso en suertes. Tras brindar, Aguilar dispuso una faena de altibajos a causa de los enganchones pero con el aliciente de la conexión con el público. Cortó una oreja y, algún espectador, llevado por la emoción, lanzó un teléfono al ruedo entre un mar de abanicos. Se repetiría.

Su toro fue el quinto, con el que anduvo airoso con la capa, templado con la derecha e inteligente con la izquierda. A sabiendas de las complicaciones, transformó el peligro del pitón en conexión con el público, que le sirvió para que, tras el cierre por ajustadas manoletinas de rodillas, dejara una estocada un poco desprendida pero con el peso de dos orejas. La faena había contado con un interesante equilibrio entre el clasicismo de los pases encajados y los vistosos desplantes. Gustó a La Malagueta.

La plata fue para Jorge Martínez, de Almería, que cerraba la terna. Se vio un buen manejo de la capa en el torerísimo lanceo a la verónica. Muleteó con temple, despacito, jugando con los balanceos en los pies y los remates de cada pase por bajo en beneficio del animal. Brilló la homogeneidad y limpieza, así como la originalidad en el remate por sanjuaneras, algo que se agradece enormemente. Paseó una oreja del de Juan Pedro. En su último oponente, Martínez abrió con un preciosista inicio de ayudados por alto y rematando las posteriores tandas con gusto, aprovechando la compostura en los tiempos muertos y los cites. Cuajó los que a la postre serían los mejores naturales de la tarde. Esa mano izquierda vale dinero. Cerró con un arrimón que caló en los tendidos. Se pidió con fuera las dos orejas pero quedó en una.

Álvaro Passalacqua, abriendo cartel y tercer clasificado de la Escuela de Málaga, no tuvo suerte en su primero. Un mansurrón playero y suelto que se paseó airoso por la plaza durante la faena hasta el final. Fue en los últimos compases donde consiguió mayor conexión, tapando la salida por el pitón derecho. Se complicó con la espada y todo quedó en silencio. Con el último se dirigió hasta la puerta de toriles para recibir con una larga cambiada al grandote cuarto. Se caló la montera para torear con la franela roja, brillando especialmente en el inicio por alto y en los naturales , demostrando conocimiento de la técnica pero sin respuesta en el tendido. Se tiró de frente, rajándose la taleguilla. Dejó la espada a la tercera y saludó desde el centro del ruedo.

Estaba escrito que sólo se cumpliría el deseo de uno.

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