Cultura

Y Pepa Flores renunció (también) a recoger el Goya de Honor

Las hijas de Pepa Flores recogen el Goya de Honor en su nombre.

Las hijas de Pepa Flores recogen el Goya de Honor en su nombre. / Javier Albiñana

Habría podido ser uno de los momentos inolvidables en la historia de los Premios Goya, pero finalmente se impusieron las previsiones más pragmáticas. La Academia de Cine concedió el Goya de Honor a Pepa Flores, pero la artista malagueña, que agradeció en su momento el galardón, declinó finalmente acudir a la gala.

En su nombre recibieron el premio sus hijas, la cantante Celia Flores (que actuó en la gala) y la actriz María Esteve, quienes protagonizaron uno de los momentos más emocionantes de la gala aun sin la homenajeada y evocaron a flor de piel la figura de su madre.

Si bien es cierto que la presencia de Marisol habría firmado en Málaga un histórico ya no sólo para la gala, sino para el cine español, el homenaje estuvo a la altura y dio cuenta de su talento como emblema de la gran pantalla. Pudo más la coherencia de Pepa Flores después de tres décadas retirada del cine y de la vida pública. Su legado, sin embargo, late intacto.

Comenzó el homenaje con Amaia, que interpretó La Canción de Marisol, de Augusto Algueró. Y, posteriormente, fue Celia Flores la que entonó un fragmento de Estando contigo antes de recoger el premio de manos del actor Emilio Gutiérrez Caba.

También la tercera hija de Marisol, Tamara Esteve, subió al escenario para aumentar aún más la emoción. María Esteve habló en nombre de su madre al agradecer los mensajes de cariño recibidos desde el anuncio de la concesión del premio y dejó bien claro el orgullo de las tres hijas. El talento de Pepa Flores tuvo, pues, su reconocimiento merecido.

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