Orquesta Filarmónica de Málaga

Un jaque filarmónico

  • A pesar de las advertencias de la Junta de Andalucía en materia de seguridad, la Orquesta Filarmónica de Málaga espera abrir este jueves la temporada con un concierto extraordinario en la plaza de toros y ante sólo 300 personas

La Orquesta Filarmónica de Málaga, en uno de los últimos conciertos celebrados la pasada temporada en el Teatro Cervantes.

La Orquesta Filarmónica de Málaga, en uno de los últimos conciertos celebrados la pasada temporada en el Teatro Cervantes. / Javier Albiñana (Málaga)

El pasado 31 de julio, la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) ofreció un concierto extraordinario en la plaza del Santuario de la Victoria, al aire libre, bajo la dirección de Arturo Díez Boscovich y con un repertorio de clásicos populares ceñido a Mozart y Beethoven. Tras una temporada aciaga, parada en seco el pasado mes de marzo a cuenta del coronavirus y negada la posibilidad de una despedida a la altura en el Teatro Cervantes al director titular saliente, Manuel Hernández Silva, aquella cita entrañó un bálsamo eficaz y una recarga de energía para los maestros: la orquesta demostró que la opción por los espacios abiertos, con las distancias de seguridad debidamente respetadas entre espectadores y músicos y con el uso generalizado de mascarillas, resultaba efectiva muy a pesar de que las condiciones acústicas no fuesen las idóneas. Tanto fue así que la OFM había decidido ya entonces ofrecer un prolegómeno a la siguiente temporada de la misma naturaleza, con dos conciertos, uno a cargo de la misma Filarmónica y otro con la Joven Orquesta Barroca de Andalucía (JOBA), dependiente de la anterior, en otro espacio abierto bien emblemático: la plaza de toros. Con este paso adelante, y con el apoyo de la Diputación Provincial, la OFM se aseguraba su primera actuación en el coso, que además serviría de acto de presentación ante el público de su nuevo director titular, José María Moreno Valiente. Lo que parecía a finales de julio una contención de la epidemia, muy a pesar del esparcimiento veraniego, invitaba a pensar en un desarrollo dulce de los acontecimientos. Pero, tal y como advertían los agoreros de siempre, las dificultades esperaban, de nuevo, a la vuelta de la esquina.

La Joven Orquesta Barroca de Andalucía, durante un ensayo. La Joven Orquesta Barroca de Andalucía, durante un ensayo.

La Joven Orquesta Barroca de Andalucía, durante un ensayo. / Javier Albiñana (Málaga)

El ciclo de actuaciones en la plaza de toros de la Malagueta, bautizado Frente al mar, Málaga el nuevo mundo: ¡Que no pare la música! a modo de declaración de intenciones, se presentó la semana pasada con un cartel que señalaba para este jueves el concierto de la OFM, centrado en la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak; y, para este viernes, el de la JOBA, bajo la dirección de Barry Sargent y con un programa consagrado a Vivaldi. El problema llegó a la hora de definir los aforos: asumida la decisión de destinar la recaudación a causas benéficas, la OFM confiaba en poder congregar a ochocientos espectadores, lo que respetaba de sobra la limitación del 65% del aforo disponible contemplada en el decreto ley competente. Sin embargo, y con la orden publicada el 1 de septiembre en la mano, la Dirección de Salud Pública denegó la aspiración de la OFM y decidió reducir el aforo disponible para cada concierto a trescientas personas. Las entradas, en consecuencia, se agotaron en pocas horas. Pero si la limitación a trescientos espectadores en una plaza de toros con capacidad para cinco mil ya puede resultar excesiva, incluso si del coronavirus se trata, y más aún teniendo bien recientes episodios como el de la gala de los Premios Max (que reunió el pasado lunes a quinientas personas en el Teatro Cervantes, con capacidad para mil), la misma Dirección de Salud Pública apuntaba esta semana a la posible cancelación de los conciertos de la plaza de toros dentro de las “medidas drásticas” a tomar ante la evolución de la crisis en Málaga.

A pesar de las restricciones impuestas, las citas previstas siguen adelante

De momento, la celebración de los conciertos continúa en la agenda tal y como estaba previsto, si bien la Dirección de Salud Pública podría pronunciarse todavía este jueves en otro sentido. De cualquier forma, la reducción del aforo a trescientas personas significa un golpe duro de digerir y más difícil aún de explicar. Preguntado por este periódico al respecto, el gerente de la OFM y principal impulsor del ciclo, Juan Carlos Ramírez, recordó que el público general de la música clásica “no se caracteriza precisamente por su tendencia a vulnerar las normas. El de los conciertos sinfónicos es el mejor modelo posible a la hora de explicar a qué nos referimos con cultura segura”. De hecho, Ramírez recordó que la última y reciente edición del Festival de Salzburgo se celebró con una ocupación del 95% y ni un solo contagio de Covid-19 registrado. Pero las mayores garantías y los hechos contrastados no parecen convencer a las autoridades sanitarias,coyuntura ante la que Ramírez invita a distinguir “nítidamente entre cultura y ocio”.

Mientras, el calendario de la OFM sigue según lo anunciado: este sábado 12, la orquesta clausurará en un Teatro Cervantes de aforo drásticamente reducido la nueva edición del festival de música de cine Movie Score Málaga (Mosma), que también empieza hoy, de nuevo con Díez Boscovich en la tarima; y el día 17 comenzará, en el mismo escenario, la nueva temporada de abono, con la grabación de los conciertos para su posterior emisión en televisión. La ilusión puesta en este curso no es poca. Y los mayores cómplices del coronavirus están, seguro, en otra parte.

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